Enciende bien la candela

Cantaba Antonio Molina en “Soy Minero”.

 Y cantan, cuentan y comentan los cocineros afamados de ahora mismo hasta tal punto que casi llegan a producir fastidio, cansancio y aburrimiento. No seré yo quien discuta a nadie el derecho a opinar sobre lo divino y lo profano, sobre le ético y lo inmoral, sobre artes, ciencias, filosofías y, en general, sobre todo lo opinable. A fin de cuentas, no hago otra cosa que opinar en mi cita semanal.

 Pero es que se ha llegado al extremo de que parece valer más la opinión de cualquier celebridad mediática, famosillo de turno y tertuliano vociferante que la de gente con capacidad de opinar con sentido común, sí, pero también con datos, conocimientos en la materia y cierta solvencia intelectual reconocida.

“Con las manos en la masa” en la cual el cocinero invitado solía ser famoso antes de ponerse el delantal.

 Traigo esto a colación porque últimamente no pasa un día en el que el conocido José Andrés no se me cuele en la casa, mediante cualquiera de los medios de comunicación que suelo leer para estar al día, opinando sobre todo lo opinable. Respeto que, si dice que a la paella no hay que ponerle chorizo, no hay que ponerle chorizo, y si se le añade el clásico embutido se debe llamar al guiso arroz con chorizo, Pero es que él y toda la corte de cocinadores suelen pronunciarse sobre temas muy alejados de los fogones.

 No es el caso de Santiago Niño Becerra, otro asiduo de mi casa, que, al menos, habla de economía que es el campo en el que demuestra solvencia y rigor. Que es algo muy de agradecer. No tengo, por supuesto nada en contra de los cocineros ni de las cocineras ni de las cocinas, toda vez que suelo comer a diario e incluso cocinar alguna que otra noche algo más que la tortillita francesa y la ensalada pertinente; pero sí creo que están muy sobrevalorados y que todo esto empezó a cocinarse allá por los años noventa cuando los arguiñanos, los arzak y los adriá comenzaron a jugar, casi literalmente, con la comida, mucho más el último de la lista. Luego la televisión, acabó de darle al guiso el último hervor, para servir lo que ahora nos ofrecen, esto es, programas de televisión donde lo que cuenta no son los platos cocinados o a cocinar o la personalidad del cocinero diletante, como por ejemplo en ese gran programa de Elena Santonja, “Con las manos en la masa” en la cual el cocinero invitado solía ser famoso antes de ponerse el delantal. Lo que cuenta es la faramalla, y cuanto más faramalla más éxito para el programa, cosa que no sé si es atribuible al televidente que traga esos comistrajos televisivos o a las cadenas que los ofrecen.

...el ser humano es, que yo sepa, el único ser de la creación que cocina

 Siento, por otra parte, el máximo respeto, admiración o cariño por toda esa gente, profesional o no, que cada día tiene el reto de poner de comer a su familia, a la clientela, cuando no a los dos tipos de comensales, No puede ser de otra forma en quien, como el que suscribe, se honra en llamarse amigo de Pablo Ruiz Becerra, cocinero y hombre de bien y cuyos arroces (nunca los llama paellas) rozan la perfección. Y, sí, sé perfectamente que esta es la tercera vez que aludo al cocinero alhameño y colaborador de esta casa, que está a años luz de los famosillos, no por profesionalidad y destreza ante los fogones, sino por su humildad y hombría de bien.

 No está de más recordar que si bien hay otros animales capaces de usar herramientas para sus fines, el ser humano es, que yo sepa, el único ser de la creación que cocina, es decir que usa inteligencia, utensilios y elementos naturales para trasformar la materia en otra cosa, que ya no es natural, que es artificial y, por lo mismo mucho más humana. Estoy convencido de que la única alquimia real y posible es la cocina, que, prácticamente usa los mismos utensilios: Morteros, recipientes, fuego y conocimiento para crear de un puñado de garbanzos, algunas carnes, unas cuantas verduras, agua , fuego y tiempo esa maravilla de la gastronomía de mi pueblo que es la olla alhameña plato que también se puede llamar puchero o cocido, eso, como tantas otra cosas, seguramente va por barrios, De mí sé decir que he sido siempre “olladicente”. Y comiente, palabros que la RAE no sanciona, pero que ahí dejo,

 Y, lo dicho, “Cocinero, cocinero, enciende bien la candela”.

Imagen generada por inteligencia artificial.