Propongo, como experimento mental, ver nuestra sociedad con los ojos de los fundamentalistas.
El término fundamentalista apareció en Estados Unidos en los años coincidentes con la Primera Guerra Mundial para referirse a quienes defendían una interpretación literal de la Biblia y aún sigue habiendo por el mundo fundamentalistas cristianos que niegan la evolución, por ejemplo. En la actualidad se aplica a quienes desde el islam practican exactamente lo mismo y pretenden que esos principios sean los que rijan la vida de todos los creyentes...o no. La Sharía, ley islámica es de igual aplicación para creyentes o incrédulos. En dos países se dan por igual ese sometimiento de la ley a la voluntad divina expresada en el Corán; uno de ellos es nuestro enemigo más o menos declarado, Irán y el otro es un aliado al que incluso vendemos armas, Arabia Saudí.
Se da el caso de que los dos países difieren en sus interpretaciones del Corán, las diferencias no son importantes, al menos para una mente occidental, pero para ellos sí que lo son, llevan matándose por ellas desde la muerte del profeta Mahoma. Para nosotros, occidentales, sería más fácil vivir en Irán, donde además del islam se admiten otras religiones (el cristianismo, el judaísmo o el zoroastrismo). Es evidente que uno de los dos, Irán o Arabia Saudí debe estar equivocado y es evidente que el fundamentalismo occidental ya ha llegado a la conclusión de que es el chiismo iraní el que está en el error.
Nosotros, los occidentales, ni nos planteamos siquiera que seamos nosotros los que estamos en el error, absolutamente convencidos, más allá de toda duda posible de que somos los mejores, nuestras políticas son las mejores y la democracia occidental es la única vía posible para la salvación cívica, ya que no religiosa. Lo cual, por supuesto no nos impide apoyar a una monarquía teocrática, o las que hagan falta, en las cual no es que se vulneren algunos derechos, es que se ignoran todos.
Lo de vulnerar el derecho a la vivienda, al trabajo, a una vida digna para todos es algo que pasa en las mejores casas, en la nuestra, por ejemplo. ¿O no?
No nos planteamos nunca que podemos estar equivocados y que nuestro modo de vida (que soy el primero en aceptar y defender) puede que tal vez no sea exportable a otros países. Ya sé que esto es políticamente incorrecto, pero como esto es un experimento mental, lo digo y si me critican acepto la crítica con franciscana humildad, toda vez que uno de mis convencimientos es que no poseo la razón absoluta y mi modo de pensar puede estar equivocado. De hecho, suelo examinarlo con frecuencia. Algo que evidentemente no hacen los responsables de política exterior de la Unión Europea que una vez que han decidido que Irán, Siria y Corea del Norte, son los enemigos, no dudan ni un segundo en desechar a las “víctimas colaterales indeseadas” como precisamente desechables en el proceso de alcanzar la plena democracia, europeización y derechización humana (aplicación de derechos humanos), universal. Que algunos de los socios para la consecución de ese paraíso terrenal sean manifiestamente impresentables, caso de Arabia Saudí o Israel, es algo perfectamente asumible.
Del mismo modo que Europa como potencia y nosotros, los ciudadanos de a pie como paganos de casi todas las políticas aplicables dentro y fuera tampoco nos planteamos casi nada, tal vez porque poner en tela de juicio las propias opiniones, ideas y creencias da pereza, anda Ciudadanos con amistades y uniones totalmente interesadas con quienes en España representan más cabal y absolutamente el fundamentalismo occidental. Es decir, el desprecio a todo lo que huela de lejos o de cerca a extranjero, a “moro” a todo lo que, en definitiva, no sea lo que llevamos pensando desde hace más de quinientos años.
Que es lo que hacen, por cierto, los integristas musulmanes, judíos y cristianos. Y es que en todas partes cuecen habas.
Para mostrar mi solidaridad con las mujeres iraníes la foto que ilustra esta mirada es de unas iraníes que en protesta por la opresión suben fotos a Instagram vestidas a la occidental.
Aclaro que son mujeres de lo que aquí llamaríamos “montadas en el dólar”. Evidentemente, el pueblo llano es siempre en toda época y lugar el que directamente sufre todo lo que haya que sufrir.