Líbranos del mal



Corría el año 79 cuando se estrenó “Alien, el octavo pasajero.”

 Un peliculón, sin la menor duda. Y una sutil forma de convencernos de que el enemigo es otro o el otro, “alien” y de que el mal, o su personificación, es negro, repulsivo y baboso, muy baboso. Cuídate, pues de los de piel oscura, más aún si son feos y encima extranjeros o nativos con deseos sexuales no usuales. De cualquiera que no sea como tú, seas como seas.

 En el cine esto puede resultar, pero en la vida real uno no ve venir a un cura pederasta porque en nada se distingue de un fiel servidor de Dios y de los hombres; Bashar al-Ásad antes de convertirse en el dictador sangriento que pensamos que es, era un oftalmólogo de Londres que recetaba Latanoprost a sus pacientes con problemas de tensión ocular. Incluso hoy mismo, situado en la misma habitación con el rey Felipe, el que los viese vería a dos hombres altos, bien trajeados y distinguidos con un más que buen conocimiento del inglés. Y el que no los conozca no podría distinguir al sangriento dictador del afable monarca adorado por los españoles.

Antes de la existencia del partido nazi ya había nazis en Alemania.
 No, no hay ningún rasgo distintivo que diferencie a la buena gente de los hijueputas, término del español de una parte de América que me creo con derecho a usar. Sólo por sus obras los conoceréis. Si destilan odio, como Alien babas, si manipulan a los demás para conseguir sus fines, si no conocen la empatía, lo que les permite ignorar el sufrimiento ajeno, o disfrutar de él, en ese caso son mala gente, aunque tengan el aspecto de Catherine Tramell, que antes de coger el picahielo es el sueño de una noche de verano para hombres y mujeres (es bisexual). El mal existe y habita entre nosotros porque forma parte de la naturaleza humana y todos, de un modo u otro participamos de él. Por acción o por omisión. Hitler jamás hubiera regido los destinos de los alemanes si todo su programa e ideario no hubiese estado en la mentalidad y el pensamiento de los alemanes, en mayor o menor medida. Antes de la existencia del partido nazi ya había nazis en Alemania. Si las ideas del partido de Abascal no estuviesen en germen en la sociedad española, Vox sería puramente testimonial.

 No es mucho lo que podemos hacer, pero sí está en nuestras manos mirar en nuestro corazón y ver el mal cara a cara, ser conscientes de que anida entre nosotros y en cualquier momento puede salir. Estar vigilantes y abortar de inmediato cualquier atisbo de odio, de intolerancia, de racismo, de homofobia, de aporofobia, de machismo.

Si en el otro ves un hermano, tienes hecha la mitad de la faena; si por el contrario, ves un “alien” te queda mucho camino por andar. 
 Y saber que una victoria puntual no es la derrota definitiva. Pero tampoco el mal, si nos lo proponemos, puede vencernos definitivamente. Está en nuestras manos hacer del mundo, con nuestra conducta diaria, un lugar un poco mejor o un poco peor. Y para ello no se necesitan esfuerzos heroicos sino eso tan simple de decir, pero tan difícil de llevar a cabo de “Ama y haz lo que quieras”. Si en el otro ves un hermano, tienes hecha la mitad de la faena; si por el contrario, ves un “alien” te queda mucho camino por andar. Si es que quieres andar por ese camino.

 Si tu elección es, por contra, la de ser una mala persona, al menos no seas hipócrita y no disimules, muéstrate tal como eres. De ese modo, al menos tendremos oportunidad de verte venir. No seas como los etarras y los asesinos en serie: Vecinos encantadores que jamás molestaban y siempre saludaban.

 En cualquier caso, como en el viejo refrán, “Del agua mansa me libre Dios, que de la brava me libro yo”. Y recuerden que los enemigos no vienen en patera, vienen en aviones privados y coches de alta gama.