Conquistada que fue Alhama, el clérigo encargado de resaltar el grado de incivilización de los moros, anotó en su informe que tales moros "¡lávense hasta en diciembre!", según contó Andrés Cuevas en su día en entrevista realizada en Radio Alhama. Pérez del Pulgar cronista de la toma de Alhama, llegó a escribir que los baños "eran causa de algunas mollesas de los cuerpos, de deleites excesivos de donde procedía ociosidad, de la ociosidad lujurias malas y feas y otros engaños y malos tratos que hacían unos a otros, por sostener la ociosidad en que estaban acostumbrados." La cita la he tomado del libro "Los baños de Alhama y la apología de Fernando de Vergara" de nuestro paisano, y amigo Andrés García Maldonado, libro en el cual el lector que lo desee pude encontrar abundante información sobre termas, baños y balnearios, en especial, lógicamente, sobre el de Alhama.
No es de las virtudes terapéuticas de las aguas de lo que quiero escribir sino que incidiré en los aspectos placenteros y los deleites que el uso del agua caliente proporciona. Nada más relajante que estar un rato sumergido en agua a la temperatura adecuada, a ser posible en compañía de gente amiga con la que compartir el deleite de la calidez del agua y de la amistad. Los romanos lo supieron pronto y por ello hicieron de las termas lugares públicos de ocio, placer y encuentro, tradición que los musulmanes continuaron. Hoy día son bastante frecuentes los establecimientos en los cuales se ofrece a los clientes la posibilidad de disfrutar de las ventajas del agua caliente o fría, y de los hidromasajes.
Hubo un tiempo ya lejano en el cual las playas eran lugares también casi reservados a la gente de elevado status y alto poder adquisitivo que se podían permitir el lujo de veranear en zonas costeras, hoy día son el pan nuestro de cada día. Del mismo modo hasta ahora se ha creído que los balnearios eran lugares para recuperar la salud exclusivamente, tendencia que empieza a cambiar por la de considerar los, baños y balnearios como lugares de ocio, placer y deleite en los que planear unas vacaciones diferentes.
En los primeros años de mi estadía en Alhama era bastante frecuente que bajase hasta Los Baños a darme un relajante chapuzón en las pozas del Balneario, experiencia casi siempre compartida con algún familiar; en esos momentos no podía dejar de sentirme como uno de los romanos de Artigi que disfrutaron del mismo placer en su momento o como los moros que se entregaban a la molicie y la ociosidad con las malas consecuencias para ellos que conocemos...
Por suerte hoy a nadie se le ocurre atribuir a la costumbre de bañarse efectos perniciosos para la salud moral de los individuos; antes bien sobradamente conocidas son las virtudes de todo tipo que tales prácticas tienen. Aclaro que al hablar de baños, me refiero a el uso lúdico y de ocio de las aguas termales y no a la ducha diaria, que también resulta de lo más placentera, pero no es lo mismo el plato de ducha de nuestra casa que las instalaciones de que disponen los balnearios, lógicamente....
Bienvenidos sean los esfuerzos de todo tipo que las administraciones hacen para potenciar el termalismo, que los placeres no conviene dosificarlos, antes bien, mejor derrocharlos y el alivio que para la economía pude suponer la incorporación de un tipo de turismo con un poder adquisitivo medio-alto tampoco es desdeñable.
Hubo un tiempo ya lejano en el cual las playas eran lugares también casi reservados a la gente de elevado status y alto poder adquisitivo que se podían permitir el lujo de veranear en zonas costeras, hoy día son el pan nuestro de cada día. Del mismo modo hasta ahora se ha creído que los balnearios eran lugares para recuperar la salud exclusivamente, tendencia que empieza a cambiar por la de considerar los, baños y balnearios como lugares de ocio, placer y deleite en los que planear unas vacaciones diferentes.
En los primeros años de mi estadía en Alhama era bastante frecuente que bajase hasta Los Baños a darme un relajante chapuzón en las pozas del Balneario, experiencia casi siempre compartida con algún familiar; en esos momentos no podía dejar de sentirme como uno de los romanos de Artigi que disfrutaron del mismo placer en su momento o como los moros que se entregaban a la molicie y la ociosidad con las malas consecuencias para ellos que conocemos...
Por suerte hoy a nadie se le ocurre atribuir a la costumbre de bañarse efectos perniciosos para la salud moral de los individuos; antes bien sobradamente conocidas son las virtudes de todo tipo que tales prácticas tienen. Aclaro que al hablar de baños, me refiero a el uso lúdico y de ocio de las aguas termales y no a la ducha diaria, que también resulta de lo más placentera, pero no es lo mismo el plato de ducha de nuestra casa que las instalaciones de que disponen los balnearios, lógicamente....
Bienvenidos sean los esfuerzos de todo tipo que las administraciones hacen para potenciar el termalismo, que los placeres no conviene dosificarlos, antes bien, mejor derrocharlos y el alivio que para la economía pude suponer la incorporación de un tipo de turismo con un poder adquisitivo medio-alto tampoco es desdeñable.