Para entendernos bien desde el principio, empleo el término cuánto en sentido de la física y otras ciencias.
Es decir, la menor cantidad posible de energía o el valor mínimo que puede tomar una magnitud en un sistema físico. Lo que en informática es el bit, la unida mínima de información. Establecido y aclarado el concepto, mi teoría cuántica del trabajo consiste en que el mejor trabajador será necesariamente el más vago, es decir el que menos trabaje. O, dicho de otra manera, algo más elegante, el que, para efectuar bien su trabajo, insisto en “bien” emplee la menor cantidad posible de recursos, energía y tiempo. Esa es la razón de que, según he leído en algún sitio, Bill Gates contrata a los más vagos porque trabajan mejor y más rápido.
Nada que ver con la corriente imperante en las escuelas de casi todo el mundo, en las cuales se premia no el resultado si no el esfuerzo y el trabajo invertidos en ese resultado. Lo cual solía terminar, en mi caso, en que después de dedicar un enorme esfuerzo a un problema matemático, de esos que todos hemos sufrido en la EGB, el resultado era totalmente erróneo, pero, al mostrar la libreta llena de números, operaciones y fórmulas decían que al menos me había esforzado. Pero a mí me quedaba una enorme sensación de pérdida de tiempo, tiempo que hubiera podio emplear en leer, escribir una redacción o jugar alegremente.
... hay un trabajo esencial para el buen funcionamiento de cualquier república bien organizada, el de camarero...
Esta situación de ética del esfuerzo, el sudor y las horas echadas en el trabajo se debe a que por lo general en España y en casi todo el mundo civilizado el trabajo se paga muy mal y, por lo tanto, compensa que el empleado se esfuerce lo que haga falta, total para lo que va a cobrar. Naturalmente esto se aplica a según qué trabajos como escribir novelas, ya se sabe que todos los grandes presumen de que “cuando llega la inspiración me pilla trabajando”. Sin embargo, hay un trabajo esencial para el buen funcionamiento de cualquier república bien organizada, el de camarero, en el cual los clientes exigen que sea un trabajo cuántico, efectuado en el mínimo tiempo posible, o aún menos del necesario. Resulta sorprendente que mucha gente llega a una sucursal bancaria, a cualquier oficina pública o privada o a la cola del supermercado y espera su turno pacientemente, como debe ser; sin embargo, es llegar a un bar y ponerse a reclamar a grandes voces, aunque estén viendo que los camareros no dan abasto. También, y continuando con el símil de la mecánica cuántica, se exige al camarero que esté en dos, o más sitios a la vez. Esto es, por supuesto, aplicable también a cualquier madre en activo.
No estoy hablando de broma ni irónicamente, aunque lo parezca cuando digo que creo que hay que intentar enseñar a quien debe ganarse la vida con un trabajo a que lo haga de la manera más fácil, rápida y sencilla posible y que el valorar y ponderar el esfuerzo, el sudor y toda esa ética que da como resultado un sobresfuerzo innecesario es erróneo.
...lo adecuado es el equilibrio entre el sueldo del trabajador y el trabajo que desempeña
No estoy, en modo alguno, abogando por la chapuza, la negligencia o el mal trabajo, todo lo contrario, lo que quiero es que los profesionales que necesito para mi vivir cotidiano sean, como es el caso, afortunadamente, gente bien preparada para hacer su trabajo de manera cuántica, es decir, sin emplear más tiempo del necesario en hacer aquello que se supone que deben hacer. Pero por supuesto, tampoco menos del tiempo necesario.
En esta cuestión, como en tantas otras de la vida cotidiana, lo adecuado es el equilibrio entre el sueldo del trabajador y el trabajo que desempeña. Siempre y en cualquier caso el sueldo va a ser mucho menor del que merezca. O casi siempre.
Eduquemos para la vida y tengamos en cuenta que siempre en cualquier situación que requiera de trabajo o es esfuerzo siempre será preferible la del trabajo cuántico. Lo del sudar está bien para las saunas y para los futbolistas que tiene que sudar la camiseta, o para la playa a los que les guste tostarse al sol y transpirar.
Para todo lo demás, como decían los viejos campesinos que nos criaron y educaron, “la vista es medio peón” Y eso implica lo que a fin de cuentas no es sino la optimización de recursos. A veces, menos, es más.