“Mis relatos están llenos de una fantasía comprometida, no alienante”.
15/12/2004.- Pese a su gran estatura cuando llegó al colegio Regina Mundi apenas se le veía. Por delante le cubría una montaña de libros para firmar y por las bandas un grupo de niños y niñas, con los ojos como tazas, le preguntaban si de verdad era él el autor de “El maestro y el robot” (1983), “¡Canalla, traidor, morirás!” (1995) o “Con la cabeza a pájaros” (1998). Luego visitaría otros centros granadinos como el CEIP Cristo de la Yedra, el Instituto Padre Manjón, los Agustinos... Se llama José Antonio del Cañizo (Valencia, 1938), es ingeniero agrónomo jubilado y ha escrito 16 libros para niños y jóvenes, la mayoría editados por el grupo SM, en su colección del Barco de Vapor. Entre otros premios cuenta en su haber con el premio Lazarillo que obtuvo en 1981. Así mismo, como especialista en jardinería, -ha sido el director gerente del Jardín Botánico malagueño-, ha dado a la imprenta varios títulos como "Plantas en el Hogar" (1972), "Jardines de Málaga" (1991), "Palmeras" (1991), Jardín Botánico-Histórico La Concepción - Historia e itinerario (2002), entre otros. Es miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y presidente de Honor de la Asociación Española de Amigos de las Palmeras.
- ¿Cuándo y por qué un ingeniero agrónomo decide escribir para los más jóvenes?
- Empecé a escribir libros de jardinería pero, como tantos padres cuando mis hijos me pedían un cuento, a diferencia del 99,9 por ciento de padres de todo el mundo que le atizan Caperucita a los niños me inventé uno que grabé junto con los diálogos de mis niños. Mi mujer lo pasó a máquina y, así nació, “El pintor de recuerdos”, que fue segundo premio nacional del Ministerio de Cultura.
- O sea, que la “culpa” la tienen los niños y los premios...
- Pues sí, son puertas que se abren. Lógicamente desde que dejé de leer mi último libro como niño hasta que empecé esta etapa pasa un tiempo que no sabes por donde va la Literatura Infantil y Juvenil. Luego vino con “¡Canalla,...” el premio Barco de Vapor que fue elegido, además, uno de los mejores cien libros españoles de este tipo de literatura del siglo XX que me abrió muchas puertas. 
- Después de 16 libros ¿sabe hacia donde camina la literatura para este público?
- Al principio leí y me informé de toda la crítica especializada para saber se escribía en Europa y EE.UU, pero, luego decidí no volver a leer para no estar influido por las corrientes y recuperar mi originalidad. No sirvo para decir ahora toca magia porque triunfa Harry Potter. De hecho yo escribí antes “Con la música a otra parte” que va de magia, o de jóvenes marginados,... a mí las modas me traen sin cuidado.
- ¿Qué entiendes por fantasía comprometida?
- Hay que escribir en caliente y corregir en frío. Así me fui dando cuenta que en mis libros había mucha imaginación, pero no se trata de una fantasía escapista, adormecedora o entontecedora. A mí me salen relatos fantásticos, humorísticos o de “non sense” mezclados con las cosas que me inquietan y preocupan. Así, yo he hecho cosas de la corriente realista tocadas con una veta fantástico-humorística, es decir, mis relatos están llenos de una fantasía comprometida, no alienante. Por ello, incluso los adultos se lo pasan bien porque tratan temas de hoy como la deshumanización, carrera de armamentos, terrorismo, injusticias, medio ambiente,...
- ¿Por qué se publica tanto si, según las investigaciones, el índice lector en España y Andalucía, es tan bajo?
- El problema editorial español tiene que estallar algún día. En diez o quince años hemos pasado de 30.000 títulos por año a casi 60.000. Pero lo cierto es que de cada uno de ellos la tirada es menor. En este período de tiempo la tirada media de un libro se ha bajado a la mitad. Son, por tanto, libros fugaces que en su mayoría no llegan a la segunda edición. Las novedades son aluviones pero si un libro no tiene éxito desaparece rápidamente del mercado. No es el caso de mi libro “Con la cabeza a pájaros” del que en marzo pasado ha salido la 29ª edición.
Texto y fotos: Antonio Arenas
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