La mañana era muy fría cuando el grupo llegó el pasado domingo, seis de febrero, al siempre bullicioso pueblecito de Riofrío, a cuarenta minutos en coche desde Alhama y donde, a esas horas la tranquilidad era absoluta.
Dejamos los vehículos en la parte alta del pueblo, justo donde empieza el sendero que va hacia los viejos molinos junto al río.
Cuarenta senderistas nos dimos cita en esa mañana para completar una de las rutas con mas contrastes hechas hasta la fecha.
La Calle del Nacimiento, era la vereda que daba comienzo a esta ruta número nueve de nuestro calendario, para salir a campo abierto, por el llamado Camino de Aragón, un desvencijado puente de hierro que salva el río junto a un corral de ganado, nos adentró en los aledaños de los olivares que pueblan sin dejar un solo espacio libre de terreno todo este territorio. Una vieja vereda poblada de vegetación de rivera, con la helada de la mañana daba un aspecto casi fantasmagórico a este corto tramo.
Ya esta, entre olivos, nos llevó hasta las ruinas de un viejo molino asentado al lado de la llamada “Acequia dulce” que va dejando sus aguas hasta pasado el pueblo de Riofrío valle abajo.
La aldea de Atajea, se nos presentó delante de nosotros, ubicada al lado de los tajos que a esa altura del recorrido del Riofrío, forman un profundo cañón con los dos puentes llamados ambos del Barrancón, uno de ellos de hierro y piedra caliza, de una factura impresionante construido a finales del siglo XIX (1870) por la escuela del ingeniero francés Alexandre Gustave Eiffel, conocido por la construcción de la famosísima torre Eiffel en París. Este puente en la actualidad está en desuso.
El otro es mucho más moderno, construido con dos enormes pilares de hormigón y es por donde pasa la línea férrea Bobadilla-Antequera–Granada.
El impacto visual de este paisaje, a esa hora de la mañana cuando aun el sol estaba oculto por la cara oeste de Sierra Gorda a nuestra izquierda, con los aerogeneradores en su cima, era impresionante.
Pero por poco tiempo, porque el gran protagonista para nosotros de esta ruta, el sol, que tanto echábamos de menos ya en nuestras ultimas salidas, hizo su aparición a medida que íbamos ascendiendo por el viejo camino de herradura que va hasta Fuente Camacho y ya nos acompañaría durante esa deliciosa mañana, dándole al paisaje la luz y el calor necesarios para disfrutar caminando, como hace tiempo no lo habíamos hecho.
Este camino avanzaba entre interminables olivares, en dirección sur, dando cara a la masa boscosa del cerro de Gibalto que delante nuestra en el sentido de nuestra marcha nos ofrecía la vista de su mole pétrea tímidamente iluminada e esa hora, pronto este camino, pasa de la tierra al asfalto en un gran trecho hasta de nuevo pasar a ser de tierra casi a la altura de las Salinas de Fuente Camacho, lugar curioso para visitar, que no hubo que desviarse para verlo ya que nuestra ruta pasaba por las mismas.
Pero optamos antes de llegar a ellas, por desviarnos a la orilla izquierda del arroyo del Salado para caminar entre este y los olivares aledaños donde aun estaban afanados los agricultores con su recolección, los sonidos de los vareadores y los tractores se dejaban sentir a pocos metros de nuestra marcha, en este corto trayecto.
Una vez de nuevo en el camino llegamos al Torreón de las Salinas, curiosa torre de origen árabe que serbia para la vigilancia de la salinas ante las amenazas de los ladrones, su estado de conservación es muy bueno, incluso se puede visitar, aquí el grupo hizo un pequeño descanso antes de seguir con nuestra marcha.
El pueblo de Fuente Camacho estaba a escasos dos kilómetros de este punto, es un pueblo tranquilo, plagado de olivares que son su principal riqueza, también se comentaba en el grupo que hace años hubo aquí una fábrica de confección de prendas de vestir, muy conocida.
Atravesamos este encantador pueblo para acceder por la calle de las Eras al camino que sube hasta el conocido como cerro del Balcón, de 862 metros de altura, donde hicimos un pequeño reagrupamiento para contemplar desde este sitio las tierras aledañas a Fuente Camacho, el macizo del cerro Gibalto de 1486 metros, ya iluminado perfectamente por el esplendido sol que nos acompañaba, Sierra Gorda con la extraña visión de los molinos de viento completamente parados por la falta de viento en ese día, el valle del arroyo Salado hasta casi los confines de Riofrío y pueblecitos cercanos como Venta del Rayo y Atajea, que son anejos del núcleo urbano de Loja.
