Dos por el precio de una

Hago esta oferta a mis lectores imbuido del espíritu comercial de las grandes compañías.

 Que aprovechan estas entrañables fiestas para hacer ofertas de todo tipo, desde un crédito bancario a quien no lo necesita o apetece hasta descuentos sin cuento en artefactos de comunicación, televisiones, di que inteligentes, y toda suerte de tentaciones al alcance de la tarjeta de crédito o débito. E incluso dado el comportamiento de las cookies, ajustan en los “interneses” las ofertas a tus gustos.

 Pero mi oferta es asaz sencilla y gratuita, escribir dos miradas en una o una que valga, o no valga, eso ya es opinión de cada cual por dos. Por la del último viernes del año que estamos despidiendo y por la del día de los magos de la ilusión, los magos de oriente que rindieron homenaje al nacido en Belén.

 Es uso y costumbre de los periodistas más serios y rigurosos, que colaboran en medios de acreditada solvencia económica y profesional, y cuya credibilidad está fuera de toda duda (hablo sin ironía y en España hay al menos tres que cumplen esos criterios). A lo que iba, es costumbre, decía, que por estas fechas toca escribir artículos resumiendo el año que hemos pasado, que estamos pasando aún y deseando toda suerte de cosas buenas y agradables, como un trabajo fijo y bien pagado, un pellizco grande en la la Lotería del Niño, un amor correspondido, o cualquier otra cosa o circunstancia de las que hacen de la vida de cada cual un lugar más habitable y confortable. No le quepa duda alguna al lector de que todo eso se lo deseo durante todo el año y se lo desearé en el próximo que ha de llegar.

...no he cursado ningún estudio de Ciencias de la Información. Por lo tanto y como de alguna manera me tengo que calificar me autoproclamo “piriodista”

 Ahora bien, cabe preguntarse si este que les escribe, su seguro servidor, cumple los requisitos necesarios para ser llamado periodista. La respuesta es que, evidentemente no, dado que no he cursado ningún estudio de Ciencias de la Información. Por lo tanto y como de alguna manera me tengo que calificar me autoproclamo “piriodista” y con esa tranquilidad de dejar las cosas claras prosigo con estas dos miradas en una.

 El año, ya saben todos ustedes como le ha ido y las expectativas de como irá el 2023 ya las tienen más o menos, de mí sé decir que los he tenido mejores, pero también los he tenido peores. Como en el viejo chiste que me quede como estoy, es decir con la salud y los ingresos suficientes para ir tirando con cierto decoro y dignidad. Que otra cosa no he apetecido nunca.

 Parece que la de despedir el año ya está casi concluida y toca, a fuer de hombre respetuoso con su palabra, continuar escribiendo la de las entrañables fechas de los magos de la ilusión. Citando a Buñuel diré que, si no creo en los Reyes Magos, ¿Cómo voy a creer en Papa Noel, San Nicolas o Santa Claus? no tengo muy claro sin son tres entes distintos o uno sólo con tres nombres.

 Tampoco es que me importe mucho, porque yo, como soy de los Reyes Magos, este año les voy a pedir que me operen del ojo izquierdo (irónicamente veo mejor con el derecho ya operado). Eso como cosa bastante posible y como son magos les voy a a pedir que hagan la magia de derramar la concordia y la paz y el entendimiento entre todos. Y conseguido esto, que se recupere el espíritu que dio paso a la constitución de San Nicolas, que es esta que ahora tenemos, bastante más añosa que en su tiempo, recién nacida y rozagante, redactada entre todos los que tenían voz y voto (o las personas que se designaron para ello), pero surgida tras unos tiempos de infelice recordación para la gente a la que llamaré de izquierdas y nostálgicamente recordados por los que llamaré franquistas , que fascistas no les gusta, no sé por qué.

Una república plural y democrática y en la que sea posible que la presida el señor Abascal, un suponer y gobierne el señor Iglesias.

 Lo que sí se ha perdido es el consenso, esa hermosa palabra, de suerte que quienes tienen el poder de vetar las propuestas de los otros lo hacen a su placer, empantanando y embarrando las instituciones que deberían ser reflejo de todo el país, y no de una parte de ese país. Mala cosa es cuando nadie es capaz de ceder en algo, para ganancia de todos. Muy mala.

 Estando las cosas así, me pido para los reyes la proclamación de la tercera república española. Una república plural y democrática y en la que sea posible que la presida el señor Abascal, un suponer y gobierne el señor Iglesias. Si ese es el designio de la mayoría parlamentaria. Solo eso acepto como sagrado e inviolable. Solo lo establecido y pactado por la voz del pueblo. Esto es, de sus representantes. A los que se ha callado, no es la primera vez que lo digo.

 Naturalmente pido todo esto, como cuando de niño pedía una bicicleta, a sabiendas de que me iban a traer otra cosa, porque a fin de cuentas al final esta otra mirada ha sido una vulgar carta a los reyes magos de oriente, que es, hoy por hoy, de los únicos que me permito hablar.

 Como carta se quede y como reivindicación de un republicanismo intelectual, que es el único que nos podemos permitir los republicanos españoles que acatamos, a pesar de todo y de todos, la constitución nacida en San Nicolas.