El ejército y el gobierno de Israel, no todos los israelitas, no todos los judíos, siguen cometiendo los peores crímenes contra la humanidad.
Tal vez continuar con el libro de psicología transpersonal, o buscar recetas de tartas sin azúcar en YouTube hubieran sido buenas opciones.
Incluso ver una película en una plataforma, una película muy simpática y sentimental en la que dos seres humanos se encuentran, se desencuentran y vuelven a reencontrarse al final. Cualquier cosa menos ponerme al teclado en el estado en el que estoy, que es entre abatido y profundamente enojado con la vieja y puta Europa o, con cierta elegancia, “La Gran Ramera de Babilonia”, como dejó escrito Juan en algún lugar del Apocalipsis.
El ejército y el gobierno de Israel, no todos los israelitas, no todos los judíos, siguen cometiendo los peores crímenes contra la humanidad (en mi humilde opinión) desde que la rubia bestia germánica con uniforme de Hugo Boss, negro y con la calavera en la gorra, asolara cualquier parte por la que pasó. Pero ni siquiera los soldados de las Waffen SS ocuparon hospitales, y mataron a heridos y personal sanitario, que yo sepa. Por lo demás en poco varia la forma de actuar del ejercito sionista con respecto a los del uniforme negro. Y sí, me reconozco antisionista, y si me llamáis antisemita y todo lo que gustéis llamarme, me vale madre, expresión mexicana que creo que es más elegante que la que pensaba escribir, directamente relacionada con el sudor del miembro viril.
...el ejército israelí hace una limpieza étnica, por no decir genocidio...
Y mientras el ejército israelí hace una limpieza étnica, por no decir genocidio, en la Franja de Gaza, para después despejar de ruinas y restos de árabes los nuevos territorios que darán a los colonos ultra ortodoxos, la Gran Ramera de Babilonia mira hacia otro lado, o pone la mano frente los ojos, o, como mucho, regaña suavemente a los asesinos. Aclaro que esto son humildes opiniones y si alguien me demuestra que estoy equivocado, que los soldados israelitas, que las bombas israelíes, que los drones y misiles israelitas, no matan ni a mujeres ni a niños, que únicamente matan a terroristas de Hamás, y a algún que otro cocinero a sueldo del chef de guardia de la Casa Blanca, o algo así, si me lo demostráis, entonces, pediré disculpas. Faltaba más.
Los tanques del ejército israelí han entrado esta mañana en la parte palestina de Rafah, con lo cual los gazatíes de esa zona deberán irse una vez más de algo a lo que no se si se atreverían o no a llamar “hogar”. Y aquí nosotros pensando en tenistas o en toros, que si sí, que si no, en festivales de eurovisión y otras amenidades. Es normal; hasta aquí no nos llegan los gritos de los heridos, las lágrimas de los supervivientes, el olor de los cientos de cadáveres, ni nos salpica la sangre. Sólo las imágenes de los telediarios nos sitúan ante el horror, minutos antes, o después de contarnos lo más reciente del Tenista o la última ocurrencia de la presidenta de la libertad y las cañas.
...no todo está perdido, queda un puñado de estudiantes...
Para mi sosiego espiritual no todo está perdido, queda un puñado de estudiantes, no un pelotón de soldados como escribió José Antonio Primo de Rivera, actuando para salvar no la Civilización tal vez, pero si el honor y la decencia de esta parte del mundo que habitamos. En contra de lo que se suele decir de que los jóvenes de hoy no sirven para nada, los estudiantes de algunas universidades americana y europeas están demostrando con sus movilizaciones a favor de los palestinos que aún quedan esperanzas, que no todo está perdido.
Hoy no debería haber escrito, pero necesitaba hacerlo, como el cuerpo intoxicado necesita el vómito para eliminar el veneno.