La sabiduría oriental del Grupo de Gobierno de Alhama



Según una leyenda, supongo que urbana, nuestro presidente de gobierno, Rajoy no es un gran partidario de la lectura.

 Hay quien va más lejos y afirma que no ha leído un libro en su vida, lo que me parece bastante exagerado. Yo, más bien creo que por lo menos hay uno que es su libro de cabecera, que consulta constantemente para en él hallar la sabiduría necesaria para su labor política, y ese libro no es otro que el “El libro del Tao”, de Lao Zi.

“Actuar sin actuar, / ocuparte en no ocuparte en nada, / saborea lo que no tiene sabor (...) por eso el sabio nunca realiza cosas grandes / y así es como puede llevar a cabo grandes cosas / quien juzga todo fácil, por fuerza hallará todo difícil, / de ahí que el sabio tenga todo por difícil / y así nunca tropieza con dificultades” (Lao Zi. El libro del Tao RBA coleccionables, pag. 129”)

 “Hacer que los inteligentes no osen gobernar / basta con que no actúen/ / y reinará el orden universal (pag. 171).

 No voy a sugerir siquiera que entiendo esas frases en su cabal significado, pero sí que si Rajoy sí las entiende en profundidad y de ahí que para cualquier problema haga lo que mejor sabe hacer, que es no hacer nada, “ocuparse en no hacer nada”, “actuar sin actuar”. También explicaría el lenguaje peculiar que gusta de emplear, que más de una vez, nos ha dejado perplejos. A Rajoy le sirve la inacción, y la prueba es que está ahí y parece ser que no va a ser desalojado de la Moncloa, si hemos de hacer caso a las encuestas.

 Pero ese no hacer nada sólo da resultado ante problemas muy generales y de difícil solución: La cuestión catalana, los problemas de la economía doméstica de millones de españoles y otros parecidos. Luego hay otras cuestiones, como las de terminar las obras del Paseo del Cisne, o las de adecuar la red de abastecimiento de agua para todos los alhameños que es necesario hacerlas, ponerse a ello con ganas y no confiar en que el tiempo ponga a cada cosa en su lugar, en el momento en que escribo, hace cerca de un año que comenzaron las obras de acondicionamiento del Paseo del Cisne, unas obras que se estimaba, según los planes del Grupo de Gobierno, con una duración de cuatro meses y con un coste de 238.993,74 euros, y que, por ahora, ya ha sido superado en más de 150 000 euros. Con ese dinero, por ejemplo, alcanzaría para mantener los gastos de la biblioteca cerca de 6 años, según los datos del año 2015. No sé si los datos son correctos puesto que en la página web del Ayuntamiento es muy difícil encontrar datos concretos sobre presupuestos, o yo no he sabido encontrarlos y he tenido que acudir a sitios no oficiales. Tal vez el hecho de que la página de “Hacienda” esté “en construcción” explique, aunque no justifique, mi torpeza buscadora.

 Si sé que la paciencia de los ciudadanos está bastante superada ante el “secuestro” de un espacio público en el cual compartían ocio niños, viejos y perros. Nada hay que me guste más ver en un espacio público que niños, viejos y perros. Los niños porque son el futuro, los viejos porque son la historia y los perros y gatos, también gatos, porque forman parte esencial de esa historia compartida entre humanos y animales de compañía. Y, sin embrago, en el Paseo del Cisne, no se puede, hoy por hoy, disfrutar de los sencillos placeres que el otoño nos ofrece a los alhameños en sosegada conversación, los adultos y jugando los niños, (los niños a los cuales sus apretadas agendas les permite jugar).
 
 Y escribo sin acritud, incluso con cierto cariño a mis gobernantes municipales y les digo que olviden la sabiduría oriental de Rajoy y se atengan a lo que dicta el sentido común: Que las cosas no se hacen solas y que, si se hacen, hay que hacerlas bien, y que en medio está la virtud. Ni la demora de las obras del Paseo del Cisne, ni las prisas para asfaltar calles de la Joya, sin antes acondicionar adecuadamente el sistema de red de agua potable. Porque a los de mi barrio nos gusta cuando acudimos a la ‘Placeta’, que también es nuestro barrio, por cierto, llegar recién duchados, ‘limpicos’, y oliendo a gloria.

 Recibid un cordial saludo de este ciudadano que no os ha votado, pero que os tiene el respeto que se merece quien ha sido puesto por el pueblo en su cargo. Y esto, que es recíproco, implica que el pueblo también merece vuestro respeto y que no os ocupéis en no ocuparos, sino más bien que trabajéis con la diligencia de un buen padre para sus hijos.