Algo después de la hora prevista el psasdo viernes, 5 de julio, subía al escenario situado en la Plaza de los Presos el concejal de cultura para pedir disculpas por el retraso debido a problemas técnicos, “lo bueno se hace esperar”, dijo.
Aprovechó la ocasión para recordar que era el primer espectáculo del Verano Cultural en el que habrá más de 30 actuaciones, de modo que ningún fin de semana quede sin algún acto.
Y ya sin más preámbulos, músicos, cantaores y bailaora subieron al escenario a regalarnos una noche de arte, sensualidad, compás, emotividad y...más compás.
Susana Sánchez y su cuadro flamenco iniciaron el espectáculo con unas alegrías de Cádiz que calentaron el ambiente y al numerosísimo público que había asistido a disfrutar de la noche de flamenco.
Después de las alegrías y mientras Susana se cambiaba de vestido, músicos y cantaores continuaban animando la noche con unos fandangos abandolaos en los que demostraron sobradamente su buen hacer.
Prosiguió la noche flamenca y festera con unas soleares, en medio de las cuales Julián Vallejo cantaor, presentó al resto de los integrantes del cuadro flamenco: Antonio Gómez Muñoz, “Turry”, flauta y saxofón, Sergio Gómez, “El colorao” cante, Julián “El pipote, Guitarra, Rubén Campos, percusión y, por supuesto Susana Sánchez al baile.
Seguidamente un magnífico solo de flauta, por bulerías al que se incorporó la guitarra, creó un dialogo entre los dos instrumentos.
Nuevamente con Susana en el escenario fueron las seguiriyas las que pusieron el contrapunto más hondo y trágico a la noche, con el cante puro y sobrio de los cantaores, acompañando el baile de Susana, apoyándolo, matizando con las palmas, y el quejio oportuno cada quiebro, movimiento y revoleo de los brazos de la bailaora.
Por su parte, esta derrochó arte, sensualidad, y compás, su cuerpo trazaba arabescos en el aire y su gesto y brazos realzaban la expresividad del baile, la entrega total al arte y al público.
Y así continuó la noche, algo fresca por la temperatura, pero con el calor que el verdadero arte pone en quien lo disfruta y en quien lo hace disfrutar. Después de las seguiriyas, regresaron los palos más festeros, bulerías, algunas de estas, acompañadas unicamente por palmas y cajón, y soleares. La incorporación del saxofón aportó algunos sonidos propios del jazz, sin desvirtuar en absoluto la pureza y la hondura ni del toque, ni del cante, ni del baile. Aquí quisieron poner fin a la actuación y Susana hizo salir “alante” a músicos y cantaores a saludar y recoger el aplauso del público. Pero la gente, puesta de pie y con palmas, creo que eran por bulerías, quiso que nos regalaran un fin de fiesta como remate a una noche de magnifico flamenco. No se hicieron de rogar demasiado y salieron de nuevo al escenario a regalarnos otros minutos de embrujo y arte.
Fotos: Prudencio Gordo.