Somos los herederos de ese sueño

En algún lugar, en algún tiempo, alguien soñó un mundo mejor.

 Un mundo que no es exactamente este que habitamos nosotros, los que nos podemos quejar de lo cara que está la vida, pero que no tenemos que tirarnos al monte o a la calle con un fusil para defenderla, los que podemos poner el grito en el cielo por los impuestos que nos caen encima, pero estamos casi seguros de que no nos va a caer una bomba de un bombardero o de un dron, da igual. En fin, ya sabéis a que mundo me refiero, ese mundo que tanto nos fatiga, aburre y agota, con todos esos políticos a los que votamos y volvemos a votar, pero que no nos gustan nunca.

...conocí una Alhama sin Centro de Salud

 Somos los herederos de ese sueño que soñaron, en algún lugar, los que no podían quejarse de los políticos, aunque no los elegían, no podían elegirlos, en algún tiempo en los que no había cortes ni de agua ni de luz porque la luz era la de un candil y el agua la que manaba, fresquita, eso sí, de las fuentes. Como el mundo es ancho y ajeno, todavía hay en este tiempo, pero en otros lugares, mundos en los que una fuente que mane agua, cerquita de la casa, es un lujo, porque lo normal es tener que ir a buscarla a lo que podríamos llamar coloquialmente el quinto pino (es una forma de hablar, por esos lares suele haber pocos pinos). Y nosotros aquí con nuestros grifos de agua caliente y fría , nuestra mantita y nuestras plataformas de emisión en continuo, venga a quejarnos de todo y de todos.



 Y hacemos bien, porque todo eso que disfrutamos los que tenemos sesenta o menos años es herencia recibida de nuestros padres y abuelos, que en algún lugar hace algún tiempo, soñaron un mundo con democracia, elecciones, centros de salud en los pueblos en los que te atienden lo mejor que pueden, que es mucho; y que saben y quieren, que es mucho más todavía. Y oiga, que yo he trabajado en la construcción del Centro de Salud de Alhama. Vale, fue solo un día y de peón de albañil, en las calles (el tan denostado PER), pero lo que quiero resaltar es que a pesar de mis jóvenes sesenta años (jejejeje, de ilusión también se vive), conocí una Alhama sin Centro de Salud. Decía que somos los herederos de ese sueño, pero no los propietarios del mismo, nuestro deber es recoger el sueño, mejorarlo en lo posible y trasmitirlo a nuestros herederos. En este caso mis herederos son todos los habitantes de esta zona del mundo que habito, con los que comparto aire, agua, pan y algunas cosas más.

Nos toca seguir defendiendo lo público

 Y hay mucho por hacer porque por desidia, pereza o dejadez estamos dejando que nos mojen la oreja los herederos de los optimates y pongan lo público, la sanidad y la educación especialmente, como unos zorros para luego poder decir que lo público funciona fatal, normal si a pesar de la más que evidente buena voluntad de los profesionales no hay medios ni retribución adecuada. Y que hay que privatizar. Que ya lo dijo el señor Reagan, que el gobierno no es la solución, es el problema, y, lógicamente la solución pasa por dejar las cosas de la salud y la educación en manos privadas (aquí, a modo de inciso no me privo de comentar que la educación en algunos colegios mayores de sobra conocidos dista mucho de ser la que yo querría para un hijo, o una hija, si vamos al caso).

 Nos toca seguir defendiendo lo público, porque pensamos que la educación y la sanidad deben ser de acceso libre y gratuito para todos, porque creemos que la enseñanza pública es de mejor calidad que la privada, estoy absolutamente convencido de ello y porque confiamos plenamente en nuestros profesionales de la salud, desde los del Centro de Salud de Alhama (o de tu pueblo) hasta el Clínico San Cecilio, o el Virgen de las Nieves, o el que te toque. Aquí no hay creencia, hay años de ser usuario de la sanidad pública andaluza y conocer a sus excelentes profesionales que están en lo que están creo que por vocación de servicio público y no por la pasta. O no sólo por la pasta, cuando os ponéis tiqusmiquis os ponéis ¡Córcholis!