El grave conflicto que El Llano en su conjunto, tiene planteado con la inmigración masiva, pero en concreto, más agudizado con la inmigración marroquí, exige soluciones inmediatas.
Decía en la primera parte de esta reflexión, que a veces, para aprender, primero tenemos que olvidar lo aprendido anteriormente, porque muchas veces esto, lleva aparejados los vicios y prejuicios de una época anterior de desinformación y manipulación del pensamiento y de las conciencias individuales y colectivas, perpetrado desde el poder político, económico, religioso o de todos a la vez.
Y lo planteaba en primer lugar desde el ámbito personal, privado e individual, pero que se rige con los mismos parámetros en lo colectivo, social o universal.
Los pueblos del Llano tienen planteados varios retos y, además, tienen la obligación ineludible de superarlos, si quieren mirar al futuro con confianza, estabilidad y garantía de progreso y de paz social. Estos retos son: los de superar los problemas derivados de la masiva inmigración en el Llano (especialmente de la inmigración magrebí), y asimismo, el de superar los malentendidos y pequeñas fobias y recelos que desde demasiados años impiden unas relaciones plenamente satisfactorias, entre sus pueblos, Ventas y Zafarraya, transformándolas sin ningún tipo de sombras ni recelo, en la mejor garantía de progreso, bienestar y confianza mutua. Y en los dos problemas se da el condicionante previo de “desaprender” actitudes y prejuicios históricos, para poder reformar nuestro comportamiento colectivo, de forma y manera que podamos superar ambos problemas o conflictos, de la manera más favorable para el legítimo beneficio de todos y cada uno de los colectivos y personas implicados.
El grave conflicto que El Llano en su conjunto, tiene planteado con la inmigración masiva, pero en concreto, más agudizado con la inmigración marroquí, exige soluciones inmediatas si no queremos ver en el futuro cercano, una quiebra grave de la convivencia y de la paz social en nuestros pueblos.
...marroquíes en su inmensa mayoría, de los que incluso, un colectivo ya bastante amplio, tienen nacionalidad española
Y en este reto o debate hay dos sujetos o protagonistas: de un lado, los autóctonos o naturales del Llano, de nuestros pueblos de Ventas o de Zafarraya y de la otra parte, las personas procedentes de la inmigración del Magreb, marroquíes en su inmensa mayoría, de los que incluso, un colectivo ya bastante amplio, tienen nacionalidad española, incluso sus hijos, nacidos ya en España, conforman un colectivo con absolutamente los mismos derechos constitucionales y legales de todo tipo que los autóctonos de tradición.
Ambas partes necesitamos de un reciclaje de urgencia y un cambio de mentalidad respecto a los prejuicios mutuos que, a ambos colectivos nos impide un acercamiento real y concreto que facilite la aceptación del hecho y la integración progresiva, sin rechazos ni limitaciones.
Los naturales del Llano o autóctonos, tendremos que “desaprender” y olvidar ese tufillo de prejuicio racista, que se visibiliza en el peyorativo “los moros” y que quizás tenga su origen en la memoria colectiva de las guerras que nuestros padres y abuelos sostuvieron en los conflictos con Marruecos (guerra del Rhif), o en el negativo recuerdo de los tabor de regulares formados exclusivamente por moros, que acompañaban a Franco y al ejército de los nacionales, en la toma de pueblos y ciudades durante nuestra guerra civil y de tan infausto y terrorífico recuerdo. Porque es cierto que donde aflora más relevantemente el conflicto anti migratorio, con mucha diferencia, es con la inmigración de origen magrebí, es decir, del norte de África, casi toda marroquí. Quizás los motivos puedan ser simplemente, que es con mucho cuantitativamente, la más numerosa y por tanto, la que provoca cierta sensación de invasión y sobre todo, que si es bien manipulada por intereses políticos, puede crear esa impresión. También se achaca que el choque sea más conflictivo, porque las diferencias religiosas y de culto son más evidentes, además de que es algo más que una sensación, que está inmigración es más renuente y