Todos los años por estas fechas suelo felicitar a amigos y conocidos en redes sociales, por teléfono o personalmente. Lo habitual.
Este año ni lo he hecho ni lo voy a hacer. Y esta mirada, la última del año no va a tener un tono festivo, alegre, positivo ni optimista. Lo siento, lo siento mucho, pero me sobra mucha sangre derramada, me sobran mucho muertos y heridos como para seguir fingiendo que no pasa nada, que todo va bien, que vivimos en el mejor de los mundos posibles, que “to er mundo es güeno”, que nos llenen ciento once veces, liemos otro porro y que siga la fiesta.
No son sólo mis propias ausencias, que esas, mis duelos, los llevo en silencio ya hace muchos años; es que además ya se me ha agotado la paciencia, ya no aguanto más ni a Putin ni a Zelenski ni a Netanyahu ni a las “santísimas” madres que los parieron.
Venga, para que no me acusen de no ser imparcial, meto también en el saco pringoso de sangre, vísceras y heces al dictador al Assad y a todos los que queráis. Pero en el mismo saco meto también a los ministros de defensa que adjudican contratos a empresas armamentistas israelís. Que cada palo aguante su vela.
este año 10.457 personas han muerto intentando llegar a España
Y a los que creen que una persona que se arriesga a cruzar el mar lo hace para delinquir, para quitarnos el trabajo o para invadirnos poco a poco, simplemente les recuerdo que elDiario.es de ayer mismo, jueves 26 de diciembre, publica que en este año 10.457 personas han muerto intentando llegar a España. Porque aquí los jóvenes no pueden pagar un alquiler, ni independizarse con los sueldos de mierda que pagan empresarios a los que luego les hacen la ola a la menor oportunidad. Pero pueden comer cada día, tener teléfonos más inteligentes que ellos, o que yo mismo, suscribirse a plataformas de pago para ver series bonitas, ir a conciertos glamurosos de figuras de primera línea y todas esas cosas que hacen que este valle de lágrimas sea más llevadero.
Y todas esas cosas, que en sus países de origen no hay o si las hay están alcance de una exigua minoría, es lo que vienen a buscar aquí. Tal vez vengan huyendo del hambre, la miseria o de las minas de coltán. Podría ser. Pero este año 10.457 personas, hombres, mujeres y niños no lo han conseguido.
...la mentira, disfrazada de patria, de bandera, de colorines, papel celofán y lacitos preciosos...
Ante este panorama sólo la decencia y el compromiso con los demás, de alguna gente a la que quiero y que me quiere, “sin pedir nada o casi nada, que no es lo mismo, pero es igual”, me da algunas esperanzas e ilusiones de que alguna vez la inmensa mayoría escoja la verdad, por dura, amarga y complicada que sea antes que la mentira, disfrazada de patria, de bandera, de colorines, papel celofán y lacitos preciosos que prefieran.
Ese es mi deseo, mi carta a todos los reyes magos, santas ‘clauses’, santos ‘nicolases’ y ‘papanoeles’: Que miremos a la realidad y dejemos de mirar las sombras que nos proyectan para tenernos distraídos mientras nos hurgan en los bolsillos y la mente.
Que el año venidero sea un poco menos sangriento que este. Y salud para todos.