No me asustan las palabras.
Y, como ya es pública y publicada mi admiración por Yolanda Díaz, me adhiero con entusiasmo al trabajo que propone de ir cambiando el concepto “patria”, por el de “matria”. Mucho más si ese concepto es el de “algo que cuida, que trata por igual a todas las partes, que no discrimina a nadie por hablar una lengua determinada”.
Se trata, pues, de un trabajo intelectual personal en el que cada cual debe encontrar las razones para aceptar o negar que el término derivado de madre puede abarcar todo lo que entendemos cuando decimos “patria”. A mí tal vez lo que me incomoda es el mismo concepto que encierra la palabra, porque siempre lo he leído y escuchado asociado a una patria con la que yo no me identificaba y con la cual aún hoy me cuesta trabajo identificarme. Leo patria y pienso en jefes de estado a los que puedo ayudar a mantener, pero que no puedo criticar, leo patria y pienso en jueces que piensan que el llevar minifalda, o ir sola o pasada de copas o de coca da libre acceso al cuerpo de la mujer en cuestión, leo patria y veo en mi cabeza muchas cosas que no me gustan en absoluto. No me malinterpreten. Me siento tan español como cualquiera y, precisamente por eso, lamento que por dejadez, ignorancia o cualquier otra causa, las personas progresistas o de izquierdas hayamos dejado que se haya apropiado de nuestra “patria”, de sus simbólicos, metáforas e historia quienes son sólo una parte de ella, de la patria.
Efectuado el inciso para aclarar y aclararme, creo que fue Don Manuel Fraga Iribarne el que sin proponérselo siquiera dio el mejor argumento en favor de la matria.
Efectuado el inciso para aclarar y aclararme, creo que fue Don Manuel Fraga Iribarne el que sin proponérselo siquiera dio el mejor argumento en favor de la matria. Cito de memoria y puede que la cita no sea literal en la forma, pero sí en el espíritu “España es nuestra madre y con la madre hay que estar tenga o no tenga razón”. Genialidades de gallegos, que junto a los andaluces somos los que mejor manejamos el castellano, con independencia del acento o la pronunciación, como declaró rotundamente otro gallego de ilustre pluma, Gonzalo Torrente Ballester "los andaluces son los que mejor hablan el castellano, con independencia de su pronunciación". Para el escritor gallego, afincado en Salamanca, "La riqueza léxica y sintáctica de los andaluces es extraordinaria", sobre todo en las clases populares. "Cuando voy a Andalucía y caigo al lado de un grupo que está hablando me quedo turulato. En Andalucía están vivas una serie de palabras y de expresiones que han muerto en el resto de España. Es el suyo el arte de burlarse de la gramática para que la frase sea más expresiva".
La madre que cuida, que consuela, que mantiene encendido el fuego del hogar, donde uso hogar en sus dos sentidos, que no discrimina a ningún hijo. Si, ya sé que hay madres y madres, pero también hay padres y padres y aquí estamos hablando de palabras y si usted lee o escucha madre, seguramente piensa en la que cuida, alimenta y educa.
Ojo, no estoy orgulloso de ser español, o los estoy en la misma medida que lo estaría de ser comanche, si hubiera nacido en La Comancheria en su años dorados
Podría referirme a las culturas mediterráneas ancestrales matriarcales, al gran número de diosas que estos pueblos nos legaron, y que todavía subsisten, ahora bajo la forma de vírgenes, que en un pueblo tan mariano como el español, son muchas. Pero no lo considero necesario, ni preciso ninguna voz de autoridad para encontrar cómodo llamar “matria” a la que es mi madre, porque en esto coincido con Fraga. Soy hijo de España por ley y por afectividad, porque he sido criado aquí, porque aquí pronuncié las primeras palabras, aquí leí las primeras palabras. Ojo, no estoy orgulloso de ser español, o los estoy en la misma medida que lo estaría de ser comanche, si hubiera nacido en La Comancheria en su años dorados. Pero sí que siento que este es mi hogar, mi sitio, un sitio que compartir con mi fratia, de mis hermanos. Y no, no me molesta la idea de llamar a eso “matria”.
A fin de cuentas y como escribió Goitisolo:
Un hombre solo, una mujer,
así tomados de uno en uno,
son como polvo, no son nada,
no son nada...
Pero juntos, pueden formar una pareja o un matrimonio y muchos hombre y mujeres unidos por el mismo idioma en el que están escritos esos versos, una “matria ¿Por qué no?
La madre que cuida, que consuela, que mantiene encendido el fuego del hogar, donde uso hogar en sus dos sentidos, que no discrimina a ningún hijo. Si, ya sé que hay madres y madres, pero también hay padres y padres y aquí estamos hablando de palabras y si usted lee o escucha madre, seguramente piensa en la que cuida, alimenta y educa.
Ojo, no estoy orgulloso de ser español, o los estoy en la misma medida que lo estaría de ser comanche, si hubiera nacido en La Comancheria en su años dorados
Podría referirme a las culturas mediterráneas ancestrales matriarcales, al gran número de diosas que estos pueblos nos legaron, y que todavía subsisten, ahora bajo la forma de vírgenes, que en un pueblo tan mariano como el español, son muchas. Pero no lo considero necesario, ni preciso ninguna voz de autoridad para encontrar cómodo llamar “matria” a la que es mi madre, porque en esto coincido con Fraga. Soy hijo de España por ley y por afectividad, porque he sido criado aquí, porque aquí pronuncié las primeras palabras, aquí leí las primeras palabras. Ojo, no estoy orgulloso de ser español, o los estoy en la misma medida que lo estaría de ser comanche, si hubiera nacido en La Comancheria en su años dorados. Pero sí que siento que este es mi hogar, mi sitio, un sitio que compartir con mi fratia, de mis hermanos. Y no, no me molesta la idea de llamar a eso “matria”.
A fin de cuentas y como escribió Goitisolo:
Un hombre solo, una mujer,
así tomados de uno en uno,
son como polvo, no son nada,
no son nada...
Pero juntos, pueden formar una pareja o un matrimonio y muchos hombre y mujeres unidos por el mismo idioma en el que están escritos esos versos, una “matria ¿Por qué no?