El alhameño Lucius Blue dedica una oda reguetonera a una de las aficiones más definidoras de la juventud: empinar el codo, y viene con videoclip incluido en las Islas Baleares.
Una oda reguetonera sería algo como una canción alegre, plenamente distendida y despreocupada que elige a un concepto, persona u objeto para elevarlo a los altares y convertirlo en auténtico protagonista. La de Lucius Blue va directa al grano, no tengo agua, no tengo agua, tengo pepinasos, cacharrarros, termópilos hasta vino si vienes de fino bro dice el estribillo pegadizo y vacilón. No vamos a entrar en juzgar la realidad del asiduo hábito de jóvenes – y mayores – por el gusto al trago , pues acabaríamos hablando del óleo de la Bacanal de los andrios de Tiziano para mencionar al hijo de Zeus, al mismísimo dios Baco, Dionisio, más conocido como el dios del vino; tampoco vamos a acudir a lo que dicen algunos científicos sobre que podríamos tener una predisposición genética al alcohol, por supuesto que no vamos a hacer – ni se nos ocurriría – es tratar de hacer un alegato hipócrita y manipulado para proponer una reflexión sobre el tema – no porque no lo merezca sino porque no es el caso –, pero lo que si vamos a tratar es de averiguar cuál es el origen etimológico del epíteto que nombra Lucis Blue en su tema: termópilo.
Hasta lo que yo sé y no he investigado mucho, termópilo es un cubalibre cuando tienes auténtica sed de cacharro y que fue acuñado y difundido por Zamarra hace unos años, siendo moda y habitual escucharlo desde el bar de Moyano hasta los bolivianos que visitan a media o noche a Pedro el de los mulos. Habitual eran también para mencionar a la actividad en sí, “estamos de termópilos en discopub el Tigre”, o entre los más jóvenes “haría falta pillar un botellón para que no falten termópilos esta noche”, y el habitual reproche de la mañana siguiente “tengo una rata en la cabeza, que panzá de termópilos” o el de los menos honestos “esos termópilos eran garrafón, te lo digo yo”, también el de algún sabio “si tiras de termópilos no conduzcas”, o el de la renuncia final “no, no, gracias pero no me caben más termópilos”, y por nombrar alguno más el frecuente gesto persuasivo para llegar a un trato “llénate un termópilo que te invite”. Pero volviendo a la misión que me propuse vamos a viajar dos mil años atrás, cuando anduvimos por la termópilas, que en Grecia hace referencia a un desfiladero cuyo nombre quiere decir fuentes calientes, debido a sus numerosos manantiales naturales de aguas termales, coincidencia reveladora y que misteriosamente a unido a un imperativo en forma de título de canción: llénate, a un sujeto autor, Lucius Blue y a un sustantivo de origen antiquísimo que ahora se sirve con hielo en vaso de tubo si eres profesional, de copa si eres un sibarita y en vaso ancho si estás ansiado: el termópilo, y todo ello lo podéis disfrutar en youtube tecleando: Lucius Blue, Llénate.
Aquí tienes el vídeo del tema