Ahora quien la ha liado es un tal Sola. Que no el Sola ni tampoco Zola, más quisiera este último.
Muy a menudo coincido yo con los espíritus revolucionarios que con herramientas de paz tienden a levantarse contra su amo o contra cualquier injusticia, sobre todo con aquellos a los que no les hace falta derramar sangre o dirigir golpes para justificar sus enfados o sus desprecios. Una pausa.
Sola es una persona secreta que anda con una mochila llena de espráis y que ciertas nochecitas sale al fresco sin necesidad de taparse para esconderse, porque bastante tiene el pueblo con esconderse de sí mismo. Sola saca un espray y se pone frente a una pared donde escribe en letras grandes y estilísticas: “SOLA”. Su primera obra la llevó a cabo en un lugar que se presta para ello, cualquiera que tenga ojos y encima los use lo habrá visto casi sin darse cuenta.
Porque a Sola le gusta pintar en grande, por eso sus firmas tienen un tamaño que anda entre el Guernica y Las Meninas, sin ser él ni Picasso ni Velázquez. Su segunda obra tiene casi las mismas características que la primera, pero esta vez Sola ha elegido un lugar emblemático, el camino medieval de la Mina. Sobre una piedra esculpida primero por la magia de la creación y luego por la de la historia, ahora por el nuevo artista de Alhama, este pintó: “Sola”.
En Alhama oficialmente ha nacido un nuevo artista, una especie de Banksy de mercadillo que anda con las manos llenas de disolvente y que no se conforma con pintar en su casa como hacen Gary Elderfield, David Correasso o Stephen McCann. No. A Sola como a Monet le gusta pintar al aire libre, a poder ser dentro de un bonito paisaje, aunque en lugar de mirar el horizonte y capturar la luz y los colores que llenan ese momento único en una tablilla o cualquier trapo, prefiere darse vuelta y pintar con espráis una pared mucho más vieja que Matusalén y eso que Matusalén vivió 969 años. Qué más dará el Patrimonio si Alhama es un esperpento que gasta más en fiestas que en cultura, pensará el tal Sola, si es que este artista tiene capacidad de pensar o de adjudicar sus actos a algún tipo de revolución o activismo.
No estaría de más evitar que Sola siga agrandando su obra en lugares emblemáticos, quien sabe, tal vez le da por coger la Alsina e irse a Graná y escribir en el centro de la alhambrística Torre de la Vela esas cuatro letrillas que tanto han dado que hablar en el pueblo. También este episodio podría servir para exigir un espacio cultural para jóvenes que quieran utilizar sus espráis sin tener que atentar contra el patrimonio, o para abrir al público el espacio Brazám, tan maltratado por gente que admira el pasado y muestra tanto desprecio hacia el presente.