Mística fáctica

Ya recé a mi Dios, que es el Dios de Spinoza, / que es un Dios, tan magnánimo y piadoso / que, ni premia, ni castiga, ni se inmola, / ni ha catedrales, ni pompas, ni oros.

Mística fáctica 

Y en el lento atardecer de aquesta vida,
de repente, llegarán los días negros
que, muy pronto traerán la anochecida,
que calmará mi ansiedad y mi desvelo.

Que es mi alma ahora, del dolor guarida
y es mi cuerpo, perpetuo precipicio,
cuando sea finada esta vil fatiga,
me librará de este mortal suplicio.

Que espero nada de Eros ni Fortuna,
ni nada espero que esperen de mí,
que sólo ya aspiro, a encontrar alguna
oportuna Parca, en la noche sin fin.

Y es éste mi cáliz, que he yo de beber
y aunque lo rechacen mi cuerpo y mi mente,
lo he de apurar sin remedio, hasta la hez,
como penitencia de errores pendientes.

Ya recé a mi Dios, que es el Dios de Spinoza,
que es un Dios, tan magnánimo y piadoso
que, ni premia, ni castiga, ni se inmola,
ni ha catedrales, ni pompas, ni oros.

Que su reino es la belleza y la armonía
de las leyes naturales que, de eterno,
crean el orden y generan entropía
que abre espacio- tiempo y eones de tiempos.

No todo es espíritu incorpóreo y mágico,
ni es todo carne y racional materia,
porque existe el sentimiento y, lo más trágico
y hermoso que nos revela: la consciencia.

Y ambos dones ni se pesan ni se miden,
pero son los que elevan a los humanos,
por encima de las bestias y consiguen, 
que tengamos empatía con nuestro hermano.

Y son tan sublimes, excelsos y caros
que, siendo en recursos de la evolución,
como predadores, los menos dotados,
alfa y omega somos, de la Creación.

Desde siempre el hombre, soñó con un Dios
que, a su imagen y semejanza diseñó,
dándole poderes, siempre lo adoró,
adorando ególatra, su propia ficción.

Juanmiguel. Zafarraya.