El poeta granadino Luís García Montero, Premio Nacional de Poesía y Premio Nacional de la Crítica, dio una charla de lo más productiva al alumnado de bachillerato del IES de Alhama.
Imagen: Junto a García Montero, la concejala de Cultura y el director del IES.
13/02/2008.- La presentación del acto tenía lugar en el salón de plenos del ayuntamiento el doce de febrero, por la primera teniente alcalde, Sonia Jiménez, el director del IES, Jorge Rodríguez y el profesor de literatura José Luís Montero; "He dedicado mi vida a escribir y enseñar literatura e intentar contagiar a los demás este amor por los libros", expresó Luís Montero García.
La charla resultó ser una forma alternativa y atrayente de enseñar el significado de la literatura y, en concreto, de la poesía al alumnado de bachillerato, el cuál además de escucharlo atentamente, mostró sus inquietudes sobre este género literario y la producción de este autor, estableciendo al final de la conferencia una interlocución entre ambas partes.
El poeta tras explicarle al alumnado el motivo por el cual comenzó su andadura por el mundo de la escritura, analizó dos poemas, uno de Federico García Lorca y otro de su cosecha, para que comprendieran que los libros son más que simples fechas, sino que son un reflejo del mundo en el que vivimos; "Leer es vivir, pero vivir con cierta meditación sobre las cosas, de hecho, cuando un poeta se pasa un día entero para encontrar la palabra exacta con la que quiere expresar un sentimiento, se convierte en dueño de sus actos, pero una vez pierde la riqueza de las palabras, se pierde asimismo y deja, en consecuencia, de conocerse".
El poema que leyó de Federico García Lorca pertenecía a su época surrealista en New York “ la Aurora” en el que quiso contagiar su estado de ánimo, al igual que el suyo titulado ”Mujer” cuya pretensión fue mostrar su preocupación por la realidades virtuales que se han creado en la actualidad, la manipulación de la información que se convierte en publicidad, creando realidades falsas, como esas mujeres idílicas, siempre perfectas y que son totalmente diferentes a la mujer cotidiana, que se levanta a las siete de la mañana para ir al trabajo y que no puede entretenerse en perder el tiempo en mirarse en el espejo.