Llegar a fin de mes



No diré que se deba interpretar como otra de las señales del fin de los tiempos, pero que el presidente de la CEOE y yo estemos de acuerdo en algo, es raro, raro.

 Y, sin embargo, ahí están sus declaraciones de que “es difícil llegar a fin de mes con 800 euros”; y las de Fátima Báñez pidiendo a sindicatos y empresarios que negocien la subida de los sueldos. Naturalmente aplaudo a ambos, en lo que se merecen; pero mi aplauso decrece y mi alegría se troca en algo muy parecido a la desilusión al leer el porcentaje ofertado.
 
 A ver como lo digo para que se me entienda, si con 800 euros es complicado llegar a fin de mes, con ese 2,5 o 3 por ciento que se baraja de subida, en el mejor de los casos, el tres por ciento la nómina se incrementa en 24 euros, cifra que da para muy pocas alegrías y difícilmente sirve para tapar huecos. Digamos que puede dar para un par de bombonas de butano al mes o algunas botellas extra de leche y poco más. Me temo.

 Por otra parte, si sólo se aspira por parte de patronal y sindicatos a que el sueldo de para llegar a fin de mes, vamos mal, muy mal. Sobre todo, por parte de los sindicatos que deberían aspirar a que los asalariados no sólo lleguen a fin de mes, si no a que desde el inicio hasta el final de ese mes su vida sea digna, decorosa y llena de la alegría de vivir necesaria para afrontar el día a día. Una vida que no sólo sea la jornada laboral y el asueto frente a la tele, si no el pleno disfrute de las pequeñas cosas que dan sentido a una vida, cosas se olvidan cuando el horizonte vital no es otro que del pagar la hipoteca, las facturas, los gastos diarios y poco más. Cuando la máxima aspiración de las clases trabajadoras es llegar a fin de mes, en el sentido de subsistir sin mucho agobio, estamos bastante mal, nosotros los de las clases trabajadoras y muy bien los de las clases poseedoras del capital y los medios de producción. De hecho, están tan bien que incluso se pueden permitir el lujo de sentir cierta preocupación por cómo llegan a fin de mes sus asalariados con los salarios que ellos mismos les pagan.

 Naturalmente soy consciente de que hay muchas personas, hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes, con muchos años de experiencia o casi sin ninguna experiencia en el mundo laboral, para los cuales esos 800 euros serían tabla salvadora con la cual no hundirse definitivamente en la miseria absoluta. Aun en la pobreza existen grados distintos y no es lo mismo cobrar 800 euros cada mes (hablo de esa cantidad porque es de la que habló el presidente de la CEOE)), que no cobrar nada en absoluto, tener dificultades para pagar la hipoteca, que no tener ninguna posibilidad de pagarla.

 Pero insisto en que los sindicatos deben negociar algo más que la mínima subida del jornal; deben intentar luchar por hacer posible a todos los trabajadores, en activo o en paro, pensionistas o a punto de serlo, una vida en la que puedan vivir como quieran hoy sin preocuparse de cómo van a vivir mañana. Es decir que hay cuestiones y tareas que hay que sentarse a hablar entre todos los agentes sociales para llegar a acuerdos que garanticen que las cosas de comer, con las que no hay que jugar, están garantizados para todos, independientemente del rincón del estado español en el que se viva y esas cosas son las necesarias para que podamos vivir y no únicamente subsistir, para que podamos disfrutar de una vida plena y satisfactoria (lo más plena y satisfactoriamente posible) y no dedicarnos únicamente a producir para consumir y consumir para producir o, peor todavía, a soñar con un plato caliente en la mesa a ser posible tres veces al día.

 Lo de la propinilla de los 24 euros más al mes, es únicamente eso, una propina con la cual espero que no pretendan comprar las conciencias de quienes tienen como deber representar los intereses de la clase trabajadora. Ni tranquilizar las conciencias de quienes pagan esos sueldos a todas luces insuficientes, ellos mismos lo dicen, no yo.