Candelaria 2018, entre la tradición y el espectáculo

Frio, granizo y más frío no han podido evitar que los alhameños salgan a disfrutar de las candelas y el vino del terreno.

 La tarde noche acompañaba la presencia de las lumbres en las calles de nuestro pueblo y de la reunión de amigos y vecinos para disfrutar de un buen rato. Tampoco han faltado algunos “merceores” y las coplas de candelaria, poniendo ese punto un tanto pícaro de sus letrillas festivas.

 Esa es la auténtica candelaria, la tradición popular. La que recuerdan nuestros padres y abuelos y que nos han legado para conservarla y trasmitirla a nuestros sucesores.

 Otra cosa es el espectáculo ofrecido a los televidentes de cadenas públicas, cadenas que se empeñan en desvirtuar la realidad, en controlarla a su gusto y capricho en vez de limitarse a mostrar la tal y como es. Ciertamente no he de negar que el hecho de que nuestro pueblo salga en la tele alguna ventaja nos puede reportar, algún turista puede atraer. Pero si para eso se ha de perder la espontaneidad de las fiestas populares, si para eso se ha de recrear el Carnaval en verano o se ha de organizar la presencia de los vecinos de Alhama al gusto y capricho del regidor o realizador que toque ese día, conmigo que no cuenten.

 Por suerte ha habido gente que ha preparado su candela para gozar de vino, compañía de amigos, comida y coplas de merceor sin estar pendientes de si las teles iban o no a visitar sus candelas.

 De esta forma es como se preserva un patrimonio cultural que, antes lo he mencionado, somos responsables de legar a las nuevas generaciones que nos han de suceder, si es que estamos de verdad convencidos de que se trata de tradición, cultura, patrimonio inmaterial, en definitiva.

 Si, por el contrario, creemos que todo esto no es más que espectáculo o cebo para atraer visitantes, no seré yo el que ponga palos en las ruedas del progreso material de mi pueblo, pero tampoco voy a hacer mucho para alentar la desvirtualización de una candelaria que dura los pocos minutos de conexión en directo de tal o cual cadena. Máxime si para preparar esos escasos minutos se a hecho trabajar a mucha gente durante varias horas.

 Agradecer, eso sí el esfuerzo y el trabajo realizado por la gente de la escuela de adultos y del centro de mayores para que todo estuviese a punto para el disfrute de quien ha querido catar migas, vino, chocolate y otras viandas con los que se ha obsequiado a los presentes. Ni el frio, ni el granizo ni la presencia de cadenas televisivas han podido deslucir ese trabajo.