"Ya viene la Candelaria,/ San Cecilio y San Blas,./ Ya vienen estos tres días/ para cantar y bailar”. El pueblo que es muy sabio sabía que los tres primeros días de febrero había que hacer un descanso y dedicarse a actividades más lúdicas. Que todo no va a ser trabajar. Y cómo el que canta su mal espanta, una de las mejores alternativas en Alhama para el disfrute de gentes de toda las edades es entonando alguna cancioncilla y si puede ser bailando o columpiándose en un "merceor".
Esto es lo que se ha hecho en Alhama durante muchos 2 de febrero hasta que las nuevas modas arrinconaron la tradición y se quedó prácticamente olvidada. Decimos prácticamente porque unos leves recuerdos personales (ir a los Tajos provistos con unas cuerdas que se ataban en la ramas de algún olivo o almendro) unido a los de otras muchas personas que en su infancia lo habían vivido la otra gran fiesta de invierno hicieron que un grupo de maestros y maestras unidos en lo que entonces se llamaba pomposamente 'Seminario Permanente de Cultura Andaluza' nos planteáramos la recuperación de la fiesta desde abajo, es decir, tras recoger los testimonios de las personas mayores y reunir medio millar de coplillas de la Candelaria, nos fuimos para el Ayuntamiento para pedir colaboración para la edición de una revista con todo este material. Y luego el 2 de febrero en el patio del colegio y propiciado desde el consistorio en todos los barrios de Alhama se encendieron candelas, se construyeron "merceores" y se cantaron las coplillas que Antonio Tójar transcribió a lenguaje musical para que no cayesen en el olvido los dos tipos de “lequillos”.
Y así desde el Tejar hasta las Calles Bajas pasando por la Placeta y la Joya todos esperaban al grupo de maestros pertrechados con una pequeña cámara de vídeo para inmortalizar esta recuperación festiva y la satisfacción de verse luego en la pequeña pantalla. "El ayuy papayuy/ papa Vicario, /esta niña me llevo/ pronto la traigo/" sonaba en todos los “merceores” junto con el grito/quejido característico que parecía insuflar energía a los que empujaban a la persona que estaba subida en el columpio o a los que tiraban de cada una de las cuerdas que servían para balancear al valiente que se sujetaba con fuerza con ambas manos.
De vez en cuando brotaba el primer verso de otra coplilla al que se sumaban el resto de los presentes. "Dígale usted a ese mozo/ con disimulo/ que tiene los 'carsones'/ rotos por culo/" que tenían como algunas prendas la vuelta atrás: "Rotos por culo/ dígale usted a ese mozo/ con disimulo/ que tiene los "carsones"/rotos por culo". Y así sonaban estrofas de fandangos o poemas de variada índole reconvertidas en coplillas de Candelaria. Hasta piropos de esos que ahora peligran por mor de alguna feminista resentida porque a quién le amarga un piropo bonito del tipo “Eres más bonita niña/ que la nieve en el barranco/ que el clavel en la maceta / y la azucena en el campo”.
Aparte del factor integrador de las fiestas (un pueblo existirá mientras existan sus fiestas) es evidente que la fiesta favorecen las relaciones sociales tan necesarias en los tiempos presentes en las que se han sustituido en muchos casos por relaciones virtuales en las redes sociales. Aunque ya no es lo mismo, hemos visto con agrado cómo todas las corporaciones han apoyado esta iniciativa y aunque se ha producido los lógicos cambios (ya no se va al campo de merienda y se construyen menos merceores) que hacen que sea al atardecer de la jornada cuando se van agrupando en las plazas y calles los grupos de vecinos que suelen contar con la colaboración del ayuntamiento que aporta la arena para evitar el deterioro del asfalto, y en algunos casos la leña y el vino del terreno. La verdad es que da mucha alegría ver a la gente alegre, a la vera de una buena lumbre disfrutando de unas horas de juerga en la que no falta la comida y bebida. Así que ojalá haya Candelaria en Alhama por muchos años.
En Fornes la Candelaria no tiene columpios pero sí "manchos"
En Fornes la Candelaria no tiene columpios pero sí "manchos", o sea especie de antorchas de esparto seco atadas en un extremo que tras ser encendidas se voltean en la oscuridad de la noche. Hemos vivido unas cuantas candelarias forneñas y disfrutado con los más jóvenes de unas horas increíble. También nos hemos llevado algún que otro susto pues como es tradicional se suele prender fuego en los alrededores de la Cruz del Cerrillo o de la Mesa del Cerrillo todas la aulagas y matorrales con la intención de rivalizar con las fogatas de los pueblos vecinos de Jayena y, sobre todo, de Arenas del Rey.
Así, pues, que este año no falten las lumbres de la Candelaria ni los “manchos” en estos en los pueblos de nuestra Comarca.