Sí que se presentó a cargos elegibles mediante el voto de los senadores y lógicamente siguió el “cursus honorum” necesario.
Necesario para poder aspirar a los más altos cargos que ofrecía entonces la República Romana y que implicaba varios años de servicio y aprendizaje de los entresijos de la vida pública romana y requería el cumplimiento y desempeño de una carrera militar y varios cargos jurídicos y políticos de importancia creciente.
Posiblemente unas primarias hubiesen evitado las guerras civiles, es una posibilidad; pero dado que en la República de Roma la violencia política era endémica desde tiempos muy anteriores a César, lo único que hubiese pasado es que las guerras civiles se hubiesen producido en las calles de Roma y no a lo largo de toda Roma, con ejércitos profesionales, como fue el caso.
No soy partidario de las primarias, y el peor ejemplo es el de los Estados Unidos, en los cuales siempre sale elegido el peor presidente posible de todos los candidatos. Basta con consultar la lista de los últimos presidentes para constatarlo.
...me preocupa la deriva que hace años tiene la política española
Y como no me gustan las primarias ni el Cesarismo, aunque reconozco que Julio no fue el peor de los romanos, me preocupa la deriva que hace años tiene la política española, por la cual importa mucho más la foto del cartel electoral que el programa electoral, la persona que la ideas o el proyecto político que esa persona va a desarrollar, que es, a fin de cuentas, lo que se espera que haga quien se presenta a unas elecciones: Contribuir con su trabajo a hacer posibles las políticas que ha defendido en la campaña.
A mí particularmente no me interesa demasiado la foto de ninguno de los candidatos de izquierda que se presentan a las elecciones andaluzas, pero agradezco que, en el caso de las de la izquierda a la izquierda del PSOE sean poco carismáticas, cuando no desconocidas. De este modo valoraré su compromiso con las ideas que mantengo, que son pocas, pero muy bien establecidas en mi magín: Prevalencia de lo público sobre lo privado en cuestiones de educación, salud y pensiones y, por tanto, fortalecimiento del Estado a través de instituciones saneadas económicamente con impuestos. No quiero decir, en modo alguno, que la iniciativa privada me parezca mal, escribo en un medio privado. Pero prefiero vivir en un país en el que me resultaría muy difícil comprarme un fusil de asalto, en el caso de que quisiera hacer tal desatino, pero la insulina que necesito me resulta gratis. También prefiero que la educación que reciben los hijos y nietos de mis amigos sea la mejor posible, en aulas que no estén “modo lata de sardinas” o que mi madre, perdón por personalizar, no tenga que esperar varios meses para una cita con el oftalmólogo.
Lamentablemente ha calado hondo el discurso de las derechas de una Andalucía subsidiada
Todo eso es lo que quiero para Andalucía y para España y sé positivamente que eso es posible con partidos de izquierda, que tengan en cuenta el bien común.
Lamentablemente ha calado hondo el discurso de las derechas de una Andalucía subsidiada, en la cual los señoritos socialistas, que haberlos también los había, eran los amos del cortijo y ya nadie tiene memoria de los enormes cambios, para bien o muy bien, experimentados por Andalucía y por España con gobiernos socialistas. No niego que hubo corrupción, pero los corruptos fueron apartados de la vida pública y rindieron cuantas a la justicia.
Por eso a la hora de votar me voy a olvidar de las fotos de los carteles electorales y me voy a centrar en la lectura de los programas presentados.
Y en cuanto a los debates televisivos, es algo a tener en cuenta que la pregunta sea, ¿quién Ha ganado?, ni siquiera queremos saber quién tiene más o menos razón. Lo que queremos no son gestores de lo público, queremos charlatanes.