En ocasiones es necesario echar una mano a la naturaleza en su eterna labor de selección y mantenimiento de las especies, porque su equilibrio natural quedó descompensado hace mucho tiempo.
Colaborar en ese proceso es, precisamente, uno de los principales cometidos de las Estaciones de Referencia Animal que la Junta de Andalucía sostiene en nuestra comunidad autónoma
Monumento a la cabra montés en la Sierra Blanca de Ojén (Málaga)
Pocas imágenes resultan más sugestivas que la visión de una cumbre alta y escarpada y, perfilada contra el cielo sobre uno de sus riscos -de puntillas, como si fuese a despeñarse-, la silueta de un ejemplar adulto de macho de cabra montés en toda su envergadura, oteando el horizonte, airoso y serio, reinando magnífico sobre su territorio, sabedor se diría de su importancia como símbolo innegable de nuestra fauna autóctona. Y es que nuestras montañas, las hermosas montañas de Andalucía, constituyen el hogar de la población más representativa y numerosa de la cabra montés en España y, por lo tanto, en el mundo. La subespecie Capra Pyrenaica Hispanica, que está considerada un interesante endemismo de la península ibérica y habita exclusivamente en zonas de sierra, se refugia principalmente en los montes de Granada, Málaga, Jaén, Córdoba y Cádiz. Por si esto fuera poco, dicen los entendidos que la cabra montés constituye un excelente bioindicador, es decir, que se trata de una suerte de certificado viviente que muestra el buen -o mal- estado de los hábitats de montaña donde se asienta.
Mirador del Macho Montés, situado en la base del monumento del mismo nombre
Es un hecho incuestionable que el delicado equilibrio que debería existir en nuestros espacios naturales -entre plantas y herbívoros; entre presas y depredadores; entre humanos y otros animales- hace mucho que no es lo que debería ser. La mano de hombre, las epidemias y otros factores han propiciado que no solo las poblaciones de cabra montés, sino también las de casi todas las especies cinegéticas (de especial interés para la caza), así como las de aquellas que el hombre ha considerado durante siglos "dañinas" o "alimañas" como lobos y otros depredadores carnívoros, se hayan visto diezmadas hasta el extremo, en algunos casos, de su completa desaparición en algunas zonas. El subsiguiente desequilibrio ecológico ha sido el origen de problemas de muy diversa índole. En el caso de la cabra montés, las enfermedades y la caza indiscriminada mermaron durante décadas las poblaciones de estos bellos ungulados hasta casi extinguirlas en ciertos puntos de nuestras sierras. Finalmente llegó la concienciación y la toma de decisiones por parte de las autoridades y una parte de la propia ciudadanía; se pusieron en marcha por lo tanto algunas actuaciones en pro de la defensa de la cabra montés y de otras especies que, como ella, se veían seriamente amenazadas. Gracias a las actividades desarrolladas por iniciativas como el Programa Regional de Gestión de la Cabra Montés se ha podido no solo frenar esa tendencia, sino que se ha permitido la supervivencia y recuperación de la especie, hasta el punto de concentrar en Andalucía la mayor población mundial de cabra montés. Todo un logro.
Ricardo Salas de la Vega, director del Programa Regional de Gestión de la Cabra Montés
En el año 2006 la Junta de Andalucía creó la Red Andaluza de Estaciones de Referencia, una entidad cuyo empeño radica en garantizar la conservación de las especies y subespecies más representativas -y en mayor peligro- de la fauna cinegética andaluza. Las Estaciones de Referencia son recintos rodeados por un número determinado de hectáreas de terreno completamente natural donde los animales se alojan en condiciones de semilibertad, y funcionan como auténticos reservorios de ejemplares sanos, válidos para la cría y repoblación.
Además de favorecer la reproducción de los animales, estas instalaciones promueven el desarrollo de todo tipo de estudios sobre la biología de las especies autóctonas y protegidas de Andalucía; mantienen y controlan sus poblaciones, observando un estricto control sanitario de las mismas, y llevan a cabo labores específicas que aporten la máxima información sobre cada especie. Las estaciones de referencia se ubican en Montes Públicos, sean Parques Naturales o Reservas de Caza, o no. Las Reservas Andaluzas de Caza funcionan a todos los efectos como figuras protectoras de la fauna y flora autóctonas, ya que controlan sanitariamente las poblaciones de animales de interés cinegético y el entorno donde se desenvuelven y, si hay excedentes, se programa la caza de un número predeterminado de ejemplares, ni uno más. Existen tres Estaciones de Referencia de la Cabra Montés en Andalucía -Sierra Nevada (Granada), Cazorla (Jaén) y la Sierra Blanca (Málaga)-, puesto que tres son los ecotipos de este animal, es decir: existen entre ellos ciertas características morfológicas como cornamenta, matices del pelaje y la envergadura que cambian de un ecotipo al otro; esta variabilidad que presentan los diferentes núcleos de población de cabra montés -en función de la zona donde habitan- es tan evidente, que se han clasificado como subpoblaciones diferenciadas.
