Sentado en el cibanco

Ahora no, que con el frío no apetece tanto.

 Pero en verano sí que he pasado más de un rato sentado en el cibanco de mi casa, o, mejor dicho, de la casa paterna que con tanto esfuerzo y trabajo compraron mis padres con la mente puesta en venirse al pueblo, retornar a sus raíces y dejar una Barcelona que siempre percibieron como extraña, ajena y poco acogedora.

 Tampoco puedo ahora mismo sentarme en el cibanco, toda vez que ahora vivo en un piso, tipo de edificación carente de la pieza de piedra u otro material que, en la parte opuesta al dintel, en español se llama tranco, tranquillo o umbral. Pero siempre recordaré, aunque no voy a hacerlo ahora, la tarde de mi llegada, de nuestra llegada al pueblo, sentado en el cibanco y lleno de esperanzas en el futuro. Ya habrá ocasión.

 Yo, de lo que quiero hablar ahora es del cibanco, de la palabra que yo prefiero escribir como la pronuncio, con “ce”, pero que igualmente se podría escribir “zibanco” o “sibanco”. Amo esta palabra tan inequívocamente alhameña, tan nuestra, porque es lo que nos une a todos los habitantes de esta zona del oeste de Granada: Hay paisanos míos de derechas y los hay de izquierdas, los hay del Barcelona y los hay del Madrid, aficionados a la caza y aficionados a la pesca, carnívoros, como el cuchillo del poema de Miguel Hernández, veganos, creyentes e incrédulos…Pero todos nos sentamos en el cibanco cuando la ocasión lo requiere. No en el umbral, ni en el tranco, ni en el tranquillo. Incluso los que celebran halloween y no la noche de los faroles y los Facundos, se sientan en el cibanco.

...estés en el pueblo que estés, todos estamos dolorosamente uniformados, todos aferrados al móvil, pendientes de la llegada a la red social que prefieras del último vómito de odio de los que viven de inculcar odio y miedo a los demás...

 Y en esta época de universalidad impuesta, en la cual estés en el pueblo que estés, todos estamos dolorosamente uniformados, todos aferrados al móvil, pendientes de la llegada a la red social que prefieras del último vómito de odio de los que viven de inculcar odio y miedo a los demás, de la última canción pegadiza y chabacana, en esta época digo, en la cual lo singular, lo raro, lo heterodoxo está ausente de la vida cotidiana, me complace tener una palabra que es exclusiva de los hablantes de Alhama.

 ¿Significa esto que esté descontento con esta época? Ni mucho menos, estos son mis tiempos como lo fueron los ochenta cuando era jóven y uso redes sociales para interactuar con amigos y conocidos, para divertirme y para malgastar el tiempo, que es una de las más placenteras formas de gastarlo. Para lo que no las uso es para informarme. ¿Y esto, que tiene que ver con el cibanco? Muy evidente, es el abuelo de las actuales redes sociales, el cibanco y la silla de enea sacada a la puerta de la casa para hacer tertulia con los vecinos.

 Del cibanco al tick tock hemos perdido algunas cosas, pero hemos ganado otras. Y tú, ¿dónde te sientas al fresco?