Retazos de hombres y mujeres de otras épocas, abuelos de nuestros abuelos y mucho más atrás, cuyos espíritus impregnan las piedras centenarias y nos susurran al oído sus secretos tras cada vuelta de esquina, convirtiendo nuestro paseo en un auténtico viaje didáctico que nos traslada a través de los siglos.
Vista hacia el sur desde la base de Piedra Sillada, en Sierra Almijara
Qué privilegio pasear por el casco viejo de nuestros pueblos y ciudades. Todos: grandes, pequeños, humildes, opulentos, labradores, marineros, de montaña o de llanura, cada uno a su escala y en su propia tesitura, cada uno con su personalidad, esencia y atributos. Nadie que posea un mínimo de sensibilidad y respeto por nuestra cultura, tradiciones e historia queda indiferente ante la belleza intemporal y con frecuencia decadente de calles y casas –unas señoriales, otras humildísimas; unas rehabilitadas, otras pregonando con voz quejumbrosa su ruina- que nos revelan mil y un detalles sobre las personas que pasaron por allí antes que nosotros: ricos y pobres, padres e hijos, doncellas y galanes, vencedores y vencidos, sabios e ignorantes, nobles y plebeyos, adalides moros y caballeros cristianos, impartidores de justicia y proscritos irredentos… Retazos de hombres y mujeres de otras épocas, abuelos de nuestros abuelos y mucho más atrás, cuyos espíritus impregnan las piedras centenarias y nos susurran al oído sus secretos tras cada vuelta de esquina, convirtiendo nuestro paseo en un auténtico viaje didáctico que nos traslada a través de los siglos.
...no hace todavía un siglo que los avances de la sociedad moderna desplazaron a los antiguos oficios y por lo tanto también a sus gentes
Pero una región, o una comarca, no solo la integran pueblos y ciudades. Todo espacio geográfico cuenta con un escenario sin el cual carecerían absolutamente de sentido sus núcleos urbanos. Se trata de los espacios naturales que los circundan –que los abrazan, sería mejor decir-: montañas, llanuras, ríos, embalses, precipicios, barrancos, colinas, cresteríos, vaguadas y puertos que, del mismo modo que las poblaciones, constituyeron una parte activa en el devenir de esa zona y que, en la inmensa mayoría de los casos, fueron definitivos para la ubicación de los asentamientos humanos. La Comarca de Alhama y la Axarquía de Málaga comparten la fortuna de situarse en las cercanías de un territorio montañoso y siempreverde, alto y agreste, áspero y a la vez hospitalario, plagado de profundos taludes y vertiginosas aristas que se asoman al mar, que define el espacio natural más singular de la provincia de Granada –solo por detrás del macizo de Sierra Nevada- y uno de los más peculiares de la provincia de Málaga: el Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama. Tradicional e irrevocablemente unidos al destino del hombre desde tiempos prehistóricos, estas montañas y los espacios que las rodean han constituido, durante miles de años, un medio de vida imprescindible para la subsistencia de sus habitantes y un hogar donde sacar adelante a sus hijos. De hecho, no hace todavía un siglo que los avances de la sociedad moderna desplazaron a los antiguos oficios y por lo tanto también a sus gentes, en favor de otros lugares y otras maneras de vivir.
Divisoria de la cuerda del Cisne desde el sendero de la Venta de Pradillos, en Sierra Almijara
Pero que en los montes ya no se afanen labradores, ganaderos, arrieros, pastores, leñadores, caleros, carboneros, resineros y recolectores de esparto; que, en definitiva, esos territorios ya no procuren directamente alimento y trabajo, no quiere decir que nuestras montañas no sigan mereciendo respeto, atención y, más que nada, cuidados. Muy al contrario: es en la actualidad, cuando la soledad y el silencio se han aposentado –quién sabe si para siempre- en aquellos parajes y su mantenimiento ha dejado de estar bajo la responsabilidad de las personas que tradicionalmente se encargaron de ello durante siglos, cuando hay que encontrar medios que nos ayuden a conservarlas de la mejor forma posible. Y para ello nuestra legislación facilita herramientas precisas para esa tarea, como la Ley 4/1989, de 27 de marzo, de Conservación de los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres. Las sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, merced a su peculiares características, cuentan con una serie de figuras de protección entre las que se encuentran: Parque Natural (PN) desde el año 1999; Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) desde el año 2003; Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) desde el año 2006; adherida a la Carta Europea de Turismo Sostenible (CETS) desde el año 2010 y Zona Especial de Conservación (ZEC) desde el año 2016.