En el entorno de la Sierra Blanca el ecotipo de cabra montés se conoce como "rondeño"
En una Estación de Referencia se ha de procurar, ante todo, mantener cierto número de animales en grupos reproductores perfectamente controlados en todos los aspectos, con el fin de preservar su herencia genética y las características morfológicas típicas que los diferencian de los otros ecotipos en Andalucía. Son básicamente centros de cría que garantizan un número mínimo de ejemplares sanos que sirvan para repoblar tanto las Reservas Andaluzas de Caza como los Montes Públicos, Parques Naturales y Nacionales e incluso cotos de caza privados, si ello resultase conveniente. Del mismo modo deberían bastar para recrear una nueva población en caso de fuerza mayor, como podría ser una epizootia (epidemia masiva). Y no sólo eso, sino que además ejercen como centros de recuperación de ejemplares en libertad que resultan heridos o enfermos, donde reciben tratamiento veterinario antes de ser devueltos a su medio natural. Con dichas actividades se ponen en práctica mejores métodos de captura y manejo de ejemplares, y se optimizan los tratamientos de enfermedades reincidentes en la especie -como la sarna-. Estos centros colaboran sistemáticamente en proyectos de investigación con distintas Universidades y Escuelas de Formación, desarrollando tareas formativas a través de Programas de Prácticas para alumnos procedentes de centros educativos de toda Andalucía.
Todos los años, generalmente a comienzos del otoño, las Estaciones de Referencia de la Cabra Montés realizan controles sanitarios a los animales que tienen alojados en sus cercados e instalaciones. Se escoge esta época porque el calor ya ha pasado y suele haber pasto en el monte, previamente también a la época de celo, para que los animales que se dejan en libertad se adapten fácilmente. Estos controles incluyen desparasitación interna y externa, extracción de sangre y otras muestras biológicas para su posterior análisis, y tratamientos veterinarios preventivos contra la sarna y demás enfermedades comunes en esta especie. Parte del examen consiste asimismo en la medición de cuerpo y cornamenta y un pesaje final, para ser liberados de nuevo en el cercado del recinto o ser trasladados en un cajón de transporte hasta el punto de suelta, en caso de estar prevista su salida de la Estación de Referencia, siempre con su crotal y su microchip bien colocados, para facilitar su identificación en caso de ser necesario. A finales de enero suelen producirse las capturas de ejemplares del exterior, que ingresan en los cercados de aclimatación durante el tiempo que se considera oportuno. Estos animales permanecen en cuarentena hasta comprobar que su estado sanitario es el adecuado antes de ser trasladados al cercado principal, donde se encuentran los demás ejemplares del centro, con los que podrán interactuar a partir de ese momento. Un ejemplo de estos centros es la Estación de Referencia de la Cabra Montés del Juanar, situado en la Sierra Blanca de Ojén, que a su vez forma parte de la Reserva Andaluza de Caza Serranía de Ronda, donde fuimos testigos de esta interesante actividad el pasado mes de septiembre de 2019.
Entrada al recinto de la Estación de Referencia de la Cabra Montés del Juanar
Esta Estación en concreto cuenta con una población media de unos sesenta ejemplares de cabra montés entre machos y hembras reproductores y crías, recluidos en un terreno cercado de veintiuna hectáreas de extensión que se encuentra rodeado por una cerca de tres metros de altura; así se evita la escapada de los animales allí instalados. También cuenta con unos cercados interiores de menor altura que sirven para ordenar los espacios. En la Estación de Referencia del Juanar los animales allí reservados se corresponden con el ecotipo de cabra montés rondeña, distinto a los de Sierra Nevada y los de Cazorla. Cada animal está perfectamente identificado por un crotal y un microchip, y se le adjudica además una ficha personal en una base informática de datos. Podría decirse pues que las cabras montesas tienen, como cualquier persona, su DNI. Cada año se van renovando los ejemplares mediante capturas de animales en libertad (con la utilización de rifles somníferos) y la suelta de los animales que llevan allí más tiempo (entre tres y cuatro años).