conflictiva para su integración en la sociedad receptora. Todas estas sensaciones, van creando un ambiente de falsa tensión y de creciente rechazo, ayudado por la irresponsabilidad y manipulación de las redes sociales, que a veces lleva a la sensación, de que El Llano es peor que un frente de guerra y que estos inmigrantes, a los que peyorativamente muchos llaman “moros”, son el conjunto de todos los males, sin mezcla de bien alguno. Según ese ambiente creado en las redes, sólo parece que, aunque los más tontos ni nos enteramos, es seguro que, deben de producirse varias violaciones al mes, ocupaciones de casa o robos a diario y agresiones graves, semanalmente o varias muertes por asesinatos al año. Sin embargo, la realidad es que en los cuarenta años de inmigración que se han sucedido ya desde que empezaron a llegar al Llano los primeros “moros”, aún no se ha producido ni una sola violación de alguna joven autóctona por emigrantes magrebíes, no se ha producido ni un sólo hecho violento con resultado de muerte de algún nativo, por emigrantes marroquíes, no se ha producido ninguna algarada grave con resultado de vandalismo, saqueos o incendios (y tocó madera) y los delitos de menor cuantía, como robos, droga o pequeñas peleas, son de parecido nivel al de nuestros pueblos vecinos si incidencia migratoria. Sin embargo, a cambio ciertamente de algunas pequeñas incomodidades, la inmigración ha dinamizado la economía del Llano que sin su presencia colapsaría: aportando mano de obra a un sector que, sin ellos, le habría resultado muy difícil sustituir la retirada masiva del mercado laboral del campo, de la mano de obra autóctona; dinamizando el mercado de arrendamientos rústicos (los motores) y urbanos (alquiler de casas), que, sin su demanda, estaría pasivamente muerto. Siendo además, responsables directos, como arrendatarios ya, de más del 60% de la producción neta del Llano, lo que permite la boyante actividad de empresas de servicios (tractores de trabajo autónomo, venta de fitosanitarios y semillas o venta de planta en cepellón), de cooperativas y empresas de comercialización de productos hortícolas en la zona, lo que permite la generación de empleo directo e indirecto, que da trabajo a todos los jóvenes, hombres y mujeres de la zona y aun así, no cubre la demanda, que la completa mano de obra de otros pueblos. Además de su aporte a la economía del pueblo y de la seguridad social con sus cuotas, la actividad de consumo con los pagos por IVA, por el 10% del porcentaje pagado en comercialización y pagos a empresas de servicios varios, por la compra de productos, con una aportación neta a la economía del Llano, de entre 25 a 30 millones de euros. Han dinamizado el mercado de las tierras y el de las casas de segunda mano, ambos paralizados y con escasa revalorización en los años anteriores.
Sus niños en la escuela, que forman parte desde hace años del “colectivo de nuestros escolares”
Pero además de todas las razones aportadas para recomendar el entendimiento, hay una, demoledora y contundente y cuanto antes la asumamos, antes empezaremos a buscar el entendimiento: “los inmigrantes han venido para quedarse” y esto es algo que tenemos que tener muy claro. Sus niños en la escuela, que forman parte desde hace años del “colectivo de nuestros escolares”, suponen ya más del 60% del alumnado, porque aunque ése no es aún el porcentaje de inmigrantes respecto a los nativos, el número de hijos por familia es superior en ellos y porque en muy pocos años, en una ya real segunda generación de sus hijos, tan españoles como los autóctonos a todos los efectos y todos los de primera generación migrante, con la doble nacionalidad obtenida ya, harán que los más reacios a la aceptación del fenómeno migratorio, se decanten al fin por el entendimiento y la integración.
Pero como en todo conflicto, deberá de haber dos colectivos al menos, involucrados: el colectivo autónomo, del que hemos intentado hacer una valoración de su situación, comportamiento o estrategia a seguir y del otro lado, el colectivo de inmigrantes, prioritariamente magrebíes, con alguna relevancia también de subsaharianos de color.