Continuamos nuestra marcha en descenso por un camino en perfecta e interminable línea recta, que entre olivos nos llevó hasta el arroyo de Las Mozas. Estamos en los terrenos del famoso cortijo de las Mozas cuyo olivar no tiene límites y que da trabajo a casi todo el pueblo
Una vez abajo, en el arroyo, el camino va tranquilamente al lado de su cauce por la margen izquierda. Los campos de labor aquí se transforman, con un intenso color verde de los cereales allí sembrados, el caserón en ruinas junto a dos naves completamente abandonadas del cortijo del Arroyo, fue el punto final de este agradable paseo junto al agua.
El grupo enfiló a partir de aquí hacia el camino del Torreón, girando a la derecha en el primer cruce de caminos y tomando dirección norte hacia la aldea de Atajea. En un espacio parecido a una vieja era, plantamos el “restaurante”, para descansar y reponer fuerzas bajo un agradable sol y entre vestigios de viejos arados y otras maquinarias agrícolas dignas de cualquier museo de arqueología industrial.
Nos quedaban escasos ocho kilómetros para el final de ruta. Tras la comida “la verea”, entra de lleno en un olivar, desembocando más adelante en un viejísimo camino de herradura que poco a poco nos llevó hasta el denominado cortijo Bajo, por esta zona llamó la atención el cambio brusco del paisaje , aparecen almendros en flor y manchas de monte bajo.
El camino atraviesa por un puentecillo el arroyo y toma la dirección del poblado de los Alacranes, por donde accedemos a la carretera A-341 que va de Loja a Zafarraya, por la cual andamos unos 600 metros para de nuevo volver al camino de tierra que a nuestra izquierda toma la dirección al cañón del Barrancón por donde pasa el Río Frío, cuyo caudal lo forman al unirse un par de kilómetros rio arriba los arroyos del Salado y de las Mozas.
La vista de estos tajos es impresionante, como lo es el viejo puente de hierro el cual con muchísima prudencia y cuidado visitamos para comprobar la altura del mismo con referencia al cauce del río y admirar su perfecta construcción combinando magistralmente los pilares de sillería en material calizo con el hierro. Una verdadera obra de ingeniería, en este punto pudimos saludar efusivamente a un tren que pasó en ese instante devolviéndonos este, el saludo con unos estruendosos toques de bocina.
La foto de grupo no pudo tener un marco más curioso, con los dos puentes y el desfiladero de fondo.
A partir de aquí solo nos quedaba bajar hasta la aldea de Atajea, lugar paradisíaco para descansar aquí existe un pequeño hotel rural, es un sitio apropiado para ello, el entorno es único y nosotros paramos en un viejo lavadero público para beber un poco de agua y reagruparnos.
La carretera que baja a Atajea era el último tramo antes de llegar a los coches, subimos por esta y una vez llegados arriba tomamos el primer camino de la izquierda, para entrar de nuevo en un olivar y desembocar en “la verea” de un cortijillo que se quedaba colgado a nuestra derecha dedicado al ganado, nosotros seguimos el barranquillo a la izquierda de esta vereda, para atravesar por un túnel de unos cuarenta metros las vías del tren y seguir por el mismo barranco hasta los viejos molinos que tras pasar el río Frío, entre las ruinas de estos , olivos centenarios y un prado limpio y verde donde las familias disfrutaban del sol y del entorno, llegamos a los coches después de cinco horas y treinta y siete minutos de ruta.
Riofrío, a esa hora era un hervidero de gentes dispuestas a degustar en sus bares y restaurantes el plato típico de esta localidad granadina, la trucha, en todas sus variantes y combinaciones posibles.
Este pueblo, desde la década de los años sesenta del siglo pasado es muy conocido por sus piscifactorías donde las truchas y los esturiones son muy solicitados para el consumo a nivel nacional e internacional, este último el esturión es de donde se extrae el delicioso caviar de Riofrío.
Un sitio recomendable para pasar una soleada mañana de domingo.
Tenemos referencias de un par de rutas por este entorno paradisíaco, las investigaremos para sí es posible volver a caminar por esta preciosa zona, de eso que no quepa duda.
NOTA DEL CLUB SENDERISTA |
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Nuestra próxima salida: Ruta número: 10 de la temporada, 2010-2011. Ruta circular: Por Villanueva del trabuco (Málaga). (Organizada por el área de deportes del Ayuntamiento de Villanueva del Trabuco). Día: Domingo 20 de febrero de 2011. Hora de salida: 7 horas, 30 minutos de la mañana. Lugar de salida: Puerta ayuntamiento de Alhama. Dificultad de la ruta: Media baja. Distancia a recorrer: Sobre 20 kilómetros. Duración estimada (con desplazamientos y descansos incluidos): sobre 8 horas. Desplazamiento: Al pueblo de Villanueva del Trabuco, en coches particulares. |
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Recomendaciones para esta ruta: |
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Imágenes de la ruta del 6/02/2011