Decía Fito que lo que en octubre es verdad era mentira en septiembre y es justo lo que ha ocurrido con la ley impulsada por el Ministerio de Igualdad que encontró en Irene Montero a su máxima impulsora.
Este artículo no trata de hacer sangre contra ella ni contra los conflictos que tratan de paliar la desigualdad entre hombres y mujeres y mucho menos de justificar actitudes machistas que desembocan en violaciones, va precisamente de lo contrario.
Antonio García Trevijano, uno de los alhameños más ilustres del último siglo, dedicó toda su vida a explicar que la democracia en España no ha existido, “España no tiene Constitución, es un papel mojado, es una norma de segundo rango, secundaria, eso no vale para nada. Si el Gobierno en el banco azul está diciendo al mundo entero: “yo soy el legislador, yo soy el legislador y además el que ejecuto las leyes, en tanto que soy Gobierno y además el que nombro al poder judicial”. Esto mientras no se diga claramente todo lo demás sobra.
Irene Montero, así como toda la clase política a izquierda y derecha saben perfectamente que la división de poderes en España no existe. El ejemplo se encuentra en aquello que sonaba a estribillo de Bizarrap y Quevedo, solo sí es sí. El mundo se mueve gracias a los estribillos y a aquellos que están dispuestos a corearlos, de ahí que cientos, miles de personas salieran a las calles en su momento para defender una ley que los juristas trataban de explicar que sonaba bien, pero en el fondo podría beneficiar a los violadores. Es decir, la idea de la ley era cojonuda hasta que llegó octubre.
Las penas de quienes violaron a una mujer ahora pueden verse reducidas debido al concepto de retroactividad de la famosa ley solo sí es sí, ya que los límites máximos se amplían. Y los límites máximos afectan tanto por arriba como por abajo. Para que se entienda de otra forma, todos hemos escuchado la canción de Bizarrap y Quevedo que cuando llega al estribillo dice, “Quédate”, pero pocos, solo los más interesados en el tema, se han enterado de que Quevedo se enamoró de una chica argentina o ella de él, no queda claro, luego ella le dijo que se quedara, pero él quería llevársela para Canarias a ver si se había enamorado de él de verdad o solo era por interés. El interés que genera la fama. El interés al que se arrima la gente cuando millones de personas cantan tu estribillo. Los límites máximos de la ley del solo sí es sí.
El problema de los límites máximos es que no se los aprendió nadie, pero el estribillo de la ley caló hasta convertirse en el tema del verano, tenía conceptos jurídicos que eran difícil de memorizar y sobre todo de entender, pero quién puede resistirse a bailar un estribillo que suena tan bien. En la música está permitido casi todo, pero sobre la melodía de la igualdad hay estrofas que es mejor aprenderse de memoria, aunque no sean tan pegadizas, más cuando se trata de reducir las penas de hombres que cometen violaciones sexuales a mujeres y niñas.
El problema vino después cuando el estribillo de Irene Montero lo mandó a la SGAE para que quedara constancia de que el paso de la justicia en este país lo marcan los políticos, el ejecutivo. Justo de lo que se quejaba Antonio García Trevijano, el alhameño ilustre.
Los estribillos no están para contar historias, sino para darles brillo. Lo que en octubre es verdad resultó ser mentira en septiembre, el caso es que no hay dos violaciones iguales, aunque no sean tan diferentes. Pero como remataría Fito, no te creas todo lo que piensas, pero piensa todo siempre.