Y ahora, he de decir obligatoriamente, que ellos también tienen que iniciar un ejercicio urgente de “desaprendizaje”, si quieren colaborar en mejorar las relaciones de ambas comunidades y crear unos nuevos lazos de convivencia y aceptación mutuas desde la riqueza de la interculturalidad, que permita una integración plena y sin recelos. Después de cuarenta años conociendo bastante el problema de la inmigración en El Llano, y de propiciar y promover propuestas y soluciones de convivencia e integración desde el ámbito municipal, llegué a la sorprendente conclusión de que el micro racismo va por barrios y en el barrio de los inmigrantes magrebíes (más concretamente, marroquís), existe también un cierto grado de micro racismo y preponderancia contra los autóctonos, que los hace ser más reacios a la integración y con ello ahondar en la sensación, en la población autóctona, de que esa inmigración es más conflictiva y peligrosa para la convivencia. No tengo datos ni conocimientos suficientes para contrastar este aserto, pero con la experiencia acumulada en mi relación con este colectivo y una acusada intuición sobre sus reacciones, me llevan a la convicción de que es así. A pesar de las condiciones tan onerosas que a veces han tenido que soportar, tengo la sensación de que, íntimamente se sienten superiores y que este sentimiento de excelencia se basa y fundamenta en dos caracteres identitarios: su fe musulmana, que profesan y consideran la auténtica y verdadera fe, como nosotros en los mejores tiempos de la Inquisición y su pertenencia a la etnia árabe, que al fin y al cabo fueron los pobladores y dueños de España (Al-Andalus) durante ocho siglos y hasta no hace tanto tiempo. Podemos entenderlo como si un grupo amplio de ingleses sin recursos, recalaran como inmigrantes en La India, ¿creéis que tendrían fácil su integración, arrastrando como arrastran su mentalidad de imperio?
Me confirmaba una amiga, emigrante muchos años en Centro Europa, que en Alemania, todos los emigrantes de cualquier nacionalidad, sobre todo a partir de las segunda generación, están integrados en el país
El colectivo de inmigrantes subsaharianos y de color, mayoritariamente también musulmanes, no ofrecen esa resistencia a la integración, quizás porque no sienten la excelencia de su pasado dominador como raza ni la exclusividad de su credo, aún siendo el mismo que profesan “los moros”. Me confirmaba una amiga, emigrante muchos años en Centro Europa, que en Alemania, todos los emigrantes de cualquier nacionalidad, sobre todo a partir de las segunda generación, están integrados en el país, como un natural más, a excepción de los turcos: ¿cabe deducir o interpretar también, que su credo, El Islam, igualmente musulmán, como en los magrebíes, pero no árabes como ellos y que, detentaran el poder en amplísimos territorios del centro de Europa, bajo el Imperio Otomano, reclama también en ellos su cuota de excelencia y superioridad? Esto explicaría también allí, como en España con los magrebíes, el mutuo recelo a la integración.
Si esto es así, y tiene todas las trazas de serlo, me atrevo a plantearles a nuestros convecinos emigrantes de origen marroquí, que cuanto antes tienen que “desaprender” algunos dogmas y conceptos religiosos y patrióticos, para que libres de esos prejuicios, puedan facilitar su aporte a la integración. Para ello, un primer punto sería asumir que las creencias, pertenecen al ámbito privado, y que la convivencia se rige por la ley sin connivencia alguna con el poder religioso, como corresponde a un estado laico y aconfesional como España, a diferencia de Marruecos, ni con las convicciones privadas ético - morales o religiosas. Los derechos y obligaciones se rigen por la Constitución y nos obligan y garantizan a todos por igual. Así, el reconocimiento de la igualdad de la mujer, con todos los derechos que conlleva, el reconocimiento y respeto a la diversidad sexual del colectivo LGTBI (Lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales), como figura en la Declaración Internacional de los Derechos Humanos, totalmente ajenos a la valoración personal o la las propias convicciones religiosas y ético morales. Al igual que, aprender a compartir y disfrutar de las conquistas y logros científicos, artísticos, arquitectónicos, literarios etc. que dejaron como legado los árabes en nuestro suelo y que reivindicamos como patrimonio común de todos los hombres y mujeres que vivimos y convivimos en España, olvidándonos de infantiles e infundadas ilusiones y aspiraciones trasnochadas.
Y como decía en el inicio de este relato, el otro ámbito en que los pueblos del Llano, tendremos que olvidarnos de lo transmitido por las anteriores generaciones de recelo, enemistad, enfrentamiento, celos infantiles y narcisismo chovinista, y reelaborar una nueva y fructífera estrategia de reconocimiento y colaboración, que olvidando viejas rencillas nos aboque a una nueva era de desarrollo y prosperidad en El Llano. El primer objetivo quizás sea luchar juntos por la segregación de Ventas del ayuntamiento de Alhama y su constitución como municipio autónomo. Sólo después y desde la total soberanía, podrían todos los pueblos del Polge, decidir si se agrupan en un sólo municipio del Llano de Zafarraya, desde un sólo Ayuntamiento compartido.
El reto está planteado, si no lo vemos nosotros que lo disfruten nuestros nietos.
Juanmiguel. Zafarraya.