Liberalismo



Cuando un granadino piensa en los liberales, el primer nombre que le viene a la cabeza es el de Mariana Pineda.

 Que no en vano fue ajusticiada a garrote vil por defender ideas liberales frente al absolutismo de Fernando VII y todo lo que representaba. Es decir, nos viene a la cabeza una mujer perteneciente a la burguesía granadina con ideas opuestas al régimen establecido. Otro buen ejemplo de liberal español es el de Juan Martín Díez, “El Empecinado”, militar que primero lideró una guerrilla contra los franceses y después contra Fernando VII, rey que quiso comprarlo con un título nobiliario y un millón de reales, oferta que rechazó con estas palabras: «Diga usted al rey que, si no quería la constitución, que no la hubiera jurado; que el Empecinado la juró y jamás cometerá la infamia de faltar a sus juramentos». Fue, condenado a la horca y, en atención a su calidad de militar, fusilado, Lo que me hace suponer que la respuesta no fue del agrado del rey.

 Es decir que el término liberal en sus orígenes, al menos en España. se aplicaba a quienes se oponían al absolutismo del rey que pasó a la historia como “el rey felón” y bien que se lo ganó; y que defendían la constitución de 1812, promulgada por las Cortes de Cádiz, constitución que en su momento fue la primera liberal y que imponía al rey importantes limitaciones.

 Pero eso ya es historia, agua pasada y, hoy estoy poéticamente melancólico, polvo en el viento. Hoy al hablar de un liberal hablamos de quien defiende el mercado como regulador de la economía, la no intervención del estado “dejar hacer, dejar pasar” en cuestiones económicas y, sobre todo, ante todo, prioritariamente y especialmente nada de impuestos. El egoísmo es el único regulador de las relaciones económicas, ya que yo al querer hacerme rico con una fábrica de lápices (el ejemplo es de Milton Friedman) contribuiré a hacer rica a otra gente con la que necesariamente tendré que contar. Muy groseramente expresado, lo sé, pero es que no doy para más, que se le va a hacer.

 Naturalmente esto parte del concepto de que todos nacemos libres, iguales y con las mismas necesidades. No tema el desesperado lector que añada una mirada más, esta, a las otras ocho en la que ya he desarrollado estas ideas que sólo se pueden defender en serio si eres rico por tu casa, has nacido príncipe, eres Maki Navaja, el último choriso (respétame la ese, Juan, que así lo escribía el maestro Ivá). O un empresario que se ha hecho a sí mismo, gracias a su esfuerzo y el de todos los trabajadores a los que paga un salario lo más bajo posible, muy alto para él por la dichosa intervención del estado y de los sindicatos.

 Es decir que la cosa funciona si te puedes pagar la libertad absoluta, que cuesta dinero, mucho dinero. Parafraseando a la vieja frase de la vieja serie “La libertad se paga con sudor”, en este caso, con el sudor de los demás.

 Y si el término liberal ha sido degradado, en mi modesta opinión, claro está, mis antiguos amigos libertarios que militaron en CNT-FAI (cuando yo era bastante niño, ellos eran bastante viejos, pero ellos tenían memoria y yo curiosidad y oídos), seguramente se revolverían en sus tumbas si pudiesen ver en que ha quedado la palabra libertario asociada a un partido, el partido libertario cuyo programa coincide en demasiadas cosas con el tripartito andaluz como para tomárselo en serio, desde un punto de vista ácrata, claro está, si eres conservador de derechas o, directamente anarcocapitalista, puede ser que si te sientas representado por esta gente.

 Pero, en fin, todo pasa y todo cambia y el cambio es el gran motor de la historia y “la guerra el padre de todas las cosas, que a unos hizo señores y a otros esclavos”. No estoy muy seguro de la literalidad de la frase de Heráclito, pero sí creo que los tiros iban por ahí más o menos. Donde antes los liberales se enfrentaban a la tiranía de un rey, ahora abogan por la tiranía del mercado y el más salvaje de los capitalismos.