Queridos candidatos

Los poetas pueden ofrecer paraísos.

 Y utopías a golpe de pluma, bolígrafo o tecleo. Del mismo modo pueden prometer sociedades quiméricas.

 Pero a los políticos no les es lícito tal comportamiento, salvo, claro está, que lo hagan como entretenimiento de sus ocios y en forma literaria. Mientras actúan como políticos deben ceñirse a la cruda, triste y apocalíptica realidad (los de la oposición siempre la ven así) o a la realidad cómoda, confortable y segura que ofrece al usufructuario el sillón del poder.

Del mismo modo es de desear que la depuradora que nos han ofrecido unos y otros algún día se materialice y deje de ser una quimera

 Por tanto, prometer al posible votante infraestructuras que no se van a realizar o mejoras en la vida ciudadana inalcanzables, es un claro ejemplo de lo que no deberían hacer los políticos en campaña electoral. De modo que si, un suponer, ofrecen la creación de un espacio escénico digno en el cual el respetable (y el no respetable también) público pueda gozar del espectáculo y los actuantes, ya sean músicos, actores, o rapsodas, puedan hacerlo con seguridad, comodidad y disfrutando de dignas instalaciones en las cuales vestirse, desvestirse y maquillarse, si la ocasión lo requiere; deben hacerlo. Del mismo modo es de desear que la depuradora que nos han ofrecido unos y otros algún día se materialice y deje de ser una idea, un proyecto, una ilusión, una quimera.

 Por eso, apelo a cuantos vayan a pedirme el voto en las elecciones locales venideras que sosieguen y acallen el espíritu alegre y audaz con el cual prometen todos los paraísos terrenales posibles a cambio del voto emitido. Por ahí no van nada bien, si pretenden seducirme y atraer mi voto. Tampoco deseo que me digan los opositores todo lo que va mal entre nosotros. Soy asaz despistado, es cierto, las más de las veces camino absorto en mil planes que sé que no voy a realizar, o urgido por las prisas del quehacer cotidiano, todo eso es verdad; pero a pesar de eso aún consigo enterarme de dónde vivo, entre quiénes habito y los males y necesidades de este pueblo modesto, pero al que no cambio por la Villa y Corte y al que cambié por la Ciudad Condal. No me digáis lo que ya sé, no me ofrezcáis lo que sé que es imposible, ni andéis en seducciones de proyectos «stupendos», escrito como homenaje a Forges y para que se me entienda.

Y tener la oficina de la Seguridad Social abierta, al menos en horario de oficina y días laborales sería muy de desear

 Por otra parte, mis aspiraciones son escasas, mis necesidades modestas y sencillas de satisfacer. Un pueblo limpio, con calles transitables y bien pavimentadas, con los obstáculos arquitectónicos mínimos. Plazas y plazuelas bien cuidadas y en las que haya viejos, niños y perros (nada me da más sensación de alegría ciudadana que ver compartir espacio público a la generación que ha de llegar, a la que ya ha llegado y perros y gatos). Además, lógicamente, me es imprescindible tener garantizada la asistencia sanitaria a cualquier hora del día o la noche, si la cosa pinta urgente, y todos los días en la consulta, si no lo es. La posibilidad de salir del pueblo hacia la capital con horarios adecuados y solventes, tampoco estaría nada mal. Y tener la oficina de la Seguridad Social abierta, al menos en horario de oficina y días laborales sería muy de desear. Los que lo hemos conocido lo echamos de menos, toda vez que no todos estamos cualificados para sortear los escollos, bajíos, galernas y otras vicisitudes indeseadas que obstaculizan últimamente la navegación de las aguas tormentosas de la Seguridad social. Tomen esto quienes deban tomarlo, como un tirón de orejas al ministro encargado de tales asuntos o como el desahogo de un vejete un tanto enfurruñado, que a mí tanto me da.

 Esto en lo que atañe a las cuestiones más del día a día, en lo que concierne a las graves cuestiones espirituales simpatizo con los que para contactar con Dios lo hacen en sinagogas, iglesias y mezquitas y deseo para ellos toda la ayuda que sea posible para garantizar que sus oraciones sean escuchadas. Por mi parte sigo la norma de San Mateo «Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu padre en silencio. Y tu Padre que ve lo que haces en secreto te dará tu premio».



... a quien competa el arreglo de la Iglesia de la Encarnación se ponga manos a la obra...

 Dicho lo cual, deseo, como el que más, que a quien competa el arreglo de la Iglesia de la Encarnación se ponga manos a la obra y, rezando, pero con el mazo dando, hagan cuanto sea necesario para que lo que los canteros del pasado nos legaron, llegue en buen uso a los canteros del futuro. Y esto es un guiño a mis monitores de cantería que se tienen el cielo ganado, a los cuales deseo que no les falte cincel, martillo y piedra.

 Por hoy, creo que eso es todo, pero estaremos en contacto, saludos, suerte y, entre todos y para todos una Alhama más vivible.