Ausentes

Dentro de unas horas, cuando el calendario señale el 30, hará cien años del nacimiento de Miguel Hernandez, ausente y olvidado en estos tiempos en los que cualquier evento traído de allende los mares alcanza notoriedad en detrimento de aquello que es propio de nuestras tradiciones.

Acaba de morir Marcelino Camacho al que tanto debemos todos los trabajadores de España, hoy todo el mundo habla de sus cualidades, mañana será otro de esos ausentes olvidados, postergado a los libros de historia, igual que Miguel Hernandez está confinado en los manuales de literatura...

Ausentes todos los españoles que murieron en defensa del  gobierno legítimamente establecido, la II Republica Española y acabaron sus días en cunetas, tapias de cementerios o sabe Dios donde y ni siquiera queda a sus deudos el consuelo de poner unas flores en su tumba o nicho en el día de Todos los Santos, festividad que nació durante el Imperio Romano para recordar a todos los que dieron su vida por el ideal de Cristo.

Para recordar a todos los ausentes son estos días de finales de octubre; hoy, como ayer se va al cementerio a limpiar y adornar nichos y tumbas, se siguen poniendo flores, se venden castañas y batatas que se siguen asando y comiendo en familia. Y es que algunas cosas es mejor que no cambien que no siempre el cambio es para bien o la evolución positiva.

Prueba de ello es la irrupción en nuestras tierras de esa fiesta de origen irlandés, de nombre Halloween que en irlanda y Estados unidos es preciosa pero en las tierras de Alhama queda algo fuera de lugar. ¿No?.

Termino con los últimos versos del poema Sentado sobre los muertos, de Miguel Hernandez.

Aquí estoy para vivir
mientras el alma me suene,
y aquí estoy para morir
cuando la hora me llegue
en los veneros del pueblo
desde ahora y desde siempre.

Varios tragos es la vida
y un solo trago la muerte.