Para las nuevas generaciones leer un libro «no es una posibilidad ni la consideran para ná divertida», sin embargo, ¿por qué es vital y necesario leer?
En este breve ensayo vamos a tratar la lectura como tema de estudio, orientándolo al contexto de los adolescentes, pues ellos son el centro de interés del proceso educativo, y a su valor para el desarrollo de personas con capacidades críticas, habiendo sido nosotros, futuros profesores de lengua y literatura, interpelados a reflexionar en la asignatura de Innovación docente e investigación educativa en filología del máster de profesorado de la Universidad de Granada.
A pesar de los optimistas datos que ofrecen las fuentes oficiales sobre los hábitos lectores, con titulares como «Los jóvenes, los que más aumentan la cantidad de horas dedicadas a la lectura» (Cadena Ser) o «Las mujeres y los adolescentes impulsan el crecimiento de la lectura en España» (El País), todos cogiendo como referencia las estadísticas del Ministerio de Cultura, tenemos que ser tremendamente cautos pues, en primer lugar, no dan información sobre cómo se han obtenido y, en segundo lugar, y sin querer ser presuntuosos, los intereses que hay normalmente detrás de este tipo de análisis por parte de las instituciones para mostrar su valía en la gestión, nos inducen a ser precavidos. ¿Si son capaces de cambiar la legislación para poder pasar de curso, o para conseguir el título de la ESO con una ingente cantidad de asignaturas suspensas y mejorar así las cifras de fracaso escolar, qué no serán capaces de hacer?
«No me gusta leer, ni me interesa ni sirve para ná», esta respuesta, que siendo inventada, podría reflejar más la realidad sobre la apetencia lectora de los alumnos de nuestros centros educativos, con sus excepciones, claro está, pero extendido por todo el territorio español, nos motiva a tratar de acercarnos al contexto de la realidad actual, así como a evidenciar la necesidad de conseguir buenos hábitos lectores, vital para el desarrollo de la identidad propia de los jóvenes, más allá de para poder superar las exigencias credencialistas a las que se enfrentan en las diferentes etapas de su formación: «el alumnado en general presenta cada vez más características de aborrecer la lectura por distintas causas. Para la mayoría de los jóvenes leer supone “mucho sacrificio” y no se refieren a la lectura más que para reseñarla como una actividad muy tediosa y una obligación al mismo tiempo» (Sedano Fernández, 2015).
No podemos dejar de tener en cuenta, seamos realistas, que hay una serie de condicionantes que complican en la actualidad el gusto por la lectura porque «la oferta exterior de ocio, que se muestra manifiestamente seductora, con estudiadas intenciones consumistas, la tendencia depresora del hábito lector, se vincula estrechamente con el atractivo mundo tecnológico, audiovisual e informático, que constituye un terreno depredador para la lectura, pues requiere un mínimo esfuerzo intelectual y fomenta escasos niveles de capacidad imaginativa» (Molina Villaseñor, 2006). Es en este paisaje, cuando estamos a punto de agotar el primer cuarto de siglo XXI, en el que los alumnos están siendo cautivados y afectados por el excitante mundo virtual, generando una dependencia desprendida de la inmediatez de sus estímulos, que liberan, como las drogas, ingentes cantidades de dopamina, por lo que hay que tener en cuenta que «las redes sociales puede resultar en una adicción, lo que, a su vez, podría derivar en ansiedad, dependencia emocional, pérdida de motivación, falta de autocontrol e irritabilidad» (Martín Critikián, 2021). Podemos afirmar que el gran abanico de la oferta de ocio, ya sea virtual o real, empolva aún más la opción de que elijan leer un libro: no es una posibilidad ni la consideran para ná divertida, sin embargo, ¿por qué es vital y necesario leer? Más allá de que «los estudiantes no entienden lo que leen en formato papel o digital, y no es que no “sepan” leer» (Fernández Marlén, 2015), pues la técnica para descifrar las palabras la tienen, y cuando debería entenderse que «leer y comprender son sinónimos» (Fernández Marlén, 2015), y a colación, los datos del informe PISA en 2023 nos proporcionan indicadores devastadores, los peores resultados de España desde que se inició la prueba en el año 2000.
