En legítima defensa



Creo que la acción que voy a llevar a cabo el 28 de abril se inscribe plenamente en los supuestos que contempla nuestra actual legislación para la legítima defensa.

 Sin mediar provocación de ningún tipo por mi parte, una serie de facinerosos pretenden irrumpir en mi solar patrio con las alevosas intenciones de lesionar mis intereses económicos, mi bienestar sanitario y mis derechos y libertades de todo tipo. Ellos dicen, claro está, que lo hacen en nombre de ideales más altos que el de mi bienestar y el de los millones de personas que están en mi situación, que somos todos los que vivimos bien de nuestras pensiones o del honrado fruto del trabajo diario. Trabajo con el cual, además contribuyen, pero de verdad, a que el solar patrio español funcione día a día. Nada es esto para ellos. La libertad, España, y unos valores que suponen sagrados priman sobre cualquier otra cosa. La libertad para quien puede pagarla, claro está. Escuelas privadas, sanidad privada, pensiones privadas (planes de pensiones privados). Y bajadas de impuestos para que quienes más tienen, puedan tener aún más y para que aquellos que nada o casi nada tienen, tengan aún mucho menos.

 No hay nada nuevo bajo el sol de España, ese solar patrio que es de todos, pero que algunos se empeñan en tener en exclusividad; no hay nada nuevo, todo es el eterno retorno de lo mismo, pero con nombres nuevos. El viejo odio a quien es distinto a mí, el viejo odio a los pobres, el clasismo de siempre, pero que ahora se llama aporofobia. Y es que los pobres somos feos, porque no podemos pagarnos las operaciones para corregir nuestras imperfecciones, ni seguir las dietas milagrosas, los cuidados y mimos que exige tener la belleza perfecta, la edad perfecta, la sonrisa perfecta. Y no quiero extenderme en las opiniones sobre el nacimiento perfecto de niños perfectos, porque ahí ya entraría en otro debate que es de la eugenesia y de ahí al nazismo hay un par de pasos, supongo que de la oca. Esa es otra historia, esa es otra mirada.

 A los pobres se nos soporta únicamente si somos obedientes, sufridos y abnegados, que es, precisamente, como nos quieren esos facinerosos que pretenden que lo poco que hemos conseguido para poder ser digna y honradamente pobres se nos robe, en nombre de los más altos ideales, eso sí. Nos quieren únicamente pobres, pobres trabajadores con pobres sueldos, con pobres derechos y pobres necesidades, las mínimas para poder acudir al tajo cada día a aumentar nuestra pobreza y su riqueza.

 Pues bien, yo abomino de esos altos ideales de trabajo, abnegación y capacidad de sacrificio, que los facinerosos me recetan a mí, y a los que son como yo, que nos recetan para que ellos puedan continuar viviendo en el ocio, el lujo, y la tranquilidad que debe dar saber que hay suficientes imbéciles entre nosotros para comulgar con sus discursos, y sus modos de arreglar los problemas de España, de esa España que quieren tener en uso exclusivo.

 No, digo no, como el viejo Raymon, digo no. España no os pertenece, el solar patrio que habitamos nos pertenece a todos los que en él vivimos, cotizamos y trabajamos o lo hemos hecho en su momento. Esa es la España en la que yo creo y no en la España limitada a los pocos que caben en ella para los facinerosos que pretenden que con mi voto autorice sus lesiones a la clase trabajadora.

 Pues no, en uso de mi legítima defensa voy a votar a quienes más pueden defender los intereses de esa clase a la que pertenezco, la trabajadora.

 No lo voy a hacer alegremente, no con absoluto convencimiento puesto que es optar entre ilusos con buena voluntad o facinerosos con intenciones perversas, es elegir a quienes pretenden imponernos una idea de España limitada y en la que caben muy pocos, (los grandes empresarios, los periodistas vendidos, los intelectuales bonitos del neoliberalismo más feroz) o los que defienden otra España en la que cabemos todos con nuestras diferencias, peculiaridades, distintas formas de ver o entender la vida.

 Yo lo tengo perfectamente claro, en defensa propia y en la de los míos voy a votar para que no puedan imponerme una forma de vivir que no apetezco. Que se queden con el caballo, la hacienda y la pistola, y a nosotros que nos dejen los libros, las escuelas públicas, los hospitales públicos y el derecho irrenunciable a una vida humana y digna cuando dejemos de poder ser productivos por razón de circunstancias sobrevenidas o por la llegada de la vejez.

 Nota: La expresión “solar patrio” se la oí decir al presidente Arias Navarro con motivo de las manifestaciones internacionales por las últimas ejecuciones del régimen del general Franco: “El comunismo internacional no olvida su derrota en nuestro solar patrio”.