Tu eres dulce melodía, / que hace mi encuentro tan tierno, / noble mirada y sonrisa, / que remansa en mi alma el sueño…
Ay, Granada de mi vida
Ay, Granada de mi vida,
mi Alhambra besando el cielo,
mi gente, la más querida,
y el tierno cariño, honesto…
Tu eres dulce melodía,
que hace mi encuentro tan tierno,
noble mirada y sonrisa,
que remansa en mi alma el sueño…
Ay, mis años de internado,
pese a esfuerzo y disciplina,
duro estudio concentrado
y alejado de familia…
¡Ay, mi Albaicín, duende, hechizo!
mi yunque y fiel melodía,
cantar, brotando del pecho,
recia fragua en llamas vivas,
donde templo el tierno verso…
Arde el brillo en mi silencio
que acaricia, mi alma, herida
cruel, lejanía del pueblo,
mi amada gente, querida…
Qué tienes, Sierra Nevada,
la más pulcra alma en Veleta,
verde amarillo en retamas,
del niño que llora penas,
por su caricia, lejana,
susurros de blanca sierra,
lejano pueblo entre nieblas,
soñares de amada tierra,
que espera el tiempo de siega…
Ay, tierno embrujo en mi Darro,
“quejío,” en su agua, navega,
de amores tristes, frustrados,
daga, en gitano, en su zambra,
qué pena, en pecho dolido,
llorando el desgarro en su alma,
triste canto en triste hechizo,
templa el gozo en vivas ascuas…
Brota hechizo en su sonrisa,
arde ese fuego, en mirada,
caricia, amorosa herida
de su fuente que remansa…
Miel dulce en tan fiel mirada,
gozo en su hermoso silencio,
brota fuente en vida amada,
de sierra besando, el cielo…
Ay, mi duende, en mi Granada,
cuna y vida de mis sueños,
si de chico, ya te amaba,
hoy, te amo más en mis versos…
En ti, los templé en mi fragua,
el más digno gozo en sueños.
Gracias a ti, mi Granada,
logré el mayor privilegio,
guardar vivo hechizo en mi alma,
y amor dulce, de tu acento.
Salvador Arias Jiménez