Los genes y el caparazón

Cuando Darwin y Mendel publicaron sus trabajos de "Evolución biológica por selección natural" o "Las leyes de la herencia" en los que, el causante original de su evolución, determinación o transmisión, el gen, aún no se conocía ni siquiera superficialmente, qué fuera ese "bichito", al que sólo se conocía por sus efectos. 

 Aún tardaríamos más de un siglo en poder conocer a fondo su forma, composición, funciones y el determinismo que su presencia supone en cualquier organismo. Pero conocidos sus secretos, quedó claro que sus funciones son las que dominan, deciden, proyectan y determinan la existencia y el desarrollo de cualquier organismo vivo, y sus características, incluido el hombre. Es a través del gen, donde actúan "las leyes de la herencia" de Mendel y las "leyes de la evolución por selección natural" y supervivencia del más apto de Darwin. El cambio y adaptación no es del organismo como conjunto, sino de esos microscópicos entes, llamados genes e incluso no de todos, sino de uno o unos pocos que provocan minúsculos cambios de comportamiento de la estructura soporte, que vamos a llamar "caparazón" y en concreto, ciñéndonos al hombre, como "caparazón" o cuerpo humano, con todos sus órganos internos y externos.

 Desde hace siglos, el hombre intuía que algo desconocido intervenía en la conformación y características de los distintos elementos del caparazón: el niño saca los ojos azules de su abuelo o el pelo rubio de su madre. Pero no sólo en lo físico, sino que también se transmite en lo psíquico o espiritual: "el mayor era tímido como su madre, el tercero tenía un genio y un pronto como su padre o la menor heredó un exquisito sentido artístico de su abuela".

...el núcleo de las células, era el responsable de llevar las instrucciones genéticas...

 Ya desde Aristóteles, las capacidades que determinaban las características del "caparazón", se suponían contenidas en las mezclas de semen, en los distintos "humores" que dominaban la forma de ser y actuar o cualquiera de las formas explícitas o intuidas, pero en las que se detectaba un acusado denominador común: el fuerte determinismo del agente encargado de las características físicas y psíquicas del "caparazón".

 Estudios realizados posteriormente demostraron que el ADN (ácido desoxirribonucléico) contenido en el núcleo de las células, era el responsable de llevar las instrucciones genéticas en el desarrollo y funcionamiento de los organismos y por lo tanto el responsable, a través de los genes que lo componen, del determinismo de las características del "caparazón". 

 Cuando en la década de los cincuenta, Francis Crick y James Watson, investigan sobre la configuración en doble hélice del ADN de la vida, estudios que vieron la luz en una publicación en 1968, este descubrimiento sería determinante en el estudio y elaboración del genoma humano, tras más de veinte años de estudio y esfuerzo realizados por "un consorcio internacional para el estudio del genoma humano", con la participación de más de tres mil científicos de todo el mundo, de la empresa pública y la privada. Por fin, en el año 2021 se publicó el mapa completo del "genoma humano". La ciencia fue capaz de ubicar, identificar y determinar, el sitio, función y acción de cada uno de los genes implicados en la determinación y conformación del cuerpo humano. El hombre pudo asignar con exactitud y meridiana claridad, lo que la ciencia había predicho, estudiado o vaticinado durante años. Pudimos saber para siempre qué genes y dónde se ubicaban y eran los responsables y determinantes directos, del color de nuestros ojos, de nuestra complexión física, de aquella enfermedad hereditaria, del rasgo específico del carácter de una persona o de sus cualidades, aficiones o en otros casos, hándicaps determinados. Llegamos a confirmar científicamente, lo que había sido durante mucho tiempo una intuición y un objetivo de estudio: la absoluta determinación de la herencia genética en los seres vivos. La férrea dictadura del gen sobre el conjunto del material celular que conforma el ser vivo. Y en concreto, la total hegemonía del gen, sobre lo que no sería más que el "caparazón" humano, convertido en el soporte físico o "terreno de juego" para esos genes determinantes. Parece como si en ese momento, el hombre perdiera su papel de "rey de la Creación", a favor de los hegemónicos genes, de los que se convierte en poco más que un servidor más de la acción de éstos.

...genes de acción perniciosa que pueden provocar graves enfermedades hereditarias...

 Y aquí la gran paradoja: en el momento en que el ser humano conoce más a fondo las capacidades, características y acciones del gen, cuando constata la evidencia y acepta de la manera más incontestable su papel como mero "caparazón" o sostén de los poderosos, hegemónicos y determinantes "genes", se abre la opción contraria y antitética: el "humildado" y humillado "caparazón humano", usando la inteligencia que las leyes de la evolución y la capacitación que los genes le permitieron, aprovecha para estudiar los códigos del ADN, elaborar un mapa del genoma humano ( y de cualquier ser vivo) situando y evaluando a cada gen en su función concreta y su lugar específico en el genoma. Conocido esto y actuando con la herramienta de la "ingeniería genética", se erige de nuevo de dominado en dominante y de determinado en determinante: anulando genes de acción perniciosa (que pueden provocar graves enfermedades hereditarias) abriendo la posibilidad de engendrar seres humanos "a la carta", donde no tendría, mayor dificultad elegir color de ojos, complexión física, carácter, sensibilidad artística etc. Creando todo tipo de productos transgénicos dotados de propiedades y características múltiples. De nuevo el ser humano parece recuperar su papel de "rey de la creación". Y sigue estudiando los genes y sigue investigando, y sigue disponiendo, creando y determinando sus acciones y determinaciones, como ya hizo el gen durante cientos de millones de años sobre todos los seres de la creación.

 Con la informática, la inteligencia artificial, y la cibernética, dotan de capacidades potencialmente ilimitadas a sofisticados robot y hacen progresar la biónica, hasta convertir en una realidad cercana, al hombre biónico de la película de ciencia-ficción de los setenta, "The Six Million Dolar Man". 

 La realidad del futuro puede que sea una realidad virtual regulada y dirigida por la IA, mediante complicados y certeros "algoritmos" elaborados y ¿controlados? por el hombre y que hará que la "inteligencia artificial" y la biónica, lleguen a conseguir logros ilimitados en la evolución de su desarrollo. Determinados, eso sí, por la inteligencia humana, ¡que los usará como soporte para su propio beneficio y supervivencia... o no!

 ¿Qué Soma nos darán en ese "mundo feliz", para soportar la angustia de constatar que, de nuevo, el hombre haya podido ser destronado como "rey de la Creación?".

 ¿Podrá la IA con sus complicados algoritmos y apoyada en la biónica que ella misma perfeccionaría, rebelarse y manipular "al caparazón humano" que la creara, como éste hizo con los genes que lo conformaron y determinaron? ¿Se está produciendo ya? "¡Qui sa...!"
  
Juanmiguel, Zafarraya.