Pero un sólo corazón

Tal vez sea por el espíritu de las fiestas que están casi ahí mismo.

 Fechas y fiestas, odiadas para algunos, veneradas y festejadas para otros, pero en las cuales parece flotar en el ambiente un cierto aire de bondad, buenos deseos, según sus defensores y de hipocresía para sus detractores. Yo, que soy del bando de los que cada año por estas fechas añoran la voz cascada de Pepe Isbert llamando a Chencho, lo reconozco, quiero aprovechar para desear a mis lectores, amigos, familiares, conocidos, vecinos y, en definitiva, a toda la gente con la cual me cruzo a lo largo del año todo bien deseable a gente a la que se quiere y de paso, aprovecho para atreverme a desear también en el colmo de la ingenuidad un sólo corazón.

 Fue el tito Miguel Ríos el autor de esos versos, cantados a ritmo de rock and roll: "Necesitamos muchas manos, pero un sólo corazón". Muchas manos porque la tarea que deberían hacer esas manos es enorme y profunda. Nada menos, pero tampoco nada más, que hacer cada día el mundo un poco mejor. Y un sólo corazón, porque es a través de la empatía, de ser capaz de sentir y experimentar lo que sienten y experimenta los demás, casi literalmente de meterse dentro de sus zapatos, como se puede lograr esa conexión que hace que sea más fácil hacer el mundo un poco mejor cada día.

Aspiro a un mundo en el cual sea posible para todos vivir una vida digna y decorosa y en el cual imperen la solidaridad y la entrega a los demás por encima del mezquino egoísmo



 No se necesitan grandes gestos ni actitudes grandilocuentes, a veces basta con algo tan sencillo como hacer bien tu trabajo, otras dar un poco de tiempo y atención, demostrar solidaridad, que no caridad con quien lo necesita.

 Vivimos en un mundo en el cual es posible conectarnos por medio de los trastos de tecnología avanzada con gente que está a miles de kilómetros de distancia, pero a veces, especialmente en las grandes ciudades no sabemos apenas nada de nuestros vecinos más inmediatos. Aspiro a un mundo, sigo con la ingenuidad de mis años juveniles, en el cual sea posible para todos vivir una vida digna y decorosa y en el cual imperen la solidaridad y la entrega a los demás por encima del mezquino egoísmo, un mundo en el que las banderas y patrias sean un lugar de partida de un "nosotros y vosotros" que dé lugar a un "nosotros".

 No se llega a mi edad sin haber dejado ilusiones y sueños rotos, pero también es cierto que me ha sido dado conocer a gente, a mucha gente que hace cada día la vida un poco mejor para los demás. Y lo hace sin esfuerzo, o con un esfuerzo que para ellos es satisfactorio antes que ingrato. Dedican su tiempo a actividades que proporcionan consuelo, alegría compañía, calidez y amistad a quien lo necesita. Y es que muchas veces basta con una sonrisa y un abrazo para recomponer el día más roto e iluminar el más gris de los cielos anímicos.

...me refiero a mis amigos poetas que regalan sus versos a través de esta web

 No voy a dar nombres, pero todos vosotros sabéis que me refiero a vosotros los músicos, los actores vocacionales, el personal sanitario que hace todo lo humanamente posible para atender a quien lo necesita, supliendo con trabajo y entrega la falta de personal. Que me refiero a quien aprovecha su trabajo para, de paso, recoger el resultado de la solidaridad de la Comarca de Alhama y hacerlo llegar a quien hará el mejor uso. Que me refiero a mis amigos poetas que regalan sus versos a través de esta web.
 
 Son muchas más las personas buena gente que cambian, un poco, que ya es mucho, la vida de aquellos que tienen a su alrededor. Muchas más que las malas personas, que también las hay, que enturbian las aguas más limpias y ensucian los más límpidos aires.

 A toda la buena gente mis mejores deseos y a la mala también, porque nosotros no somos como ellos.

 Un abrazo y felices fiestas, navidad, fiestas de invierno, saturnales o, para los judíos Janucá, que ya falta poco para esta última.