El Covid-19 pasará o volverá atenuado y con vacuna, como la gripe, que vuelve cada año.
Eso es lo que espero y deseo, lo espero por la lectura de opiniones de virólogos, epidemiólogos y otra gente con algunas razones para opinar de este tema. Lo cual, lógicamente no quiere decir que no se puedan equivocar como todo hijo de vecino. Pasará el confinamiento, alguna vez. Pero de lo que sí tengo pocas dudas es de que los tontos seguiremos en el mundo para mal del mundo y de nosotros.
Afortunadamente mi tontería fue diagnosticada de forma temprana, con lo cual pude tomar las medidas profilácticas que son al caso. Básicamente dudar bastante, tener pocas cerezas y hacer lo menos posible, que no es vagancia si no medida eficaz para no desperdiciar recursos materiales que otra gente más capaz que yo con el uso de las manos y las herramientas, emplea con mucha mayor eficacia. En cuanto a lo de escribir y opinar no tengo miedo de causar daño a nadie, dado que muy pocas veces opino con rotundidad y casi siempre, creo, que me amparo y escudo en términos como, “creo”, “estoy convencido”, “opino que”. Con ello resto rotundidad a cuanto digo y me curo del espanto de que alguien se vea perjudicado seriamente por alguna de mis opiniones. Y, para ser sinceros, son pocas las personas que leen mis tonterías
Y me parece que dado que la tontería, como el corona virus, no respeta a nada ni a nadie y se puede dar igual en sesudos catedráticos de economía, derecho mercantil o ingeniería de caminos, canales y puertos (no se busque en el breve listado alusión a nadie, simplemente he elegido las profesiones liberales que más respeto me merecen), como en gente de pocos estudios, como yo mismo, sin ir más lejos. Afecta por igual a gentes de los cuatro puntos cardinales, a todas las clases sociales y todas las razas humanas (aquí deslizo aposta un error para que quien lo desee me critique a su sabor). Nadie se libra de este mal y lo único que hay que hacer es ser conscientes de él y procurar que la acción tontuna perjudique a las menos gentes posibles.
Esto es realmente fácil en barrenderos o basureros, dos menesteres que he desempeñado sin causar grandes males a mis paisanos; pero la cosa se complica cuando el memo ocupa un cargo de responsabilidad, sea esta la que sea. Y, si es político más vale que nos pongamos a temblar. Pero también digo, y creo que ya lo he dicho antes, que nadie es elegido político por obra del Espíritu Santo, que sólo ilumina a los cardenales para elegir al Sumo Pontífice. A los políticos los solemos elegir los votantes, que, como básicamente somos gente poco dada a la sosegada reflexión y muy dada a la manifestación gonadal ya sea en los bares, en las urnas, o en mentideros y otros lugares de reunión, luego pasa lo que pasa. Que una vez hemos elegido al partido o partidos que nos han de gobernar, de inmediato nos arrepentimos.
De mí sé decir que mi estulticia no llega a tanto como para querer que se derroquen a los actuales gobiernos, ni autonómicos ni central, si no que considero que es el momento de apoyarlos, que no hablo de darles un cheque en blanco, sino de no poner palos en las ruedas e incordiar más de la cuenta.
Y hablando de tontos y tonterías, la última ‘abascalada’ de poner a Felipe González, Aznar o Rosa Díaz al frente de un gobierno, supongo de concentración nacional, si fuese un chiste o un meme, sería realmente bueno. Pero me temo que lo dicen en serio. Que es lo malo de ser tonto y no darte cuenta de que lo eres, y más si te crees la más guapa del baile. Que, como metáfora, creo que se escribe así, no está nada mal, creo.