Noche de tuna



La tuna volvió a sonar. Y se volvieron a oír  bordones de  guitarras. Y sonaron al compás los agudos trinos de las bandurrias. Y se oyó la voz de los tunos rasgando el silencio en la noche alhameña. Volvió a salir la tuna.

 De armarios y baúles volvieron a salir anacrónicos trajes que hace unos años encajaban como un guante en cuerpos juveniles (y no tan juveniles). Y aquellos instrumentos que durante años permanecieron en silencio y, tal vez, cubiertos de polvo (como el arpa de Bécquer) volvieron a sonar.

 Fue en la noche del pasado viernes. Dos jóvenes parejas se disponían a dejar su soltería. Y ellos, los novios, quisieron sorprender a sus novias con este regalo musical.

 ¿Pasaron de moda las tunas? ¿Son machistas sus canciones? Mucha gente así lo piensa. Quienes tuvimos el privilegio de formar parte de ellas, no. Pocas ocasiones tendremos, tal vez ninguna, de volver a escuchar en el silencio de la noche sus inconfundibles melodías declarando el amor a una mujer o proclamando su singular belleza. Pero, cuando esto suceda, volverá a provocar emociones, despertará dormidos sentimientos y, tal vez, hasta arranque alguna lágrima. Yo, que lo he vivido, doy fe de ello.