A pie de la entrada principal se sitúa una pequeña balsa con desinfectante para las ruedas de los vehículos que acceden al interior
Tras la cerca principal se distribuyen diferentes cercas secundarias para organizar el recinto
El día de control es necesario contar con muchas manos. Para llevar a buen término la operación se reúnen en el recinto el director del Programa Regional de Gestión de la Cabra Montés, Ricardo Salas de la Vega; Cristina San José, responsable de todas las Estaciones de Referencia de Andalucía (de la perdiz roja, del corzo y de la cabra montés); el veterinario organizador de la actividad, Félix Gómez Guillamón, además de José Miguel Ramírez y otros miembros de la Agencia de Medio Ambiente y Agua de Andalucía; personal de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible; veterinarios de la Junta de Andalucía, así como alumnos de Veterinaria de la Universidad de Córdoba, voluntarios de la Oficina Comarcal Agraria de Vélez Málaga y, por último, un nutrido grupo de alumnos en prácticas del Ciclo Superior de Gestión Forestal y del Medio Natural, de Jimena de la Frontera (Cádiz).
Un día de control requiere de mucho personal
La actividad que, aunque sencilla en los procedimientos, requiere habilidad y rapidez en el manejo de los animales para no estresarlos en demasía y evitar cualquier tipo de accidente que pudiese dañarlos, se puede resumir de la siguiente manera: en las primeras horas del día se van dirigiendo los ejemplares de la Estación, mediante el ofrecimiento de comida, del cercado más amplio a otros más pequeños, el último de los cuales termina en un embudo o manga de captura de madera, de diez metros de longitud. Esa manga, a su vez, se estrecha hasta conducir a una puertecita donde se puede acceder al animal para sujetarlo, embozarle la cara y llevarlo a una mesa, donde se procederá a su examen.
Manga de captura de madera. Debajo, la puerta donde se puede acceder al animal
A punto de sujetar la siguiente cabra montés
Una vez se ha inmovilizado correctamente al ejemplar, se le tapan los ojos con un bozal a propósito para ello, evitando de esa forma que el animal se asuste y pueda herirse o herir a quienes lo están manejando; a continuación, se le lleva con cuidado y premura a una mesa donde se le amarran las patas -las cabras montesas pueden dar coces extremadamente fuertes- para que el proceso de examen resulte más cómodo para todos.
Bozales para tapar los ojos de las cabras (la bota de vino ayuda, sin duda, a animar la jornada)
Cuando la cabra se encuentra bien colocada y sujeta encima de la mesa se procede a su revisión. Son imprescindibles muchos brazos para mantener al animal firmemente retenido, condición indispensable para que la labor de los veterinarios y agentes se lleve a cabo correctamente.
La mesa de los veterinarios (profesor y alumnos) está ya preparada con todo el material que necesitarán para desparasitaciones y toma de muestras
En la Mesa de Control de Especies también está todo listo
Una vez se saca a cada ejemplar de la manga de captura, es fundamental su correcta inmovilización para que ni el animal ni los voluntarios sufran daños
La cabra montés está ya sobre la mesa; los veterinarios presentes proceden a su identificación. Esta se realiza de dos formas: visualmente primero, gracias al crotal que lleva colocado el animal, y cotejando después esa información con la lectura del microchip que llevan implantado (en caso de ser una cría nueva, de ese año, se le colocan en el acto ambos dispositivos de identificación).
El lector de microchips identifica al animal en cuestión. Cuando se tiene la certeza de cuál es, se localiza su ficha identificativa (abajo)
En cada ficha identificativa figuran el nombre del animal, su fecha de nacimiento (si nació en la Estación de Referencia) o de entrada en el recinto (si fue un animal capturado en libertad); sus características morfológicas, medidas, peso, peculiaridades del pelaje y la cuerna, enfermedades o lesiones que haya padecido y tratamientos a los que se le ha sometido. Una vez identificado, se procede al examen morfológico, durante el cual se mide al animal tanto de cuerpo y extremidades como de cabeza y cornamenta (largura y anchura de tronco y extremidades; longitud y grosor de la cuerna). Los nuevos datos se recaban cuidadosamente y se van actualizando en la ficha del animal.
Ricardo Salas muestra cómo debe realizarse la medición de la base de la cuerna a un ejemplar. De cada detalle se va tomando nota
Después de las mediciones llega el examen veterinario en sí, que incluye la extracción de muestras biológicas (sangre, piel), desparasitación externa e interna y la administración de medicamentos o adjudicación de tratamientos, si el animal lo necesita. Cualquier variación o novedad en el estado del ejemplar queda registrada en su ficha.
