Placeres otoñales


 
Los paisajes que disfrutamos en esta Comarca de Alhama son suficiente razón, solo por ellos, para agradecer a quien prefiera cada uno el hecho de vivir aquí.


  Pero además de este goce paisajístico, existen otros placeres propios de la estación otoñal, que lógicamente  tienen que ver con los frutos que la tierra y el trabajo del hombre ofrecen a los paladares no diré más exigentes, sino los que gustan de los goces sencillos y simples, que a fin de cuentas son los que han aprendido el arte de vivir.

 Los humildes membrillos ofrecen no solo el placer de su color, el color del otoño casi por excelencia y su aroma, ese que tantos armarios alameños perfuma en esta época; nos depara la pulpa del fruto, junto con generosas dosis de azucar esa delicia  que es el dulce de membrillo o, dicho a nuestro modo la carne membrillo, cuya elaboración artesanal es en nuestro pueblo tradición otoñal por excelencia.Hay quien la prefiere con corte, es decir más dura, quien gusta de la variedad más blanda, casi mermelada de membrillo, pero sea como sea un trozo de pan y algo de carne membrillo con un buen queso fresco constituyen merienda o desayuno más que gustoso y agradable. Quien no guste del queso, puede acompañarlo con  uvas y granos de granada, combinación imaginativa y otoñal donde las  haya.

 Otros de los placeres que la estación trae es la incorporación al menú cotidiano de platos calientes como sopas, caldos y nuestra olla jameña de la que ya escribí en otra mirada. La sustitución de los gazpachos y ajoblancos, gloria del verano, por los humeantes platos de caldo de gallina o de pollo, con todos sus ingredientes tales como el hueso de jamón, o un buen trozo de carne de ternera, son otra de las señales de que pasó el verano y nos llego el otoño.

 Quien dice otoño, dice primeros fríos y la aparición de los fuegos de chimenea, braseros y estufas y junto con ellos los placeres de las castañas, batatas y papas asadas. Una humilde papa asada, con un chorrillo de nuestro aceite, su sal correspondiente y una chispilla de pimienta; acompáñese de un buen vaso de vino de la tierra y una amena conversación junto al fuego. Me parece una manera de pasar una tarde más que agradable.

 Placeres sencillos y simples, como darse un paseo por el Camino de los Ángeles por la mañana disfrutando de la maravilla de los colores otoñales en los álamos de la ribera y el tibio sol. Y nuestros Tajos.Placeres otoñales a los que se suman la feliz costumbre de las editoriales de por esta época sacar nuevas colecciones y ediciones para enriquecer nuestras bibliotecas, que también los fríos, y lluvias tienen su encanto cómodamente instalados en casa con un buen libro.

 En definitiva que la estación otoñal también posee sus placeres y encantos a pesar de que, tal vez por coincidir con la del recuerdo de los seres queridos ausentes, sea algo melancólica.