...por experiencia, todos sabemos que el progreso y el desarrollo social y económico a menudo conllevan daños al medio ambiente que pueden, incluso, llegar a ser irreparables
Pero, ¿qué es y para qué sirve, a efectos prácticos, un Parque Natural? Afirma la normativa que son “territorios naturales, poco transformados por la explotación u ocupación humana que, en base a la belleza de sus paisajes, la representatividad de sus ecosistemas o la singularidad de su flora, de su fauna o de sus formaciones geológicas e hidrológicas, poseen unos valores ecológicos, etnográficos, estéticos, científicos y educativos cuya conservación merece una atención especial por parte de la Administración Pública”. Que un territorio sea declarado Parque Natural es, por lo tanto, prueba irrefutable de su singularidad y trascendencia. Y ello no implica que tenga que reconvertirse en una suerte de museo o parque temático al aire libre dentro del cual toda iniciativa esté prohibida; muy al contrario, en los Parques Naturales se promueven -por ley- los aprovechamientos tradicionales que sean compatibles con la conservación de sus particulares recursos naturales y se facilita su promoción y la de los núcleos urbanos que incluyen, favoreciendo su uso público y la entrada ordenada de visitantes, controlando y evitando -en la medida de lo posible- el deterioro de los paisajes y ecosistemas que albergan. Porque, por experiencia, todos sabemos que el progreso y el desarrollo social y económico a menudo conllevan daños al medio ambiente que pueden, incluso, llegar a ser irreparables.
La designación de Parque Natural posibilita, entre otras cosas, la conservación de la biodiversidad y la diversidad cultural y etnográfica de las poblaciones que engloba; la protección de multitud de especies -tanto animales como vegetales- vulnerables o en peligro de extinción; la preservación de ecosistemas de alto valor biológico; la protección, examen y estudio de yacimientos naturales y paleontológicos, si los hubiere; el favorecimiento de la investigación científica por tratarse de espacios naturales bien conservados y la consiguiente promoción de la educación medioambiental. A corto, medio y largo plazo un Parque Natural puede resultar, además, una interesante fuente de ingresos al atraer el turismo de naturaleza y generar empleo sostenible entre los habitantes locales.
La designación de Parque Natural posibilita, entre otras cosas, la conservación de la biodiversidad y la diversidad cultural y etnográfica de las poblaciones que engloba; la protección de multitud de especies -tanto animales como vegetales- vulnerables o en peligro de extinción; la preservación de ecosistemas de alto valor biológico; la protección, examen y estudio de yacimientos naturales y paleontológicos, si los hubiere; el favorecimiento de la investigación científica por tratarse de espacios naturales bien conservados y la consiguiente promoción de la educación medioambiental. A corto, medio y largo plazo un Parque Natural puede resultar, además, una interesante fuente de ingresos al atraer el turismo de naturaleza y generar empleo sostenible entre los habitantes locales.
Atardeciendo en Sierra Tejeda
La gestión del Parque Natural Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama compete a la Junta de Andalucía mediante la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, a través de sus Delegaciones Territoriales en Granada y Málaga. La responsabilidad ejecutiva de la administración del Parque, del control de las actividades que se desarrollen en su territorio y de la realización de las actuaciones ligadas a su conservación y uso público –es decir, qué se hace y qué no se hace dentro del espacio protegido- son competencia de la Dirección del mismo. La Junta Rectora del Parque, constituida por una representación de sectores públicos y privados con competencias e intereses en el mismo, asiste y apoya en esa gestión de acuerdo con su carácter de órgano consultivo y colaborador. Fomentar la cooperación entre las partes, conciliar los diferentes intereses y opiniones y aunar criterios es importante para avanzar actuaciones que redunden en la intención primera de esa gestión: proteger la integridad de los ecosistemas naturales de Tejeda, Almijara y Alhama y promover un desarrollo social, económico y cultural sostenible para las personas y comunidades que se asientan en ese territorio y su área de influencia.