Extracción de muestras de sangre
Tomando nota ante cualquier cambio respecto del año anterior
Al tiempo que se van registrando en las fichas correspondientes los datos actualizados de cada ejemplar examinado, se irá tomando nota también de todo ello en una pizarra de la Mesa de Control, antes de ser archivados definitivamente a la base de datos informática. A las crías nuevas del año se les abre su primera ficha.
En la Mesa de Control la actividad es incesante; cada dato es minuciosamente comprobado antes de ser archivado en la base informática de datos
Una vez reconocidas, las cabras montesas deben ser pesadas. Para llevar a cabo la tarea sin que sufran demasiado, se colocan en el suelo con cuidado, siempre con la cara embozada, y se envuelven en una red; de esa manera pueden ser suspendidas sin que el animal realice movimientos bruscos que podrían falsear los resultados de la pesada. Una vez se toma nota del peso, se liberan con cuidado de la red y son puestas en libertad dentro del recinto. Los ejemplares que serán liberados en campo abierto ese año -machos que ya no van a "padrear" más, o hembras con dos o tres años de antigüedad en el recinto- se introducen en cajones de transporte para ser llevados al punto de suelta, ya que su presencia será indispensable para renovar genéticamente la población de cabras monteses en libertad.
Después de la pesada, el animal se deja de nuevo en libertad
Este macho montés, un magnífico reproductor, se quedará en la Estación de Referencia para generar crías fuertes y sanas
Los cajones de transporte esperan a los ejemplares que este año se pondrán en libertad. Un vehículo las acercará al punto de suelta
En esta ocasión se libera a una hembra joven, que refrescará con su patrimonio genético la población de cabra montés del paraje del Cerro Nicolás, punto donde se ha soltado
Con la liberación de la hembra en campo abierto termina oficialmente la actividad por este año. Pero aún quedan por compartir sensaciones y experiencias, y qué mejor ocasión para ello que con una buena comida que ayude a relajarse a los participantes de tan exigente tarea. Mientras un suculento arroz campero se va cocinando en la chimenea de la antigua casa que se levanta en el recinto de la Estación de Referencia, los alumnos atienden a ciertas explicaciones que, sobre la marcha, les ofrece un Agente de Medio Ambiente. Y así, entre charlas y risas, concluye un día más, un año más, esta encomiable labor en pro de la conservación de nuestra cabra montés; un día en el que el ambiente de trabajo es por demás inmejorable: codo con codo, profesionales y alumnos, voluntarios y reporteros, unos dirigiendo, otros aprendiendo, otros informando y todos aportando lo mejor de sí mismos, unidos por unas horas en pro de ese afán común.
El paraje donde se ubica la Estación de Referencia de la cabra Montés del Juanar, en Ojén, fue en otros tiempos propiedad del poderoso Marqués de Larios. Se trataba de una extensa finca de caza donde el aristócrata solía invitar a sus encopetadas amistades, entre ellos, al rey de España de la época, Alfonso XIII. Con el tiempo fue adquirida por Patrimonio Forestal de Andalucía. En los años setenta del pasado siglo, convertido este lugar en Parador, constituyó un reputado punto de turismo cinegético. El mismo Charles De Gaulle se alojó en este bello rincón de las montañas andaluzas para escribir sus memorias… Un lugar, sin duda, pleno de historias pasadas, presentes y, esperemos, futuras.
Componentes del equipo de trabajo de ese día
Es obligación de todos, ciudadanos de a pie y gobernantes, poner el máximo empeño en la defensa y conservación de nuestro patrimonio faunístico y paisajístico. Nos va demasiado en ello, ya que su degradación o pérdida lo será también propia. Actividades como las que realizan las Estaciones de Referencia son esenciales para conseguir ese objetivo; tal vez no sean del conocimiento general y por ello merecen toda la divulgación posible, pues del conocimiento surgirán, sin duda alguna, el interés y la dedicación. Para que nuestras montañas no adolezcan jamás del privilegio de albergar algo tan bello, tan genuinamente nuestro como es la incomparable estampa de un macho montés encaramado a su otero, guardando los territorios de las últimas poblaciones de Capra Pyrenaica Hispanica.
Macho montés en los acantilados de Maro-Cerro Gordo (Sierra Almijara). Fotografía de Sebastián García Acosta
Texto y fotos: Mariló V. Oyonarte.
Edición y montaje de vídeo: Carlos Luengo.