No hay que hacer paellas con gaseosa



Ya sé que el consejo es absurdo porque a nadie se le ocurre tal cosa, imagino.

 No quiero entrar en el polémico mundo de las paellas según las reglas del arte y los arroces con cosas, entre otras razones porque mi nutricionista me tiene racionado el arroz por motivos de salud. Pero de igual forma que no es buena idea hacer un arroz con gaseosa, tampoco es la mejor iniciativa jugarse los cuartos y las reformas laborales con gente más centrada en el rincón de la sombra del campanario de su pueblo, que en el universo mundo, con lo grande que es, lo lleno de maravillas por descubrir y lo espectacularmente habitado por trabajadores y trabajadoras a los que no les parece bien que, por un motivo localista, les toquen las partes pudendas, metafóricamente hablo, más de lo que ya se las toca el simple hecho de tener que salir cada día a ganar el pan con que sustentarse y sustentar a los suyos.

El nacionalismo llevado a sus últimas consecuencias es incompatible con la defensa de los trabajadores porque siempre es burgués
 Entiendo perfectamente que una reforma laboral pactada con la patronal es mucho peor que una impuesta por la fuerza de la clase trabajadora y su lucha tenaz; pero con todo es mucho mejor que una impuesta por el gobierno del señor Rajoy, que tanta paz tenga como ha dejado. También podría asumir que una reforma con barretina y txapela es mucho mejor, dónde va a parar que una que sirva por igual para los cachirulos maños que para las ‘gorrilas’ de pana para el invierno que gastamos por el agro andaluz. Cada cual, con su tocado, pero todos protegidos por la mismas leyes y reglamentos laborales. Y si te opones a una mejora que afecta a millones de trabajadores por defender a tu gente catalana y vasca me das a entender que siempre vas a poner a esa gente en primer lugar y no creo que sea conveniente tenerte al lado cuando haces falta. Mas claro lo puedo decir y lo digo y escribo: Teman, y teman mucho, los que gobiernan en España a sus socios y amigos que ya han dado muestras de que son nacionalistas, no hay nada malo en ello, aquí cabemos todos; pero no son de izquierdas por mucho que se jacten de serlo.

 El nacionalismo llevado a sus últimas consecuencias es incompatible con la defensa de los trabajadores porque siempre es burgués, incluso quienes desde Andalucía llaman a romperla en dos, en nombre del Reino de Granada, lo hacen desde la defensa de sus intereses burgueses. Intereses que no digo que no sean legítimos, sobre eso no me pronuncio ni tengo por qué, pero que no son los de la clase trabajadora a la que deben defender los partidos de izquierda.

...ni los ‘festis’ de Benidorm o Eurovisión, ni el mutuo medirse los misiles de Putin y Biden me interesan como tema de reflexión
 Nada tengo contra quienes defienden sus intereses, como yo hago con los míos, pero sin confundir, sin intentar ampararse en lo que no son para, a fin de cuentas, a la primera de cambio, asomar la patita de lobo debajo de la piel de izquierdista.

 Y mucho más cuando para criticar la reforma se usan argumentos desde una pretendida izquierda como que ha sido pactada con la patronal, nos ha fastidiado, como si los israelíes en vez de negociar, cuando lo hacen, con los palestinos lo hieran únicamente entre ellos.

 Soy el primero en lamentar el tono, tal vez excesivamente ácido, de la reflexión de esta semana, pero se da la circunstancia de que entre las noticias de la prensa que consulto, una semana antes de publicar lo que hoy escribo, aclaro, ni las victorias de tenistas ni los ‘festis’ de Benidorm o Eurovisión, ni el mutuo medirse los misiles de Putin y Biden me interesan como tema de reflexión. Los tenistas y festivaleros porque no me motivan y lo otro porque al final pasará lo que tenga que pasar y lo que diga yo, o el señor Sánchez, si vamos a eso, poco ha de contar en el resultado final.

 Ni arroces, o gazpachos, con gaseosa ni a la hora de votar reformas que afectan a toda España, contar con según que socios. Mejor ponerse siempre en lo peor y contar con un plan B. Por si acaso.