Ahora que el invierno está casi por acabar, ya se asoma la primavera a los almendros, me da a mí por reflexionar sobre temas invernales; y lo primero que me viene al magín es una pregunta: ¿A que huele el invierno en Alhama?, una de las primeras respuestas, así de pronto, es que el invierno huele a brasero de carbón, puesto en la calle a encender.
Ese brasero que después va a la mesa camilla…el segundo olor puede ser el de la leche recién traída de la lechería y puesta a hervir, para ser añadida al café recién hecho, que junto con el pan caliente, cocido en horno de leña, con su poquito de aceite, constituye desayuno de primera.
Con el paso de los años cada vez quedan menos braseros de carbón y no seré yo el que lo lamente, que tienen su peligro y sean bienvenidos todos los artilugios que nos den comodidad y eviten peligros; y para eso están los braseros eléctricos y las estufas, que hacen el mismo apaño y son más seguros. En cuanto a sabores propios del invierno, los que destacan en mi memoria gustativa son la morcilla y el vino del terreno, auténticos lujos de nuestra tierra, sin menospreciar para nada al chorizo y la salchicha.
En los atardeceres invernales, con el frío y la lluvia fuera, nada como la presencia de unos amigos en torno a una mesa, provista de manjares sencillos y simples como nuestros embutidos caseros, por ejemplo, para pasar el rato entre sorbos de buen vino del terreno, bocados a la matanza y charla, coloquio y conversación. A esto los griegos le llamaban festín, banquete, ellos pronunciaban algo parecido a simposio y los romanos simposium pero a pesar del nombre tan rebuscado era esencialmente, eso, una reunión de amigos en torno a buena comida y mejor bebida para hablar largo y tendido, lo de tendido además literalmente.
Afortunadamente en eso no ha habido cambios en estos años y hoy, como ayer, se siguen haciendo las matanzas tradicionales de toda la vida. En cuanto al vino sí que se han producido cambios y junto al vino del terreno de siempre se pueden tomar también los vinos de Aranzada gracias al trabajo tenaz de un grupo de gente que se ha propuesto que los vinos de Alhama no tengan que envidiarle nada a otras denominaciones de parecida calidad.
De las tres cosas "antiguas" que aun se estilaban hace unos años, el brasero de carbón, la leche recién ordeñada y los hornos de leña en las panaderías, hoy solo quedan los hornos de leña, esperemos que por mucho tiempo. No siempre todo cambio es bueno y hay tradiciones usos y costumbres que merecen ser conservadas incluso en estos tiempos en los que la realidad cambia casi minuto a minuto. O precisamente por eso.
Con el paso de los años cada vez quedan menos braseros de carbón y no seré yo el que lo lamente, que tienen su peligro y sean bienvenidos todos los artilugios que nos den comodidad y eviten peligros; y para eso están los braseros eléctricos y las estufas, que hacen el mismo apaño y son más seguros. En cuanto a sabores propios del invierno, los que destacan en mi memoria gustativa son la morcilla y el vino del terreno, auténticos lujos de nuestra tierra, sin menospreciar para nada al chorizo y la salchicha.
En los atardeceres invernales, con el frío y la lluvia fuera, nada como la presencia de unos amigos en torno a una mesa, provista de manjares sencillos y simples como nuestros embutidos caseros, por ejemplo, para pasar el rato entre sorbos de buen vino del terreno, bocados a la matanza y charla, coloquio y conversación. A esto los griegos le llamaban festín, banquete, ellos pronunciaban algo parecido a simposio y los romanos simposium pero a pesar del nombre tan rebuscado era esencialmente, eso, una reunión de amigos en torno a buena comida y mejor bebida para hablar largo y tendido, lo de tendido además literalmente.
Afortunadamente en eso no ha habido cambios en estos años y hoy, como ayer, se siguen haciendo las matanzas tradicionales de toda la vida. En cuanto al vino sí que se han producido cambios y junto al vino del terreno de siempre se pueden tomar también los vinos de Aranzada gracias al trabajo tenaz de un grupo de gente que se ha propuesto que los vinos de Alhama no tengan que envidiarle nada a otras denominaciones de parecida calidad.
De las tres cosas "antiguas" que aun se estilaban hace unos años, el brasero de carbón, la leche recién ordeñada y los hornos de leña en las panaderías, hoy solo quedan los hornos de leña, esperemos que por mucho tiempo. No siempre todo cambio es bueno y hay tradiciones usos y costumbres que merecen ser conservadas incluso en estos tiempos en los que la realidad cambia casi minuto a minuto. O precisamente por eso.