Y lo peor es que quieren hacerlo con nuestro dinero.
Defraudadores fiscales hay muchos. A algunos, pocos, la Agencia Tributaria consigue demostrarles sus fraudes, cobrar lo que pretendían hurtarnos a todos los ciudadanos y sancionarles. Otros, demasiados, lamentablemente, obteniendo ganancias de cientos de millones de euros, consiguen pagar cantidades irrisorias de impuestos mediante marañas de sociedades interpuestas en paraísos fiscales sin que la hacienda pública pueda hacer nada al respecto.
Y muchos de ellos, además consiguen grandes subvenciones públicas mientras critican las “paguitas” y hacen discursos quejándose de que los trabajadores se nieguen a renunciar a su vida personal y a entregarse por completo al trabajo.
Y consiguen “vender la burra” y obtener el aplauso de muchos que llegan a fin de mes a duras penas.
Se las dan de buenos y solidarios. Y consiguen “vender la burra” y obtener el aplauso de muchos que llegan a fin de mes a duras penas. Donas alguna que otra maquinita sanitaria, como el que da una propina y te suben a los altares. Aunque a mí, Amancio Ortega nunca me ha resultado simpático.
Quien sí gozó de mi simpatía durante algún tiempo fue la ciudadana Shakira Isabel Mebarak Ripoll. A pesar de que no me guste cómo canta. Leí que creó la Fundación Pies Descalzos para apoyar la educación en Colombia, su país natal y me pareció meritorio y loable.
Pero tiempo después comenzaron las informaciones de sus problemas fiscales que culminaron con su reconocimiento de que defraudó 14,5 millones y la aceptación de una multa de 7,8 millones a cambio de una rebaja de condena que evitó su entrada en prisión.
Me formé una imagen de Shakira como una persona solidaria con su país. Pero no puede ser solidaria quien defrauda impuestos. Hay defraudadores que presumen de ello y lanzan proclamas contra el estado y la justicia social. Esos, por lo menos no son hipócritas.
La cantante ha tenido, además de hipocresía en su proceder, la frivolidad de afirmar que Hacienda ha actuado contra ella con “un prejuicio machista” (ver aquí).
El machismo es un problema social demasiado grave como para frivolizar con él
Considera que si se tratara de un hombre las diligencias del fisco hubieran sido diferentes y alude a las dificultades de mantener una relación sentimental y casarse con un futbolista. Como si Hacienda tuviera la culpa de ello.
Es algo que ocurre frecuentemente. Mujeres de éxito del mundo del espectáculo, la política, etc., que cuando reciben críticas legítimas y razonables por algo que hacen o dicen, lanzan la acusación de ¡machismo! No, señoras.
El machismo es un problema social demasiado grave como para frivolizar con él. Es una falta de respeto a todas las mujeres que de verdad lo sufren a diario. A todas las mujeres con enormes dificultades para conciliar trabajo y vida familiar. A todas las que dan la cara y se ocupan de los problemas escolares o de salud de sus hijos mientras sus parejas masculinas creen estar al margen de todo eso. A todas las que son criticadas cuando se salen del camino marcado por una sociedad patriarcal y todavía, a pesar de los avances, demasiado nacional católica.
Firma invitada: Prudencio Gordo Villarraso.