Ojalá sea verdad



Circula por redes sociales, revistas, periódicos e incluso algún que otro libro, la teoría de que existe una conspiración de “fuerzas oscuras y ocultas”, para suprimir todos los gobiernos.

 No se trata en este caso del viejo, y respetable, sueño ácrata de izquierdas, ni del no menos viejo, pero menos respetable, sueño de los partidarios de la “Escuela de Chicago”, hijos de Milton Friedman, sino que, en este caso, se trata de acabar con todos los gobiernos particulares de cada pías y sustituirlos por un gobierno mundial que impondría sus políticas a todo bicho viviente y que, lógicamente, estaría compuesto por las élites económicas mundiales. Sospecho para mí que esta teoría ya hace tiempo que es una cruda realidad y que quien gobierna realmente no está en los parlamentos democráticamente elegidos si no en consejos de administración de empresas cuyas sedes están en la City de Londres y su equivalente en Wall Street de Nueva York. Mucho más en la ciudad del Támesis por aquello de que cuando los principales prohombres del latrocinio americano se iniciaron en los lucrativos negocios con que amasaron sus fortunas, los ingleses llevaban ya varios siglos pirateando, mismamente a nuestros e barcos españoles cargados del oro que robábamos a los americanos. Hay que llamar a las cosas por su nombre. A lo que iba, que, dicho llanamente, cuando los Morgan y los Rockefeller empezaron a dar sus primeros pasos, los descendientes de los lores que se enriquecieron con la piratería y el tráfico de esclavos, entre otras actividades, disfrutaban tranquilamente de sus rentas en los “manor” de la campiña inglesa sin otra ocupación que la que ellos estimasen oportuna en cada momento.

 Pero sea Londres, sea Nueva York o cualquier otra ciudad la que albergue el mayor número de influyentes y decisores en las cosas del “gobierno, del mundo y sus monarquías” , lo que sí tengo por cierto es que nuestra clase gobernante y opositora, a los banquetes en los que se resuelve el futuro del mundo va, como mucho de invitada y oyente y, eso con suerte. No creo en la teoría del gobierno mundial con una única lengua, bandera, y religión porque la mejor forma que tienen quienes quieran vencer es la de dividir. Divide y vencerás, táctica que fue utilizada por César en las Galias, tierras a las que conquisto no tanto por la fuerza de sus legiones, si no por la división de las tribus celtas, de hecho, el enfrentamiento armado entre ellas las más de las veces, fue lo que puso las Galias en manos de César. Cosa, que, por cierto, también ocurrió con los celtíberos que se llevaban a matar entre sí.

 Es decir, tenemos centros decisorios ajenos a nosotros, los votantes, ya sean bancos, multinacionales, farmacéuticas, agencias de calificación, el FMI, el Club Bilderberg, los Iluminati, los masones, el sector reaccionario del Vaticano, el sector liberal del Vaticano o los “malvadillos azules”, del “submarino Amarillo” y nosotros, los afectados, para mal casi siempre, en vez de unirnos como un sólo pueblo para defender lo que creamos oportuno, volvemos a enfrentamientos tribales más propios de la Iberia que conquistó Escipión, fundador por cierto de Tarraco, que de los primeros años del segundo milenio. Podemos seguir así, por supuesto, pero luego no nos quejemos si luego vienen los romanos o los yanquis o quien tenga que venir y nos quitan un poquito más de lo poco que ya nos va quedando.

 A donde quería yo llegar es que podemos poner esteladas, rojigualdas constitucionales, franquistas, tricolores o ninguna, pero mientras quienes nos gobiernan lo hagan a beneficio de otros intereses que los de los electores, cuanto más lidiemos entre nosotros, más y mejor nos van a torear ellos.

 Y, antes de acabar, quiero insistir una vez más que la corrupción, de nuestros gobernantes a quien debe ocupar es a la policía judicial, fiscales y jueces. Lo que tenemos que tener en cuenta nosotros, ciudadanos de a pie, son las leyes que hacen en el parlamento y su forma de aplicarlas. Eso es lo que hay que juzgar. Eso y la gestión de los problemas. Lo otro es cuestión de los jueces.

 En lo que respecta a un gobierno mundial en la sombra, a veces al ver el nivel, salvo raras excepciones, de quienes forman nuestra clase política, me da por pensar que ojalá que sea verdad que hay alguien a cargo del corral. Lo malo es que sean los zorros...