No resulta exagerado afirmar que, dada su importante función dentro de la sociedad actual, los Parques Naturales son ya imprescindibles. Y no solo eso: inmersos como vivimos en un mundo que camina irremisiblemente hacia la supermecanización, la hiperautomatización y la ultrainformatización de casi todos los aspectos de nuestras vidas, donde la realidad virtual se ha convertido en una seria competidora de lo tangible, recuperar el contacto respetuoso con lo más inmediato -el mundo natural y sus habitantes- es casi imperativo. Nuestros descendientes, por lo demás, tienen todo el derecho del mundo a disfrutar de ese patrimonio natural del que nosotros somos hoy depositarios –depositarios, que no propietarios-. El Parque Natural Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama no solo cuenta con unos paisajes espectaculares sino que está repleto también de cultura e historia; allí perduran, como escritas en un colosal libro de historia imaginario a disposición de todos, las huellas que dejaron nuestros ancestros, desde cuevas con pinturas rupestres y otros asentamientos antiquísimos –como la Cueva de Nerja, la necrópolis megalítica del embalse de Los Bermejales o las ruinas ibero-romanas de la Mesa de Fornes- a los mucho más recientes restos de los últimos cortijos habitados de la sierra, abandonados hace apenas cincuenta años.
Trabajemos todos juntos, desde las instituciones y también a nivel personal, por nuestro Parque Natural Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama; aportemos lo mejor de cada uno con responsabilidad
Somos agua y seremos tierra. El ser humano está hecho de Naturaleza; forma una parte esencial de ella y necesita, aunque no sea –o no quiera ser- consciente de ello, mantener esa conexión inherente al medio natural y a sus habitantes: todos hemos comprobado los beneficios inmediatos, tanto físicos como emocionales, que nos proporciona un simple paseo por el campo. Caminar, respirar, observar, escuchar, palpar, descubrir, aprender, valorar, percibir, sentir, soltar, inspirarse, concienciarse, motivarse y renovarse; disfrutar a manos llenas, al fin y al cabo -y con plena responsabilidad-, de un santuario de vida como es un Parque Natural debería ser un derecho humano fundamental. De la misma forma que todo paraje natural debería tener legítimo derecho a ser protegido.
Naturaleza, progreso, conservación y uso público pueden ser perfectamente compatibles. Trabajemos todos juntos, desde las instituciones y también a nivel personal, por nuestro Parque Natural Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama; aportemos lo mejor de cada uno con responsabilidad, conciencia común y afán de colaboración sin excusas ni desidias, sin postergaciones ni complejos, sin duelos argumentales ni vanas declaraciones de intención que luego queden en nada. Porque mirar por el medio ambiente es mirar por nosotros mismos; no existe mejor forma de rubricar nuestro compromiso con los espacios protegidos. Y de preservarlos y engrandecerlos para las generaciones venideras.
Naturaleza, progreso, conservación y uso público pueden ser perfectamente compatibles. Trabajemos todos juntos, desde las instituciones y también a nivel personal, por nuestro Parque Natural Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama; aportemos lo mejor de cada uno con responsabilidad, conciencia común y afán de colaboración sin excusas ni desidias, sin postergaciones ni complejos, sin duelos argumentales ni vanas declaraciones de intención que luego queden en nada. Porque mirar por el medio ambiente es mirar por nosotros mismos; no existe mejor forma de rubricar nuestro compromiso con los espacios protegidos. Y de preservarlos y engrandecerlos para las generaciones venideras.
“Pobre de ti si no llegas a entender los misterios de la selva. Aprende a escuchar lo que no puedes ver y nunca pierdas el respeto por lo que no comprendes, porque no debes olvidar que la selva te da mucho, pero también te lo puede quitar”.
(Sabiduría maya)
Puesta del sol desde Sierra Tejeda
Texto y fotos: Mariló V. Oyonarte.