El pasado viernes 14 de agosto la noche alhameña se llenó de risas y buen humor con la interpretación de la obra “Bienvenido padre Pedro” del autor Celedonio de la Higuera, seudónimo de Enrique Ángel Martín Puerta, según indicó la presentadora de la obra Juana Molina.
El escenario del Patio del Carmen, transformado para la ocasión en la casa del cura acogió al grupo de teatro del centro de participación de adultos que dieron vida a los personajes salidos de la pluma de Celedonio de la Higuera, y, ¡qué personajes!, un cura viejo y algo anticuado, un curita joven deseoso de implantar en el pueblo la “iglesia de los jóvenes” una monja acomodaticia, un grupo de lugareños exaltados, jóvenes, punkis, etc., desfilaron por el escenario representando los problemas que le acarrean al curita joven, devenido en punki y a la monja acomodaticia, su deseo de llevar el mensaje evangélico a los más jóvenes. Para esto acuden a un botellón en el cual el cura, Pedro, que no quiere que le llamen padre, coge una borrachera más que respetable, la monja, llevada por el fervor mariano fuma “María”, con el consecuente colocón y ambos enamoran a un par de mozos del pueblo, el cura a una chica moderna y la monja a un maromo con pintas de heavy...
Naturalmente estos enamoramientos ponen a ambos en más de una situación incómoda para ellos, pero que resultó muy divertida para el público que no paró de reír en toda la noche; que a fin de cuentas es de lo que se trata.
En cuanto al mensaje de la obra, el conflicto entre la tradición y la renovación en la Iglesia, no entro a valorarlo, que para ello, doctores tiene la Iglesia. Yo, me quedo con el magnífico trabajo interpretativo llevado a cabo por estos mayores que, dirigidos por Tatiana Sánchez Ramos, consiguieron dotar de carne y sangre a ese cura entre punki y raguetonero, a esa monja dispuesta a ir con el viento que corra, a ese mozo y esa moza enamorados de cura y monja, por una errónea interpretación del amor evangélico, y por supuesto, a todo el resto de los personajes.
No me canso de repetir que el trabajo hecho con ganas e ilusión siempre da su fruto, en el caso de esta noche el fruto fue que los reunidos para disfrutar con ese curita de lenguaje y pintas modernas, lo consiguieran plenamente.
Y a mí, que para ir a la compra tengo que llevar la lista y se me olvida mirarla, el solo hecho de que estos mayores activos memoricen sus papeles ya me parece meritorio. Mucho más todavía si además logran hacernos reír. Y lo consiguieron plenamente.
Naturalmente estos enamoramientos ponen a ambos en más de una situación incómoda para ellos, pero que resultó muy divertida para el público que no paró de reír en toda la noche; que a fin de cuentas es de lo que se trata.
En cuanto al mensaje de la obra, el conflicto entre la tradición y la renovación en la Iglesia, no entro a valorarlo, que para ello, doctores tiene la Iglesia. Yo, me quedo con el magnífico trabajo interpretativo llevado a cabo por estos mayores que, dirigidos por Tatiana Sánchez Ramos, consiguieron dotar de carne y sangre a ese cura entre punki y raguetonero, a esa monja dispuesta a ir con el viento que corra, a ese mozo y esa moza enamorados de cura y monja, por una errónea interpretación del amor evangélico, y por supuesto, a todo el resto de los personajes.
No me canso de repetir que el trabajo hecho con ganas e ilusión siempre da su fruto, en el caso de esta noche el fruto fue que los reunidos para disfrutar con ese curita de lenguaje y pintas modernas, lo consiguieran plenamente.
Y a mí, que para ir a la compra tengo que llevar la lista y se me olvida mirarla, el solo hecho de que estos mayores activos memoricen sus papeles ya me parece meritorio. Mucho más todavía si además logran hacernos reír. Y lo consiguieron plenamente.
Los protagonistas, pade Pedro y el cura Fabián
El elenco de actores | PULSA PARA AMPLIAR