La lectura proporciona el desarrollo de las habilidades reflexivas con el otro ya que «si escribir es plasmar la reflexión interior, leer es desplegar en uno mismo la reflexión de otro que significa lo escrito, siguiendo un proceso en el que se entrelazan los argumentos propios con los de otros, creando la trama mental al relacionar los significados» (Cerrillo Bartolomé, 2007), es decir, un constante diálogo argumental, poco a poco convertido en dialéctica, que conforme vaya creciendo el hábito proporcionará el entrenamiento idóneo para crear una personalidad crítica y constructiva en relación con todo lo que lo rodea, empezando por él mismo. La palabra, escrita o leída, nos sirve para la interpretación de la realidad, pues hay una maraña de significados combinados que, de no estar preparados para descodificarlos con lucidez, nos abduce en la corriente de los intereses de las distintas esferas del sistema, ya sea hacia un consumismo y materialismo enfermizo, o anestesiando nuestra capacidad crítica para poder abusar de nuestra pasividad como ciudadanos, o ya sea anulando nuestra conciencia individual al diluirla en una colectiva, que al conformarse en una masa, se vuelve más maleable. ¿Quién es consciente de que, en España, por ejemplo, los ciudadanos no pueden elegir a sus representantes políticos? ¿Tienen los ciudadanos la electio? ¿O eligen los líderes de cada partido a sus representantes directamente y luego los ciudadanos los refrendan? ¿Hay representación directa? ¿Hay separación de poderes si el poder ejecutivo legisla y controla al judicial? ¿Hay democracia o partidocracia? Este ejemplo, muestra del fraude que sustenta la legalidad en España, es representativo y notorio de cómo la creación de un tercer mundo semántico en una sociedad críticamente pobre, puede terminar por convertir el voto, que es un derecho, en una obligación moral, sin que el grueso del electorado caiga en que participar en las elecciones conlleve mantener un sistema fraudulento, y para ello, en la base de todo, está la lectura como mecanismo para potenciar la reflexión y la actitud crítica, por eso entendemos que «la motivación a la lectura es un proceso que no debe ser mecánico, sino razonado»(Fernández Marlén, 2015), porque «no es únicamente llevar al lector hasta el texto, sino ayudarlo a adentrarse en él para que a su vez el texto se adentre en el lector» Mata (2008: 71). Nuestro objetivo último es que la razón sea el volante de la interpretación, para ello debemos desarrollar un proceso, muy progresivo y secuencial, en el que los alumnos sean capaces de transitar desde una interpretación en la que funden la razón en la emoción, hacia una que haga lo contrario, disolver la emoción en la razón, y así estuvieran en condiciones de luchar contra la sistematicidad con la que se trata de dominar al sujeto con el control de sus emociones; y con esta idea entendemos que el utilitarismo de la lengua y literatura, llevando la lectura y su interpretación al objetivo último de convertir a los alumnos en personas que sean capaces de diferenciar, por ejemplo, una opinión de una valoración, (pues esta última, como secuencia de un proceso metódico, expone unos hechos objetivos, que sumados a una serie de argumentos, sustentan la última parte, la apreciación personal) sirviendo esta aptitud intelectual como pilar en la base del ciudadano crítico.
Hay que también y, por lo menos, mencionar otros círculos del alumno para dirigirlos hacia la lectura porque «la mediación es primordialmente una labor de lectores comprometidos –padres, profesores, bibliotecarios, libreros, periodistas... que tratan de fascinar a los lectores que empiezan» (Mata, 2008: 139), haciendo hincapié en la familia como núcleo de un ambiente lector, así como que los profesores sean capaces de buscar temas de su interés, estimulando una lectura voraz, como por ejemplo, a cierta edad, el sexo y el amor, o el fútbol, ofreciendo textos que los motiven para ir poco a poco metiéndolos, como dice la expresión, por la vereda. Así, y para terminar, de vuelta al «no ni ná», que es objetivamente una triple negación: no, ni, nada, y que termina significando una afirmación, es muestra del potencial pragmático y creativo que podemos encontrar en la lengua española. Si somos capaces de motivar a nuestros alumnos para que lean, porque tenemos que estar muy vivos en nuestras clases, siendo ingeniosos para que lleven la lectura a su vida cotidiana, estaremos haciendo un gordo favor al futuro de nuestro país, pero no seamos ingenuos ni idealistas, porque la gran paradoja a la que asistimos es que aprender a leer, no más, sino mejor, puede significar que vayan a contracorriente de los fines últimos que brotan de la cúspide del poder, porque el Estado no quiere ciudadanos libres y críticos, sino dóciles, acríticos y emocionales, «la España de charanga y pandereta», como decía Machado, sino que siga polarizada, ya sea de izquierda a derecha, de mujer a hombre, de ricos a pobres, del Real Madrid al Barcelona, y que siga revolcándose en la batalla del estiércol de sus dos mitades.
Bibliografía:
- DELGADO CERRILLO, Bartolomé, “Fundamentos del proceso lector. Motivar la lectura en la Educación Secundaria”, en Revista OCNOS no 3, 2007, p. 39-53. ISSN 1885-446X.
- MARTÍN CRITIKÁN, D. y MEDINA NÚÑEZ, M. (2021). Redes sociales y la adicción al like de la generación z. Revista de Comunicación y Salud, 11, 55-76.
- MARTÍN VEGAS, Rosa Ana, “Manual de Didáctica de la Lengua y Literatura”, Editorial Sintesis 2009
- MATA, Juan. 2008. 10 Ideas clave. Animación a la lectura. Hacer de la lectura una práctica feliz, transcendente y deseable. Editorial Graó. Bar- celona (España).
- MOLINA VILLASEÑOR, Leandro: “Lectura y educación: los hábitos lectores y su repercusión académica en Educación Secundaria Obligatoria”, en Revista OCNOS no 2, 2006, p. 105-122. ISSN 1885-446X.
- SEDANO FERNÁNDEZ, Marlén Leer en el aula: propuesta para mejorar la lectura en secundaria Opción, vol. 31, núm. 6, 2015, pp. 1136-1159 Universidad del Zulia Maracaibo, Venezuela.