Pese a que me había propuesto no escribir más sobre el que considero el peor presidente de gobierno que he conocido, la actualidad manda.
Rajoy ha aprovechado el pleno sobre Gurtel para retar a la oposición a presentar una moción de censura y que se dejen de gaitas, monsergas y demás zarandajas, aunque el presidente no lo ha hecho con el estilo llano y descuidado que yo he empleado, lo de las gaitas y zarandajas es cosa mía, aclaro.
El problema, por tanto, no es Rajoy si no la incapacidad de la oposición para recoger el guante y presentar la moción de censura y ganarla con lo que ello conlleva. Y Rajoy lo sabe, sabe que es imposible que lo que en el parlamento tiene frente a él, sea capaz de llegar a un acuerdo mínimamente serio para acceder a gobernar España y hacer frente a los muchísimo problemas que tiene el país y que soportamos sus ciudadanos y que son, en gran parte flores del mal y frutos amargos de las políticas que el Partido Popular ha llevado a cabo, para sacarnos de la crisis, según algunos pocos y para sacarnos los cuartos, según una inmensa mayoría que no se ven fuera de la crisis si no fuera de su empresa, de su casa y de su sistema de protección social.
El problema no es Rajoy que ha dado la solución a los problemas, si no, insisto que quienes ocupan los bancos de la oposición únicamente están de acuerdo en una cosa: En que ellos, cada uno, por separado, lo harían mejor que Rajoy y puede que sea verdad; pero eso hay que demostrarlo, ganando las elecciones, y eso está lejos de llegar a suceder o llegando a acuerdos serios para solventar los problemas de España.
Y, malamente van a tomarse los problemas de España en serio los que quieren salirse de ella y quienes les apoyan, de manera decidida y de frente, como Podemos, o por la puerta de atrás, puestos de perfil y disimulando a través de conceptos como la plurinacionalidad esgrimidos por la parte ganadora en esa contienda que divide al que debería ser el principal partido de la oposición, con posibilidades de salir a la tribuna y hacer posible el recambio de gobierno que es necesario, y que es necesario, ya poca gente lo duda. El problema es que ese partido está muy lejos de alcanzar los votos necesarios para ganar por sí mismo la moción y la otra posibilidad, es decir que los partidos de la oposición se pongan de acuerdo entre ellos para el bien común, está más lejos todavía.
Y no es un problema de partidos o de ideologías encontradas sino más bien un problema de egos absolutamente crecidos. Pablo y Pedro están absolutamente convencidos, cada uno de ellos por separado, de que son la única respuesta a todas las preguntas, cosa que puede o no ser cierta, porque eso, en democracia es la ciudadanía la que opta por la bella o la bestia, según tenga ese día el humor y, de momento, y según todas las encuestas que se publican el que tiene más votos es el Partido Popular, tal vez porque el votante piensa que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer o que siempre es posible empeorar.
Cambiar esa forma de pensar, cambiar el sentido del voto del pueblo es lo que hay que hacer si queremos, y somos muchos los que lo queremos, que Rajoy pase a la condición de ex presidente de gobierno y pase a gobernar el país gente capaz de solucionar los problemas en vez de crearlos, de repartir la riqueza, en vez de aumentar la pobreza y de dar respuestas eficaces a todos los que creemos que todos los españoles somos iguales, independientemente del lugar de la piel de toro en la que habite, de la lengua en la que piense y del equipo de fútbol que sea. Y hay gente así, capaz de hacer frente a esos retos, estoy convencido de ello. El problema es que, frente a soluciones reales, pero tal vez poco llamativas, la gente prefiere propuestas espectaculares, pero poco creíbles, al menos la gente que vota a la izquierda. Cada uno es dueño de sus sueños o esclavo de ellos, según.
Mientras Rajoy pueda retar tranquilamente a la oposición a que le pongan una moción de censura y no pase nada, la culpa, insisto no es de Rajoy.