Los convocó Arturo Abad en la noche del viernes 10 de julio para solaz de niños y adultos con capacidad de disfrutar de una buena historia bien contada.
Fantasmas, una atractiva joven fantasma, gigantes, princesas prisioneras en altas torres, un niño que quiere ser caballero, Maripuri, el caballo del niño aprendiz de caballero y otros personajes salidos de la imaginación de Arturo, canario residente en el Albaicín granadino y cuentacuentos de profesión y es que, como él mismo dijo “se puede vivir del cuento”, se puede hacer del arte de contar cuentos digno modo de ganarse el sustento.
Poca cosa necesita este narrador oral para encandilar al público, atraérselo y hacerlo cómplice de sus historias infantiles, como las de la noche que nos ocupa o para adultos, que de todo tiene; en cualquier caso una silla, un micrófono y toda la tradición oral de los cuentos infantiles, las leyendas urbanas reales o inventadas o realmente inventadas por el propio narrador fueron los elementos con los que a lo largo de la hora que duró la actuación tuvo al público pendiente de sus palabras, de su voz, de sus gestos, materiales con los que construía un espectáculo basado en esa antigua forma de pasar las noches, antes de la aparición de la televisión: Contando historias o escuchándolas. No en vano antes de saber leer aprendemos a escuchar y a dar vida dentro de nosotros a los personajes de las historias oídas.
El placer de una buena historia bien contada, y la bondad de la historia oída, como en la leída, reside más en la forma de contarla que en la historia misma. Eso es lo que trajo Arturo a los alhameños que además de las historias, pudieron disfrutar de la agradable temperatura nocturna en los jardines del castillo, y el público, tanto infantil como adulto disfrutó del espectáculo, que a fin de cuentas es de lo que se trata. Bienvenidos los que vengan a contarnos un cuento sin pedirnos después el voto, pera esa es otra historia, que aquí no viene a cuento.
Redacción gráfica; Prudencio Gordo