El IX Recital de Poesía fue un reflejo del tiempo vivido

Concha Díaz, la técnica de igualdad, lamentó ausencias de participantes tradicionales que no pudieron acudir o quedaron en el camino.

 El pasado viernes, 9 de julio, se vivió la novena edición del recital poético que tradicionalmente se celebraba en Las Mazmorras, pero que este año, por cuestiones sanitarias, y tras el paréntesis del pasado 2020, se realizó en la plaza de los Presos. Lo abrió Ana Molina, concejala de Igualdad, agradeciendo la presencia de los asistentes, esperando recuperar pronto el sitio habitual de celebración.

 Concha Díaz, técnica de igualdad del CMIM, hizo de maestra de ceremonias, lamentando las ausencias de ese año, y que, pese al esfuerzo realizado, no se pudo contactar con todos los interesados por las circunstancias anteriores, lamentando, sobre todo, a los que quedaron en el camino, como dio a entender al final del acto; su propio padre, José Díaz Fernández, en cuyo homenaje leyó un poema de los que él escribía. Tras la presentación fue dando paso a los diez intervinientes de la velada, que comenzó a las diez de la noche, como estaba previsto, con una temperatura más bien fresca, como un oasis en los días que se anunciaban como los más calurosos de este 2021 en muchas partes de nuestra geografía nacional y andaluza.

 Recogemos el audio de la intervención de cada participante, aunque el sonido es ambiente y el viento hace que la audición no sea todo lo buena que nos gustaría, pero merece la pena conocerlos de sus propios protagonistas.

 El primero en intervenir fue Juanjo Ruiz Morales, el cual manifestó el descubrimiento de poemas hermosos, que sin embargo eran de cantautores, como el andaluz Javier Ruibal y los catalanes Love of lesbian, de los cuales pasó a recitar unos de sus temas.

 Juana Olmos Castillo quiso tener palabras para personas como Otilia García, que era asidua a estos eventos, pero que sin embargo ya no puede asistir, así como reflejar el tiempo que nos ha tocado vivir.

 Teresa Millón Retamero, dejó patente la añoranza de la tierra cuando se está lejos, sobre todo recordando a los mayores, y a esa esperanza que nunca se debe perder.

 Jesús Ruiz Arrabal, aficionado a la lectura, manifestó que uno de los libros que ha terminado de leer ha tenido un especial significado, por lo que quiso hacer este homenaje al libro.

 Sara Ruiz, nieta de Jesús Ruiz, empezó de niña acompañando a su abuelo, y, como dijo Concha en la presentación, se ha convertido en una jovencita con criterio propio, sorprendiendo a todos con un poema de su creación que no recitó, lo cantó, dando un toque especial a la velada.

 Antonio Molina López, en su doble versión de agricultor y observador de la vida, dedicó uno de sus poemas al almendro, y otro, que tenía preparado de hace tres años, pero que no pudo recitar primero por asuntos personales y luego por la llegada de la pandemia, sobre el trágico asesinato del niño Gabriel, algo que volvió a conmover a los asistentes.

 Teresa Rodríguez Sánchez, otra de las asiduas a este evento, quiso destacar el momento que estamos viviendo tras los meses oscuros que hemos padecido con su ‘Retorno a la vida’, al tiempo que recuperar el poema que hizo para el Día de la Mujer no celebrado, cerrando con uno a la ‘Torre de la iglesia’ que precisamente este año presidía el acto.

 Mari Ángeles Martín Sánchez, tomó prestado el poema de Miguel Hernández, dando así testimonio de que es posible tanto la creación como el disfrute de la literatura en cualquiera de sus ramas.

Salvador Arias Jiménez, reflejo y dador de sentimientos, muchos de ellos plasmados en libros, y alguno de estos, además, sirviendo no sólo para el alimento literario, también para alivio de necesidades materiales, como el donado al centro de El Lucero, del cual extrajo el primero ellos como un nuevo nexo de compromiso y añoranza con su tierra, de la cual ese doble orgullo de pertenencia y de agradecimiento a los que han cuidado de nuestra salud durante todo este tiempo.

 Concha Díaz, la propia técnica de igualdad, y organizadora del acto, quiso cerrarlo con un homenaje a la memoria de su padre, José Díaz Fernández, del que dijo que este año ya no lo tiene, y del que quiso compartir uno de los poemas que escribía, un sentido recuerdo que clausuró una velada sencilla, pero llena de emociones que salen de lo más íntimo de los participantes.