Manuel



Es Manuel, ochenta años. / En su tiempo fue gañán; / y carrero, y el más grande / segador. / Hábil manejando el ‘bielgo’; / y en diciembre, cuando llega la aceituna, / el mejor vareador.

Manuel

La mula torda, a la mano;
en el cabo, la potrilla colorá.
La parva de trigo pichi,
redonda como una luna,
sobre la era empedrá.

Cubre su blanca cabeza
con un sombrero de paja
traspasado por el tiempo y el sudor.
Viste pantalón de pana,
sus alpargatas de cáñamo
y el chaleco, a pesar de la calor.

Es Manuel, ochenta años.
En su tiempo fue gañán;
y carrero, y el más grande segador.
Hábil manejando el ‘bielgo’;
y en diciembre, cuando llega la aceituna,
el mejor vareador.

Pero hace muchos años
que Manuel dejó el arado.
Y en un clavo, en la cocina,
cuelgan ahora los ‘deíles’ y la hoz.

A veces alguien lo llama
para que barra en la era,
para que trille en la parva,
para que abalee el pez.
Y Manuel vuelve a la era,
arrastrando sus dolencias y sus años;
a veces, por unos duros,
y otras veces, simplemente por comer.

La parva de trigo pichi,
redonda como una luna,
sobre la era empedrá.
Y sobre la parva, el trillo.
Y sobre el trillo, Manuel,
dando vueltas, con sus ojos entornados
que ahora miran hacia dentro,
a un pasado que ya nunca ha de volver.

La mula torda, a la mano;
en el cabo, la potrilla colorá.
Y, remetiendo la parva,
un niñato con el cigarro en la boca:
“vamos viejo, espabila,
que esta tarde la tenemos que aventar”.

Santa Cruz, julio 2019
Luis Hinojosa D.