Flamenco de granada, en su doble acepción, por ser de esta ciudad la cantaora y el tocaor y porque cantaron y se homenajeó a dos figuras de gran trascendencia musical y asociadas a Granada. Y por tratarse de una extensión del Fex, Festival Extensión de Música y Danza de Granada.
El título del espectáculo que pudimos disfrutar el pasado viernes 4 de julio, dejaba bien a la claras ese ambiente “granaino” en el que iba a trascurrir la noche “De El Polinario a la Antequeruela”. Polinario y Antequeruela, dos cármenes de Granada en los cuales vivieron Ángel Barrios, hijo de tocaor, músico y guitarrista clásico granadino y Manuel de Falla, ambos amigos y enamorados del flamenco que se hacía en nuestra tierra por las dos primeras décadas del pasado siglo.
Comenzó la actuación con cantes por polo, ligados casi sin un respiro con “El fuego Fatuo” de Falla y nana, también inspirado en música de Falla.
Después de esta primera parte, cantaora, Esther Crisol y guitarrista, Alberto López explicaron el espíritu del espectáculo, fundamentado en lo que en su tiempo se llamó la música nacionalista española de los años veinte, y es que el flamenco adoptó tonos y motivos de esta música, continuó contando Alberto López, para enriquecerse.
Aprovechó también el tocaor para presentar a los músicos
- Al cante Esther Crisol
- A la flauta Sergio de Lope
- A la percusión Javier Rabadán
- A la guitarra Alberto López.
Prosiguió, tras esta presentación del espectáculo y sus integrantes, el cante, esta vez con granaina y media granaina, imposible no incluirla, creo yo, por cierto que en el comienzo del toque creímos reconocer notas de “Recuerdos de la Alhambra”, de Francisco Tárrega. Continuaron con guajiras, peteneras, marianas, tangos de Granada, cantiñas, romance por bulerías y los famosos “Cuatro muleros” con música de García Lorca, otro referente granadino.
Todo eso cantado y tocado con exquisito gusto, espléndida afinación en la voz y técnica depurada, todo ello exponente del modo de hacer flamenco que los expertos, en estos temas, llaman cante apolíneo, para diferenciarlo de otro modo de hace flamenco mas temperamental, desgarrado y lleno de sentimiento, más, por usar la definición del concejal de cultura, “gitano”. Ambas formas de entender este arte, declarado por la UNESCO patrimonio inmaterial de la humanidad tienen su público y su momento y son imprescindibles para su cabal entendimiento y disfrute.
El numeroso público que asistió al espectáculo lo disfrutó plenamente, lo que se evidenció en los oles y en los comentarios que pudimos oír de alguna gente con la que departimos tras el mismo.
Y es que, no en vano, los participantes en el espectáculo tiene una larga trayectoria, a pesar de su juventud y una sólida formación académica, junto a un decidido amor por este arte, el flamenco con el que tantos disfrutamos.