La revolución no será televisada

A menos que se trate, claro está, de una revolución como la francesa o la mexicana.

 Y si se transmite, como ocurrió en los casos de las “primaveras árabes” tened por cosa cierta que el guion y los actores principales han sido pagados por gente muy contraria a socavar el orden establecido, a no ser, claro está que ese orden no sea el ordenado por ellos.

 Este preámbulo, innecesario como todos los menajes en una botella que son mis miradas, viene a cuento de una canción que me ronda por la cabeza hace días: " The Revolution Will Not Be Televised" de Gil Scott-Heron, en la que cuenta eso, que la revolución no será televisada. Y me planteo que tampoco sera impulsada por las redes sociales. Y no es que yo desee una revolución, que me pilla ya muy mayor, mucho.

 Pero sí desearía volver a los viejos tiempos en los que uno podía pedir una cita por teléfono en el Centro de Salud y te la daban para mañana, desearía también que todas las mujeres, las que conozco y las que no conozco, pudiesen salir a la calle a la hora que les diese las real gana sin miedo a lo que puedan encontrar por ahí, por falta de agentes del orden que vigilen la libertad de movimientos en la urbe, algo tan simple como: quiero salir de noche, pero no puedo porque tengo miedo. Miedo a agresores, acosadores, ladrones, descuideros. O miedo a los talibanes del qué dirán. Es decir, si fuese mujer me gustaría tener el privilegio de los hombres de hacer lo que les sale de los órganos reproductivos sin dar muchas, o ninguna explicación.

vamos a dar lugar a que tengamos que salir por la tele por algo más que los carnavales o la fiesta del vino.

 También, aunque os parezca que no, echo de menos ir alguna tarde a la Iglesia de la Encarnación a relajarme con el silencio y la monumentalidad de la iglesia. Pero no puedo hacerlo porque no sé quién no se pone de acuerdo con nadie, o nadie no se pone de acuerdo con no sé quién y así vamos a dar lugar a que tengamos que salir por la tele por algo más que los carnavales o la fiesta del vino. Los dioses de los agnósticos no lo quieran.

 Y también he tenido que extrañar, y mucho, estos días, los años dorados y felices en los que era posible acceder a la oficina de la Seguridad Social de Las Peñas, sin tener que pasar por la odisea, el calvario y el hades de sacar cita previa on line, telefónicamente o por tam tam. Eso o pasar la prueba iniciática de resolver todo en la web adecuada y mandar los archivos en PDF de toda tu vida laboral, fiscal, académica, educativa, sexual, económica y social.

 Son muchas las cosas que podrían ir mejor en nuestro pueblo, Pero insisto, la revolución no será televisada ni tampoco tendrá lugar en las redes sociales, que lo que alientan y promueven es más precisamente, la involución.

 Lo que podemos hacer no lo sé. Pero si no podemos o queremos involucrarnos en la mejora de lo mejorable aconsejo usar las redes sociales para apoyar el comercio local, a nuestro personal sanitario, poner menes divertidos y poco más. Que para eso si son útiles.