El campo está de huelga ¡y yo con estos pelos!
Después de casi cincuenta años, participando en todas las movilizaciones del campo y encabezado muchas a nivel local (desde la "Guerra de las Lechugas"), y provincial, junto a tantos compañeros del Llano y de Andalucía, desde los sindicatos de pequeños agricultores y ganaderos, como COAG y UPA.
Y ahora, no es porque esté ya jubilado, que lo estoy, sino que me ha pillado en fuera de juego, y no sabía que la UPA, mi sindicato, estuviera también convocando a esta movilización. Después, he recibido noticias de que, aunque todas las centrales apoyan la movilización, ha sido en los dos últimos días, cuando realmente se han sumado a ellas: "ASAJA, COAG y UPA, se suman a las movilizaciones del campo". (El País, 8-2-24).
¿Quién había sido el convocante, pues, si las movilizaciones llevaban días activadas por todo el país? Nos decía también la prensa, que habían sido autoconvocadas por las redes sociales. ¿Es casual la convocatoria de una movilización tan atractiva para los medios de comunicación, el mismo día que los bancos anunciaban récord de ganancias, diluida esta noticia por el impacto de la huelga? Porque tanta "banderita española" y "mensajes políticos" que nada tenían que ver con las reivindicaciones del campo y otros claramente contra nuestros propios intereses, pronto nos mostraron quien era el verdadero convocante: VOX y su insaciable furor y ansia por manipular a un sector, al que desde hace tiempo le vienen echando el ojo y lo ven presa fácil de sus mensajes populistas, simplones y peligrosamente contrarios a los intereses del campo, pero eso es lo que menos les importa a ellos, una vez que consigan sus objetivos, que no son otros que, agitar salvajemente a un sector, al que pretenden salvajemente y sin escrúpulos, llevar hasta el límite de la ilegalidad y de choque con las fuerzas de orden público, en su afán de desgastar al gobierno y enfrentarlo con el sector. Y encima, podrían estarlo haciendo a gastos pagados por la banca. No en balde es la consejería de agricultura, la que se han pedido en todas las comunidades donde gobiernan con el PP, cuatro en total.
...incultos, zafios y fácilmente manipulables por sus consignas maniqueas, populistas y ruines
Pero, además, este amor tardío de VOX por el sector del campo, nos hace un flaco favor a los agricultores, porque da la sensación, o pienso que piensan ellos, que no es que seamos el sector primario de la economía, sino que para ellos somos el sector más primitivo de la sociedad y, por tanto, incultos, zafios y fácilmente manipulables por sus consignas maniqueas, populistas y ruines. Lo triste, es que realmente encuentre seguidores entre gente que, bien por su situación desesperada (y esto es cierto), o por su ceguera y poco discernimiento, acepten esos presupuestos de ideologización y politización del conflicto, tan burdos y adobados con "banderita española" y eslóganes parafascistas, que la convierten en una irreverente y soez manipulación de un símbolo o enseña que debería ser de todos y no para el uso maniqueo e interesado de unos pocos y mensajes políticos totalmente fuera de lugar, contra el independentismo y por la unidad nacional, que buscan claramente la politización del conflicto; pero sobre todo y lo más grave, con propuestas y consignas antieuropeas y de defensa de postulados para la vuelta de la autarquía en España, que tan desastrosos serían para cualquier tipo de agricultura o ganadería en nuestro país.
Al tiempo que añoran estereotipos agrarios tan queridos por ellos, como las dos familias del agro representadas tan magistralmente por Mario Camus, en su película "Los Santos Inocentes", cuando la imagen de la gente del campo, obedecía al orden natural de las cosas.
Yo siempre he defendido lo de "juntos, pero no revueltos" en los intentos de movilizaciones en el campo, convocadas por todas las asociaciones profesionales del campo: CENJA, ASAJA, UPA, COAG etc., porque si bien es verdad que la unión hace la fuerza, y que muchas reivindicaciones son comunes a todas las agriculturas, otras son no solamente diferentes, sino a veces antitéticas con las de la agricultura familiar. Así por ejemplo ocurre con las subvenciones de la PAC a la tierra o la ganadería, donde desde los sindicatos de agricultura familiar, como COAG y UPA, siempre hemos defendido que estas ayudas se den a la producción y no a la extensión de tierras o de cabezas, con los parámetros de calidad idoneidad de explotación y generación de empleo, mientras que siempre se ha atendido al criterio de cantidad de hectáreas o número de cabezas de ganado. Así, los terratenientes se llevan el 90% de la subvención a las tierras y los grandes ganaderos o las macro explotaciones ganaderas, se llevan el 80% de las destinadas a la ganadería, al margen de si están cuidadas o abandonadas. Las normas de reciprocidad, por las que se pide que los mismos controles fitosanitarios que se hacen a nuestros productos, se le exijan a los productos importados de terceros países y que se controle rigurosamente los cupos de importación, especialmente de países del Magreb, como Marruecos, Túnez, Argelia..., por las que hemos chocado a veces con los grandes productores, sobre todo del sector hortícola, porque una gran parte de la producción la realizan en esos países a mucho menor costo. ¿Será por esto, que una reivindicación tan justa y lógica y mantenida en el tiempo, no acaba de ser atendida? O la más antigua y tradicional de todas: la petición histórica del doble etiquetado; algo tan elemental, justo y necesario y que jamás fue atendida por gobierno alguno, conservador o progresista.
...sería utópico pedir una verdadera regulación o fijación de precios
Conscientes de que estamos en un sistema de economía de mercado, y que sería utópico pedir una verdadera regulación o fijación de precios, nos limitamos a solicitar un año y otro, "el doble etiquetado", que obligaría a los comercios y grandes superficies, a mantener un doble etiquetado en los productos a la venta: el precio de compra en origen y el precio de venta en el escaparate. Esta sencilla y elemental manera de tener informado al consumidor, que podría así actuar en consecuencia, seguramente alguien la pudo considerar un grave peligro para la estabilidad de precios, ya que nunca se atendió. ¿O es que también los grandes propietarios y productores son accionistas mayoritarios de las grandes cadenas alimentarias? Por todo esto decimos, "juntos, pero no revueltos".
Mientras tanto, seguiremos reivindicando estos días nuestros derechos, los derechos de los hombres y mujeres del campo, pero desde nuestros intereses legítimos, desde nuestras organizaciones autónomas y desde nuestra idiosincrasia, sin que nadie mediatice y manipule nuestra indignación ni nuestros motivos para estar indignados.
Juan Miguel Ortigosa, Zafarraya.